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Valentía de Diakhaby. El central, tantas veces criticado por todos, mantuvo este domingo al Valencia en pie ante el Espanyol. Lo empujó en los ... peores momentos: cuando se cayó el portero Mamardashbily, derretido por la presión, y cuando los delanteros entrantes, Hugo Duro y Cavani, no aportaron ninguna solución (llevan así toda la segunda vuelta). El Valencia volvía a sucumbir en las áreas hasta que Gayà le sirvió el pase de gol a Lino en el descuento. Mestalla estalló de alegría pensando que estaba salvado. No era así. Un triple empate todavía lo condena. Al final de 38 jornadas, cada uno está en su sitio. Y el Valencia CF sigue pendiente de un hilo hasta el último partido ante el Betis. El club es muy vulnerable y necesitaría una refundación todal: solo el arrojo de los chicos (otra vez sobresalientes Javi Guerra y Diego López) y la consistencia de algunos veteranos (Gayà y Paulista, además de Diakhaby) sostuvieron a un Baraja desaparecido esta vez en el banquillo. El partido, hasta ese instante final, lo había dirigido Luis García desde la banda. Y sí, Mestalla, todo el curso en un potro de tortura, sabe lo que quiere: «¡Peter, vete ya!».
Dignidad. En medio de un océano de hipocresía, la dignidad llegó el jueves de la mano de Diakhaby al rechazar entrar en la foto oficial de los jugador del Valencia y del Mallorca en Son Moix contra el racismo. Con razón: la lucha contra los racistas hay que apoyarla siempre y no según la camiseta. Diakhaby se sintió solo cuando denunció un insulto racista de Cala, central del Cádiz, en un partido de abril de 2021. Ni la Federación ni la Liga tuvieron entonces muchas ganas de llegar al fondo del asunto. Al revés: corrieron un tupido velo. Ahora sí: los tres jóvenes que profirieron las vejaciones racistas han sido expulsados de por vida de Mestalla (bien hecho), la grada joven ha sido clausurada tres partidos, el responsable del VAR, Iglesias Villanueva, ha sido depurado... y, de paso, han detenido a los cuatro ultras del Atlético que colgaron un muñeco con la imagen de Vinicius en un puente de Madrid. Todo en 48 horas.
Efecto bumerán. El Real Madrid aprovechó su enorme plataforma mediática para hacer llegar a todos los rincones del planeta su defensa del delantero Vinicius contra los ataques racistas recibidos en Mestalla. Hasta Brasil, que sufre una media de 130 asesinatos al día, apagó las luces nocturnas del emblemático Cristo del Corcovado en honor al delanteros madridista. La bola se hizo tan grande que la candidatura de España, Portugal, Marruecos y Ucrania para el Mundial de 2030 corre peligro.
Paco López. El entrenador valenciano llegó al Granada en noviembre, en sustitución de Aitor Karanka, cuando el conjunto nazarí era octavo y a ocho puntos del liderazgo. Y lo ha llevado al primer puesto de la tabla de Segunda y al ascenso a la máxima categoría. ¿Quién lo iba a pensar? Al Levante lo mantuvo cuatro temporadas en Primera y hay que recordar que fue despedido en la jornada ocho de la pasada campaña, sin tiempo para reaccionar. Hay que valorar más lo que es nuestro. Y mucha suerte al Levante UD en el play off ante el Albacete.
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