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La ilusión del valencianismo se abre paso a machetazos para llenar Mestalla, cada jornada una media de 30.000 aficionados. Es una heroicidad ante la jungla de incompetencias de Peter Lim, la falta de esperanza (el dueño insiste en que no quiere irse), los ... precios tan altos, la plantilla tan floja, el director deportivo tan insignificante, las arbitrariedades de Tebas y de Rubiales... Le pregunté a Zubizarreta por el Valencia CF y el mítico portero vasco, muy agradecido por sus años en Mestalla, expresó su admiración ante la resistencia al desánimo de los valencianistas. Mestalla, esta noche ante el Rayo, otra vez al rescate.
Soprende la candidez de quienes creyeron que Caixabank, principal acreedor del Valencia, iba a invitar a Meriton a marcharse dada la imparable decandencia del club en los últimos meses. Como si a los bancos les importaran los sentimientos de las gentes y, en este caso, la frustración del aficionado. El presidente de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri, dio un portazo el pasado viernes al afirmar su absoluto respeto a un cliente al corriente de todos sus pagos.
Tampoco el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ha puesto suficiente empeño en deshacer la condena de Peter Lim habida cuenta de que lo considera un fracaso de su antecesor y contrario, Alberto Fabra. Un tiempo en el que se regalaron bancos, se cerró la televisión pública y se malbarató el Valencia, este último a través de dos actores arrogantes, Amadeo Salvo y Aurelio Martínez, increpados esta semana por los valencianistas en su paseíllo hacia los juzgados, nueve años después de haber entregado la entidad al sátrapa de Singapur. La afrenta pública, al menos, sí la han tenido. Y, a dos meses de las elecciones autonómicas y municipales, la destitución de Martínez como responsable de la Autoridad Portuaria, solo dos días después, no puede ser una casualidad.
Bipartidismo dañino. La sanción de cuatro partidos a Canales por decir que el árbitro Mateu Lahoz lo había expulsado de manera premeditada, el mismo sufrido por Gayà por decir mucho menos, resulta escandaloso porque ha habido comentarios parecidos sin sanción por parte de jugadores y técnicos del Madrid y del Barça. Juegan a otra Liga. La Federación Española, como en el reparto del dinero de la Supercopa de España, está sometida a los dos grandes con un desprecio sistemático por todos los demás. El Barça puede estar 17 años pagando cantidades desorbitadas al vicepresidente de los árbitros, pero no hay castigo deportivo porque ha prescrito. Es fácil imaginar dónde estaría cualquier otro club (a excepción del Madrid, claro) de haber cometido este intento de adulteración del campeonato.
El bipartidismo también alcanza a la dirección de la selección española, dividida ahora entre los defensores azulgrana de Luis Enrique (anterior seleccionador) y los adalides madridistas de Luis de la Fuente (el actual). Como si no existiera una España más plural, capaz de analizar las virtudes y los defectos de unos y otros independientemente de que a quien convoque sea de un equipo o de otro. Hay vida más allá del Bernabéu y del Camp Nou.
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