La controversia del fútbol con público

La nostalgia por volver a ver público en las gradas de los estadios pronto se tornó en indignación. Con los índices de contagio de coronavirus por las nubes y las constantes restricciones para revertir la situación sanitaria, resultó imposible no prestar atención a las imágenes que ofrecía ayer el estadio de La Constitución.

El Yeclano había anunciado que había reducido el aforo de su estadio de los 4.000 hasta las 950 personas para cumplir con el protocolo marcado. A Javi Gracia ya en la previa del partido dijo que no le gustaba nada el hecho de jugar con público. El entrenador indicó que no estaba todo lo cómodo que le gustaría. Ayer, de hecho, al técnico navarro se le vio dando indicaciones a sus jugadores con la mascarilla puesta. El sabor añejo de los cánticos reales de los aficionados y los aplausos a los protagonistas se vio emborronado porque, aunque el uso de la mascarilla entre los asistentes fue más que generalizado en el partido, sí que parecía que no se guardaba la distancia de seguridad en ciertas zonas tal y como está marcado por las autoridades sanitarias.

Este hecho provocó bastante enfado entre muchos de los aficionados que estaban siguiendo la retransmisión televisiva y así mostraron su disconformidad con la situación durante el encuentro a través de las redes sociales. Entre el público, además de aficionados locales, también había del Valencia. Algunos de ellos estaban ataviados con bufandas y distintas prendas con el escudo del club de Mestalla. Ellos vieron en directo una victoria blanquinegra en la que dos de los cuatro goles visitantes fueron de futbolistas cuyo futuro apunta lejos de Mestalla. Kang In abrió la lata en un buen partido y Rubén Sobrino, que también salió de titular, anotó el tercero.

El mercado de fichajes abrió el pasado día 4 y mientras Javi Gracia espera que Anil Murthy refrende con hechos su promesas sobre refuerzos, cedidos, o como sea, la puerta de salida parece volver a abrirse como ya ocurrió en verano. La renovación de Kang In sigue paralizada. El surcoreano no quiere continuar en un equipo donde no cuenta con los minutos que considera necesarios. Una lástima si finalmente termina marchándose ya que ayer, aunque fuese contra un Segunda B, el futbolista se asoció a la maravilla con su compañero Uros Racic. El entrenador navarro los sustituyó a ambos y quizás eso pueda deberse a que piensa darles más que unos pocos minutos frente al Valladolid, donde el equipo vuelve a jugarse tres puntos que les saque del fondo de la clasificación. Otro que marcó, aunque su caso es diferente, fue Sobrino.

El delantero del Valencia apenas cuenta con oportunidades y busca un lugar en el que jugar. El de Daimiel llegó del Alavés por unos cinco millones de euros y nunca logró la regularidad. El invierno pasado el club ya lo intentó sacar del equipo pero finalmente no se dieron las circunstancias. Este año parece que su marcha está más cercana. Si el otro día era el entrenador del Cádiz, Álvaro Cervera, el que se deshacía en elogios al ariete diciéndole que era «el Fernando Torres de ir por casa», ayer, el presidente del Celta no desmentía su interés en el futbolista de 28 años: «Hablar de nombres no me gusta y no vamos a hablar de ellos. Es evidente que necesitamos un delantero más, ustedes lo saben».

Cervera dijo que la llegada de Sobrino era «complicada»y si finalmente pone rumbo a Vigo, acabaría jugando en uno de los equipos más en forma de la Liga en la actualidad y además compartiría vestuario con un goleador nato como Iago Aspas. Pero de momento no hay ningún movimiento, tampoco se ha hecho oficial ni el retorno de Piccini, que está loco por volver, ni del cedido, precisamente al Celta, Jorge Sáenz, que ha sido apartado.