Todos somos Hugo Guillamón

En el equipo de Carlos Corberán, entraron avanzada la segunda parte Hugo Guillamón, Sergi Canós, Dani Gómez y Jesús Vázquez; en el de Carlo Ancelotti, Modric, Camavinga y Brahim. El Madrid remontó con uno menos en el último cuarto de partido en Mestalla. La plantilla que han perpetrado Lim y su lacayo Miguel Ángel Corona te condena a la cola de la clasificación. Pero las magníficas sensaciones de la primera parte nos invitan a ser optimistas y a quedarnos con esas cinco ocasiones de gol, algo inédito en los últimos meses de Baraja. Estamos a tiempo. El Valencia solo ha ganado dos de 18 partidos, pero queda toda la segunda vuelta y el regreso de dos piezas clave: Pepelu y el capitán Gayà, además de los refuerzos de un delantero de la Real Sociedad (el nigeriano Sadiq) y, probablemente, de un lateral derecho del Sporting de Lisboa (Iván Fresneda).

Arabia Saudí cerró el 2024 con 354 ejecuciones, 207 saudíes y 138 extranjeros, según la agencia Efe, y a pesar de la contribución de Luis Rubiales, expresidente de la Federación Española de Fútbol, al asegurar que la celebración allí durante cuatro años de la Supercopa de España favorecería el aperturismo del régimen. Los 40 millones libres de impuestos recibidos por la Federación y los 5 millones por temporada cobrados por el comisionista Gerard Piqué, amigo de Rubiales, no tendrían nada que ver. Era por «ayudar».

El filibusterismo de Laporta. Por fin se han plantado algunos presidentes de la Liga y le han exigido al jefe de la patronal, Javier Tebas, un dique a las trampas del máximo dirigente del Barça, Joan Laporta, en este caso la inscripción de Dani Olmo fuera del plazo del 31 de diciembre. Mientras otros equipos como el Valencia se han empobrecido salvajemente en los últimos cinco años, sin reforzarse en teoría por no salirse del 'fair play' financiero, el Barça ha seguido fichando a los mejores (Lewandowski, Gundogan y Olmo) a pesar de más de 1.000 millones de deuda, vendiendo no se sabe qué a no se sabe quién. Laporta se creía impune tras irse de rositas después de que el Barça pagara durante 20 años al vicepresidente de los árbitros, el tal Negreira. ¿Habrá llegado su hora?