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Jesús Gil Manzano pasa por ser el número 1 de los árbitros españoles, según el Comité Técnico de Árbitros (CTA), y, sin embargo, no da pie con bola en las áreas: no vio hace tres años tres penaltis a favor del VCF en Mestalla ante ... el Madrid rectificados por el VAR (los tres marcados por Carlos Soler); y volvió a meter la pata este sábado en un penalti concedido a Hugo Duro invalidado con acierto por el VAR. No solo eso. Se equivocó al dar tanta prolongación al final de la primera parte (cinco minutos) permitiendo el tanto madridista en el minuto 94 y 50 segundos. Y volvió a errar en la conclusión del encuentro al pitar el final justo antes del centro de Brahim rematado a gol por Bellingham. El madridismo, acostumbrado desde hace siglos a la complicidad arbitral, montó en cólera. «Es algo inédito», dijo Ancelotti, su entrenador, otra vez desacertado en Mestalla. Nada inédito. El Valencia lo sufrió en la temporada 92-93 cuando Penev, en El Sadar, corría en solitario para marcar a Osasuna y el árbitro, Díaz Vega, otro que presumía de ser el número 1, cerró el partido sin el gol del delantero búlgaro. El equipo de Baraja, cada día más desmantelado por Lim, dio respuesta al madridismo con una actuación heroica. En Mestalla, al menos, no cantará el alirón.
Otro capítulo de una rivalidad centenaria, por muchos que se empeñen los defensores madridistas de la leyenda de que eran dos aficiones hermanadas hasta el fichaje de Mijatovic por la entidad madridista en 1996. Nada más lejos de la realidad. Ya en los 70, que yo haya vivido, los valencianistas se reunían en torno al transistor para ver cómo el cuadro de Claramunt plantaba cara en el Bernabéu, contra todo y contra todos, árbitro incluido.
Una desgracia. En su mejor momento como valencianista, el central francés Diakhaby sufrió una lesión muy grave tras caérsele encima Tchouameni. Mestalla quedó enmudecido. El deporte queda paralizado cuando la desgracia se abre paso: el minuto de silencio al recordar la tragedia del incendio de Campanar fue de los más emocionantes sentidos por el pueblo de Mestalla. La baja de Diakhaby deja a Baraja con solo tres centrales tras haber regalado en diciembre a Paulista al Atlético. «Peter Lim is a disgrace», decía una de las pancartas de la manifestación de 20.000 aficionados horas antes del partido contra el máximo accionista. Así es. Y frente a las desgracias, el pueblo y el equipo se unen más que nunca. Existe una comunión pocas veces vivida en Mestalla. La hinchada adora al equipo y este le corresponde: sobreponiéndose a todas sus carencias. Y a las zancadillas del máximo accionista.
Crisis 'granota'. Quico Catalán despidió a Paco López en la novena jornada de Liga en Primera de hace dos temporadas y las consecuencias todavía sigue pagándolas el Levante UD, a la deriva en Segunda, con un director deportivo, Felipe Miñambres, ejerciendo de entrenador porque no hay un euro para buscar un técnico. Considerado un gran gestor en sus 13 años como presidente, Catalán ha dejado el club con 107 millones de deuda y al borde del colapso. Sus últimos cuatro años resultaron calamitosos.
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