paco lloret
Sábado, 25 de julio 2020, 00:28
El peso de un apellido tan ilustre no impidió a Enrique Claramunt Torres reivindicar por méritos propios su lugar en el sorprendente Valencia que ganó la liga del ejercicio 70-71. Claramunt II, como fue bautizado en las crónicas y en las alineaciones, se sobrepuso a la sospecha permanente, no le quedó más remedio que hacer oídos sordos a algunos comentarios surgidos en el entorno de la época sobre la influencia ejercida por su hermano para ganarse la titularidad. Quizás nunca se libró del todo de esa etiqueta de recomendación que flotaba en el ambiente, pero no es menos cierto que su rendimiento superó el notable, su entrega fue absoluta y en cada partido que disputaba trataba de demostrar su valía. Un dato elocuente refuerza esta teoría: fue el jugador más utilizado de los que no figuraban en el once clásico de aquella temporada. La línea de vanguardia más repetida era la compuesta por: Sergio, Forment, Pellicer, Paquito y Valdez. El delantero de Puçol actuó en 22 de los 30 partidos ligueros disputados y en 15 como titular. Un registro estimable.
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Su estilo encajaba a la perfección con el espíritu abnegado de aquel equipo. Luchador hasta la extenuación, Claramunt II podía actuar como extremo o interior por ambas bandas, aunque su lado natural era la derecha, e incluso como delantero si las circunstancias lo requerían. Se sacrificaba y daba siempre la cara, prueba de su arrojo fue una impactante imagen muestra de su valentía: en el célebre Valencia-Real Madrid celebrado en Mestalla el 19 de marzo del 72 con el título de liga en disputa, sufrió una entrada escalofriante del lateral madridista Verdugo que le dejó marcados los tacos en el pómulo. Claramunt II quedó inconsciente en la banda, atendido por los miembros de la Cruz Roja, mientras el árbitro, Sánchez Ibáñez, no pitó ni falta. El escándalo en la grada de Mestalla adquirió proporciones descomunales.
Enrique Claramunt fue otro de los jóvenes valores que subieron al primer equipo después de destacar en el filial que dirigía Manolo Mestre. Su camino no resultó sencillo. El primer obstáculo fue el de una grave lesión: fractura de tibia y peroné de la que, afortunadamente, pudo recuperarse. Antes del percance había sido capaz de marcar 26 goles en tercera división con el CD Mestalla. Su debut con el primer equipo valencianista se produjo en la jornada inicial de la campaña 70-71 con derrota por 2-0 en el Bernabéu. Sus primeros goles tardaron en llegar pero fueron providenciales, marcó en las dos últimas jornadas de la primera vuelta en casa, ante el Sabadell y el Espanyol. Ambos partidos resultaron muy complicados aunque, finalmente, se resolvieron a favor de los locales con un triunfo mínimo (2-1). Sin ser un jugador dotado para el gol, aportó algunos tantos importantes en el angustioso tramo final de Liga, como el primero ante el Celta en casa cuando los valencianistas salvaron los muebles en el descuento gracias a Forment.
Era de esos jugadores que convencían a Di Stéfano por su entrega y entusiasmo, no creaba problemas si era sustituido ni reclamaba entrar en las alineaciones si se quedaba en el banquillo. La lesión de Valdez ante el Elche en la penúltima jornada le permitió ser titular en Sarriá cuando el Valencia cantó el alirón. En ese encuentro contra los ilicitanos, ganado por 3-0, marcó el último gol en el torneo del que una semana después se proclamó campeón. Posteriormente, Claramunt II se asentó como titular en buena parte de la Copa hasta alcanzar la final.
En su segunda campaña, la 71-72, el nivel de exigencia en la plantilla subió de forma considerable. A pesar de ello, Enrique Claramunt siguió contando para el técnico que recurrió a sus servicios en numerosas ocasiones dada su polivalencia, llegó incluso a jugar de lateral izquierdo por lesión de Antón, aunque rara vez jugaba los partidos completos. Su nombre figura en los anales porque en ese campeonato fue el autor del gol 2.000 del Valencia en Primera División. Se lo marcó al Sevilla en Mestalla tras entrar en el partido desde el banquillo con empate a cero a falta de siete minutos para la conclusión. El Valencia se impuso, finalmente, por 2-0. En su tercer ejercicio sufrió una grave lesión en el campo del Betis a finales de octubre de 1972. Un contratiempo que le mantuvo en el dique seco toda una vuelta hasta reaparecer, de nuevo ante los béticos, en Mestalla y en plenas fiestas falleras.
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Su estrella empezó a languidecer y se eclipsó del todo en la cuarta campaña, la 73-74, en la que sólo participó en un partido liguero. Algunos problemas físicos le perjudicaron. Al igual que Di Stéfano, el único entrenador que tuvo en el Valencia, al final de la campaña abandonó el club en el que se había formado. Su carrera prosiguió en el Castellón y en el Villarreal. Nunca lo tuvo fácil, pero supo encontrar su camino en el fútbol aunque su hermano mayor acaparara el protagonismo.
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