![Celades, en manos de los jugadores](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201909/16/media/cortadas/celades1-U708225236190uC--624x385@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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Gary Neville se estrenó como entrenador y como técnico del Valencia perdiendo en Mestalla contra el Lyon un 9 de diciembre de 2015. Tuvieron que pasar dos meses y cuatro días para que el inglés, en lo que a la Liga se refiere, dejara de hacer poco menos que el ridículo. El Valencia tiró entonces a la basura nueve partidos en los que fue incapaz de sumar tres puntos de una tacada. La primera llegó el 13 de febrero, contra el Espanyol (2-1). Más de tres años después, no son pocos los valencianistas que se preguntan si el equipo va a repetir esta triste secuencia con la que no pasó ni del noveno puesto.
Ahora, por cierto, a Neville le ha dado por destapar el tarro de la sinceridad y cada día da alguna pincelada del sinsentido que significó su fichaje como blanquinegro. Ayer sin ir más lejos admitía que su contrato por el Valencia fue la «cosa más extraña que le han pedido que firme». No es que Celades tenga muchas o pocas similitudes con Neville, al margen de que ambos cogieron las riendas del equipo siendo -con diferentes matices- novatos en los banquillos, pero por momentos, lo que pasó en el Camp Nou vuelve a situar el foco en un vértice importante: la crisis institucional y deportiva que vive hoy en día el Valencia pone a Celades y su futuro y por añadidura el del club, en manos de los futbolistas.
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De la misma forma que no se puede apuntar que el vestuario quiera explosionar y con ello dar una estocada al nuevo entrenador, tampoco se puede extraer la idea, por un simple mensaje de Parejo, de que el grupo va a respaldar ciegamente a Celades de la misma manera que lo hizo aparentemente con Marcelino García Toral.
Quizás en algún momento Albert Celades se ha llegado a plantear como golpe de autoridad y revulsivo apostar por un once revolucionado pero ya se sabe que por lo habitual, cuando se pierde un partido de la manera que se hizo en el Camp Nou, los entrenadores pueden llegar a pensar el mismo sábado que lo mejor es cambiar la semana siguiente a los once titulares. En el entrenamiento del miércoles la idea del cambio se reduce a seis; el viernes a cuatro y el domingo se reza para que ninguno de los once anteriores se constipe.
De momento Celades ha apostado y seguramente apostará en Londres por la misma gente de Marcelino. Lo más importante es que mantiene el 4-4-2, pese a que se sabe que su dibujo preferido es el 4-3-3. Independientemente de cómo se dispongan los futbolistas sobre el terreno de juego, el Valencia, incluyendo a sus aficionados y Lim por aquello de cuadrar balances, necesita volver a clasificarse para la Liga de Campeones. Pero en estas cuatro jornadas de competición disputadas, el equipo sólo ha sido capaz de alcanzar la décima plaza.
Siete años hacía que al Valencia no le metían -en Liga- cinco goles fuera de Mestalla. Precisamente, aquello en lo que Marcelino había puesto tanto hincapié (lo de no encajar goles) se diluyó a las primeras de cambio. Se desconocen todavía cuáles son los aspectos que Celades pretende mejorar, mientras que el tiempo juega descaradamente en su contra. Su llegada coincide precisamente con el primer apretón serio del calendario de la temporada, de ahí que entre las críticas que ha recibido Lim está el hecho de que si tenía claro de antemano que Marcelino había perdido su confianza y debía ser destituido, por qué aguantó hasta el miércoles si el último partido se jugó once días antes.
Lo de las 'críticas' también es algo curioso. En Singapur molesta que se señale públicamente a Meriton de los males que azotan al Valencia; circunstancia que parece que el presidente de la entidad, Anil Murthy, vive de manera individual de otra manera: mucho más relajada y sin aparentes preocupaciones pese a la trascendencia de lo ocurrido.
Hoy celebrará su cuarto entrenamiento antes de volar a Londres. De momento, lo primero que ya ha hecho es poner la tijera en el grupo de asistentes que tenía Marcelino.
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