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Además de los hechos, a los dirigentes de Meriton en el Valencia CF les condenan sus palabras. Son ejecutivos diminutos y a eso llevan ... al club valencianista, a la insignificancia, frente a la resistencia heroica de la grada de Mestalla, que aguanta estoicamente cinco años de basura futbolística. Y alentará hasta el final. Pase lo que pase. Hace menos de un mes, el director deportivo, Miguel Ángel Corona, salió ufano a defender su trabajo: «¿Mejorar la plantilla? Humildemente, es muy difícil». Y se quedó tan ancho. Como cuando afirmó que Peter Federico, suplente también ahora en el Getafe, era un jugador «de grandes traslados». O al declarar: «Cenk nos ha dado mucho y nos dará mucho más». La mayoría de sus fichajes son una auténtica birria y para uno que le había salido medio bien, Pepelu, ha bajado su rendimiento de manera exponencial. Mejor el silencio. No aprendieron de Héctor Cúper y de su máxima: «Trabajo, silencio y suerte». El director corporativo, Javier Solís, volvió a hablar antes del choque ante el Atlético (0-3). ¿Para qué? Como cuando tachó de «inaudito» y «vergonzoso» que el Valencia CF fuera declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por todos los grupos políticos del Ayuntamiento en febrero de 2013. Para Solís, el Valencia no es un bien cultural en sí mismo sino «una sociedad mercantil con fines empresariales como Inditex o Codorníu». En cualquier empresa seria, los directivos ineptos son despachados a las primeras de cambio. La declaración del Valencia como BIC, por cierto, sigue en un cajón de la Conselleria de Cultura sin que nadie quiera darle salida. Es difícil de entender la connivencia de la Administración con Lim.
Salvar al capitán Gayà. Todos sabemos que la salvación del Valencia, próximas paradas ante Osasuna en El Sadar y el Valladolid en Mestalla, pasa por contar con la mejor versión de Gayà, el jugador más importante del equipo dentro y fuera del campo. Y todos vemos cómo le está costando recuperar el estado de forma idóneo tras volver de la lesión muscular por la que hubo de pasar por el quirófano. Echamos de menos la chispa de nuestro admirado capitán. Lo necesitamos.
Ovación cerrada a Herr Flick. En medio de una psicosis generalizada contra los árbitros (y en especial por parte del Real Madrid: el victimismo del soberbio), el entrenador del Barcelona, Hansi Flick vino a darnos una lección a todos. «Los árbitros son humanos y es normal que se equivoquen. La responsabilidad de los entrenadores y jugadores es protegerlos». A ver si mantiene el discurso cuando los arbitrajes le sean desfavorables, no como Ancelotti, muy señor solo con el viento en la cola. Ha pasado en un año de no querer «bajar a un nivel tan bajo» cuando le preguntaron si la Liga estaba adulterada (como había declarado Xavi Hernández), a poner en cuestión todo el sistema. Don Carlo busca excusas siempre a la derrota. Como cuando, al caer eliminado de la Champions a manos del City hace dos temporadas, afirmó que todo Mestalla le gritó «mono a Vinicius» cuando, en realidad, le había cantado «tonto». La caballerosidad se ve en los peores momentos.
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