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Dani Parejo besa el trofeo de la Copa del Rey conseguida por el Valencia en 2019. afp

Sentir o no el Valencia CF

Parejo resume en una frase lo sucedido en estos cinco últimos años: «No hay nadie en el club que sienta lo que es el VCF»

Cayetano Ros

Valencia

Lunes, 17 de marzo 2025, 01:35

Celebro con un grito interior y los dos puños agitados cada gol del Valencia CF (llevamos 31). Sufro cuando el equipo, sobre todo el de ... Baraja, es incapaz de crear una sola ocasión de gol. Detesto si dos de los principales responsables del Valencia en la cola de la clasificación (Solís y Corona) sacan pecho. Envidio a un rival parecido, el Athletic Club, por un San Mamés nuevo donde estaba el viejo, una gran plantilla y entrenador, fuerte para retener a sus estrellas (Niko Williams), el disfrute total de su hinchada. Odio ver a los dirigentes del Valencia y los partidos políticos dispuestos a cargarse Mestalla, el monumento más emblemático de la ciudad, sin una sola consulta no solo a los aficionados ni a los ciudadanos (y me extraña porque al Consell le encanta la libertad de los padres para votar si quieren el valenciano o el castellano como lengua vehicular). Me indigna la complicidad de las autoridades ante la satrapía de Lim, pero aplaudo el paradón del traspasado Mamardashbili al cabezazo de Arnau en el empate en Montilivi. Eso, supongo, es sentir el Valencia.

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Parejo hurga en la herida. El ex capitán del VCF resumió en una frase lo sucedido al equipo de Mestalla en los últimos cinco años. «No hay nadie en el club que realmente sienta lo que es el Valencia», dijo en 'El Chiringuito'. El dardo dio en la diana de los ejecutivos y empleados de la entidad, meros colaboracionistas del máximo accionista, Peter Lim, apenas preocupado por rentabilizar su inversión. Tampoco se librarían el poder político y el financiero, ávidos del negocio de la venta de los terrenos del viejo y del nuevo campo. Quedan los 42.000 héroes en pie, habituales de Mestalla, y algunos jugadores: Gayà siguió en Girona con un dedo de la mano doblado, Mamardashvili se repuso de pifias anteriores y Diakhaby disimuló su año de ausencia con una notable actuación.

El VAR es una locura. En su afán por justificar su nómina de árbitros y sueldazos, los burócratas de la UEFA anularon el penalti de Julián Álvarez que clasificó al Madrid en la tanda de los octavos de final de la Champions. Es imperceptible si Julián Álvarez toca el balón con los dos pies, no saca ventaja y las normas están para interpretarlas. La credibilidad de la UEFA sale malparada y mucho más tras el arbitraje, un día después, del francés Benoit Bastien en el Manchester United-Real Sociedad de la Europa League. Pitó tres penaltis contra la Real: el segundo no existía y en el tercero, inaudito, el jugador del United, Dorgu, le instó a anularlo. El cuadro lo completó este fin de semana otro intervencionista en el VAR, el policía Del Cerro Grande, invitando a repetir un penalti a favor del Mallorca porque los cuerpos de dos jugadores del Espanyol estaban en el aire dentro del área.

Las lágrimas de cocodrilo de 'El Geri'. Piqué lloraba por la mañana ante el juzgado por sus comisiones del traslado a Arabia Saudí de la Supercopa de España («han dañado mi reputación», dijo) y, por la tarde, El Confidencial informaba de que también cobró comisiones de la Champions femenina mientras era todavía jugador del Barça. El Geri llora y factura. Un genio.

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