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Juan Carlos Valldecabres
Valencia
Sábado, 5 de abril 2025, 01:54
Jugará posiblemente este domingo en Ibiza con el Castilla de Raúl pero con las circunstancias que envuelven al Real Madrid, durante muchos días se ha ... especulado con la posibilidad de que Carlo Ancelotti metiera en la convocatoria para recibir al Valencia este sábado a José María Andrés Baixauli (25-4-2005). No sería desde luego la primera vez que Chema, como se le conoce a este joven espigado (1,90) de Bétera, va citado con el primer equipo (ya lo ha sido en cuatro ocasiones). Desde luego, pocos en el club madridista dudan de que a Chema le esperan más convocatorias con el primer equipo, pese a lo extremadamente complicado que eso supone para cualquier canterano en una entidad como la de Chamartín. Pero Chema tiene ante sí un futuro más que prometedor.
A Chema ya le pronosticaban una carrera jugosa futbolísticamente hablando desde que era alevín, con el elevado riesgo que eso siempre supone para cualquiera a tan temprana edad. «Se veía a la legua que era diferente al resto. Verlo jugar era todo un espectáculo porque a esas edades ya tenía unas cualidades excepcionales. Era un líder nato dentro del terreno de juego, ejerciendo el mando sobre sus compañeros con mucha autoridad pero siempre con mucha educación también. Tenía y tiene una magnífica salida de balón, jugaba muy rápido y de cabeza iba de escándalo». Quien así se pronuncia es Vicente Medina, quien durante trece años perteneció al organigrama del Levante pero que fue en sus cuatro temporadas trabajando para el Real Madrid como captador de jóvenes promesas en la zona de Valencia cuando le echó el lazo a este mediocentro defensivo.
Chema, nacido en Valencia pero con residencia entonces en Mas Camarena (su familia vive ahora en Náquera), jugó hasta 2013 en el Bétera y luego pasó al Levante. Cinco años después, cuando tenía trece, le llegó la tentativa del Real Madrid para incorporarlo a su infantil. Y de ahí su progresión en el resto de equipos de La Fábrica, hasta recibir la llamada este año de Ancelotti, primero para estrenarse en Copa del Rey contra el Minera sustituyendo en el minuto 63 a Brahim Díaz y el pasado 19 de enero para jugar en el Bernabéu en Liga contra Las Palmas (4-1). Entró en el sitio de Ceballos. Con el dorsal 36 a la espalda, fueron únicamente siete minutos pero suficientes para compensar el sacrificio que durante años ha experimentado alejado de su familia. No fue desde luego un camino fácil. Separarse tan joven de los padres es una exigencia que no todos la saben manejar.
«Salir y poder disfrutar de estos jugadores, que son los mejores del mundo, es una pasada. Estábamos en el banquillo en la primera parte alucinando. Poder entrar unos minutos y formar parte del equipo es increíble. Los mejores consejos que estoy recibiendo son de jugadores con mucha experiencia como Lucas, Valverde o incluso Bellingham, que es un jugador que, aunque no lleve mucho tiempo aquí, tiene mucha experiencia. Me quedo sobre todo con tener confianza porque es lo que nos repiten. También que no tengamos miedo», decía el valenciano tras el partido.
Cuentan que Chema, pese a ser todavía un niño, fue el que insistió mucho a sus progenitores para quedarse en el Levante. Durante dos años lo estuvo siguiendo de cerca Medina, pero al igual que él fueron los ojeadores de varios equipos, Valencia y Villarreal entre otros, los que quisieron llevárselo. Él siempre prefirió quedarse en Buñol. Fue su padre quien una noche, en plena cena familiar, dio por hecho que Chema –como venía haciendo habitualmente– renunciaría a una nueva tentativa madridista. Pero no. Al chavalín le cambió la cara y del rotundo no, casi cotidiano, pasó a dejar abierta la posibilidad.
El Real Madrid se puso manos a la obra casi de inmediato manos a la obra y tuvieron que pasar varios meses de conversaciones entre clubes para que finalmente se pudiera hacer la operación. Y eso que tenía tan sólo trece años. Quico Catalán, por entonces presidente levantinista, se negó en rotundo a dejarlo marchar. Pero en fútbol todo puede cambiar de la noche a la mañana y lo que era un no rotundo para un centrocampista infantil, se convirtió en un sí porque entre Real Madrid y Levante se planteó entonces la cesión de Borja Mayoral. Un delantero profesional por un niño. Así de rocambolesco puede llegar a ser el mundo del fútbol.
Y a Chema, lógicamente, le cambió la vida. Es fácil caer en la tentación por pertenecer a un club de las dimensiones del Real Madrid pero a él le sirvió para incrementar los principios inculcados por sus padres, propietarios de dos pequeñas tiendas de ropa de mujer en Valencia. La consideración que hay en el Madrid de Chema es altísima, sobre todo en su vertiente personal. De hecho, es el único que con diecinueve años y junto al meta Fran González (que precisamente puede debutar hoy contra el Valencia) que todavía vive en Valdebebas, cuando lo habitual es que se muden a pisos. Estudia segundo curso de ADE bilingüe y sus notas son altísimas. Lo del inglés le puede venir desde luego muy bien sabiendo que es objeto de interés de clubes extranjeros. Con contrato hasta 2027 –su agente es Sergio Barila, amigo prácticamente de toda la vida de Caco, su padre–, la idea del Real Madrid es retenerlo aunque ya se sabe que el fútbol depara sorpresas.
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