![Gonçalo Guedes y Peter Lim se dan la mano en la terminal del aeropuerto de Manises.](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201808/30/media/cortadas/128480345--624x415.jpg)
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LOURDES MARTÍ
VALENCIA.
Miércoles, 29 de agosto 2018
Dicen que lo bueno se hace esperar. Pero Marcelino se impacienta. Con Guedes ya en Valencia quiere verlo de corto. Esperaba tenerlo hoy pero no podrá ser. Y es que el portugués todavía no ha firmado el contrato que le unirá al Valencia las próximas temporadas. La idea del club era que ayer estampara su autógrafo y se presentara oficialmente, para hoy acudir a Paterna. Pero el servicio jurídico del club de Mestalla se encontró con un embrollo del nivel de la categoría del futbolista. Plasmar blanco sobre negro las numerosas variables del traspaso se antojó imposible de hacer en un día. Peter Lim acordó con Nasser Al-Khelaïfi el pago de 40 millones fijos más otros 10 en función de partidos disputados y logros conseguidos con su club. Los jefes se dieron la mano -Lim aprovechó para darse un baño de multitudes con el jugador en Manises- y dejaron el trabajo fino para los responsables económicos y los abogados de ambos clubes, que comprobaron que la complejidad de las cláusulas es máxima.
El protagonista de toda esta historia, que pensaba solventar el trámite de la firma, saludos y fotografías oficiales en una mañana, vio cómo su deseo de ser futbolista del Valencia se retrasaba más de lo esperado. Guedes llegó a las oficinas sobre las doce del mediodía al volante de un vehículo del club con una camiseta blanca (a falta de la del centenario) dispuesto a coger el boli y poner su nombre. Llamó al timbre del parking privado del edificio y cuando se le preguntó quién era, él contestó: «Guedes». Ningún problema para entrar, «todo va viento en popa», debió pensar. Nada más lejos de la realidad. Minutos más tarde volvió a salir para, posteriormente, entrar de nuevo aunque en esta ocasión era uno de los conductores del club quien conducía.
El portugués volvía a abandonar el edificio sobre las 13 horas, en esta ocasión solo y con cara de pocos amigos, ya que se había marchado sin haber cumplido su cometido, que era estampar su firma en su nuevo contrato con el Valencia. Al menos, dentro del edificio tuvo tiempo de saludar a Fede Sagreras, presidente de la Agrupación de Peñas Valencianistas, a quien se encontró de forma casual y quien le deseó lo mejor para su nueva andadura. Éste le reiteró las ganas que tenía de volver a la ciudad y su deseo que permanecer aquí muchos años.
Una hora más tarde fueron los abogados del portugués los que abandonaron las oficinas a pie para hacer un receso hasta la tarde. Mientras, en el club, lejos de mostrarse impacientes, transmitían tranquilidad pese a la tardanza e insistían en que el fichaje del futbolista más caro de la historia no corría peligro. Eso sí, tenían muy claro que mientras no se firmara el contrato el jugador no se podría vestir de corto para evitar alguna lesión que sí pusiera en peligro el fichaje.
A quienes no les importaba que todavía no se hubiese hecho oficial la incorporación del luso fue a los aficionados blanquinegros. La tienda que da justo pared con pared en el edificio en el que se cocinaba a fuego lento la transferencia de Guedes del PSG al Valencia (aunque unos pisos más arriba) vendía camisetas del centenario con el 7 detrás y el apellido del futbolista luso. No eran las primeras. Ya en días anteriores había algunos seguidores que tirando de fe se serigrafiaban el nombre del extremo luso con la ilusión de tenerlo de nuevo en el Valencia.
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