Para el valencianismo, Logroño y Logroñés son sinónimos de buen rollo; de paellas gigantes; de intercambio de bufandas; de traca; del fino –antes, porque desde hace unos años arrastra algunos kilos de más– José Ignacio; de Poyatos y sus patadas (en una entrevista a LAS PROVINCIAS se titulaba: «Mi mujer no duerme con espinilleras»); de Romero y sus galopadas por el carril zurdo; y del ruso Salenko y de aquellos goles mundialistas que se quedaron por el camino... A Logroño han ido miles de valencianistas cuando todavía se pasaba por La Almunia de Doña Godina en una peregrinación icónica desde que unos y otros se hicieron 'hermanos' en aquella Segunda división del play off (1986). Era cuando el viejo Las Gaunas era uno de esos campos que al juez de línea se le podía casi susurrar al oído desde la grada para 'aconsejarle' que la jugada en contra de los rojillos era fuera de juego.
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El nuevo UD Logroñés –metido noveno clasificado en Segunda RFEF, la categoría donde está el Mestalla– recoge el testigo de aquel equipo de los Tato Abadía y David Vidal que llegó a bajar por impagos a Preferente y acabó desapareciendo por deudas en 2009; por allí desfilaron también valencianistas como García Pitarch, Ochotorena y Voro. La Copa ha vuelto a emparejar en esta primera ronda a partido único todavía a dos 'hermanos' que no se ven desde hace tres años (enero de 2020), cuando también el motivo copero propició el reencuentro. Maxi resolvió de cabeza un milimétrico servicio de Ferran Torres casi desde el córner (0-1). Celades era el entrenador de un Valencia que fue con un equipo bastante aparente y lleno de titulares y que sólo se preocupó por el estado del terreno de juego (césped natural pero algo castigado). 11.152 espectadores se dieron cita en las gradas, todo un récord por entonces aunque teniendo en cuenta la capacidad total (16.000) hubo zonas vacías.
Ahora, Baraja no tiene mucho donde escoger porque si echa mano del equipo B acaba jugando con los chavales del Mestalla. La cita será entre el 31 de este mes de octubre y el 2 de noviembre, descartándose prácticamente el 31 porque el 29 juega el Valencia en San Mamés contra el Athletic. La Copa se le podría atragantar si no se toma con cierta seriedad. Este parón desde luego beneficia para el descanso y la recarga de batería a los blanquinegros.
Antes de la cita de 2020 se habían visto también las caras en la 2010-11, con un global de 7-1 a favor del equipo que entonces entrenaba Emery porque entonces todavía se jugaba a doble partido (0-3 en la ida y 4-1 la vuelta con protagonismo especial para Isco).
En la capital riojana el emparejamiento ha gustado por el carácter sentimental del mismo. «Recibiremos de nuevo al ocho veces campeón de Copa. Como en las temporadas 2010-11 y 2019-20. Esperemos que a la tercera vaya la vencida», escribía ayer en las redes sociales la cuenta oficial del UD Logroñés. Como decía su entrenador, Diego Martínez, «deseo que vivamos una fiesta». Para la afición local desde luego así va a ser, más aún sabiendo que Baraja rentabiliza al máximo los esfuerzos para no tener tropiezos en Liga.
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