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Carlos Corberán ya se ha ganado a Mestalla. Desde que ganó al Real Madrid en el Santiago Bernabéu, algo ha cambiado en torno al técnico ... de Cheste. Este viernes, cuando su nombre fue anunciado por megafonía en Mestalla antes del inicio del partido contra el Sevilla, la reacción del público se escuchó con mucha más intensidad que en las citas precedentes. Corberán ha ganado terreno a la desconfianza que en un primer momento podía generar su fichaje. Sus conocimientos y su valía es una cosa pero el impacto popular es otra. Y su incorporación al Valencia fue recibida con cierta inquietud por la trascendencia de lo que se estaba jugando el equipo, hundido entonces con siete puntos en la clasificación.
El viraje que ha tenido el Valencia ha sido de gran impacto y sólo hay que ver la clasificación para darse cuenta de que todo el trabajo realizado está dando unos frutos que pocos podían imaginar a principios de año. Tanto es así que la afición empieza a preguntarse si realmente es posible aspirar hoy en día a algo más que a navegar por aguas calmadas. Matemáticamente la salvación no está conseguida y en el club huyen de cualquier mención a metas más ambiciosas que le relacionan con Europa. El mismo Corberán es el primero en su esfuerzo por evitar que al equipo se le relacione con aspiraciones europeas. Se le preguntó cuando acabó el encuentro contra el Sevilla y se le va a volver a preguntar en próximas comparecencias de prensa. Es inevitable.
Teniendo en cuenta pues que 'Europa' se ha convertido ya en una palabra casi maldita para el vestuario, nadie puede impedir que los aficionados empiecen a manejar situaciones un tanto idílicas y, según a quien preguntes, hasta irreales. ¿Puede realmente el Valencia pelear en las siete jornadas que restan (21 puntos en juego) pelear por una plaza que dé acceso aunque sea a la Conference League?
Ni en los planes más optimistas seguramente está esa opción pero bien es verdad que este año se pueden dar circunstancias que invitan al menos al entretenimiento de manejar ese tipo de hipótesis. ¿Por qué? Pues porque esta temporada el chicle europeo se puede estirar como nunca antes se ha visto. El hecho de que la Real Sociedad no disputara la final de Copa del Rey ha hecho que se asegure una octava plaza en LaLiga para la Conference League, por la sencilla razón de que los dos finalistas tienen más que probable acabar en puestos Champions. Una situación extra que tiene muy difícil de perder España, debido a que mantiene una amplia ventaja sobre Italia en lo que hace referencia al ranking del coeficiente UEFA. Por ese motivo, el quinto clasificado jugará también la Champions.
El reparto del pastel es bastante claro. Si los cinco primeros clasifican para Champions League, el sexto y séptimo entran en la Europa League, sin necesidad de pasar por una ronda previa, mientras que el octavo irá a la Conference League, teniendo que disputar eso sí una fase de eliminación antes.
Pero no hay que perder de vista tampoco las posibilidades que tiene el Athletic en la Europa League actual, con la opción de pasar a semifinales aún abierta; y que el Betis gane la Conference League, lo que le daría billete para la Europa League.
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Más allá del juego de las combinaciones y de las posibilidades que matemáticamente tiene el Valencia todavía de colocarse en la pelea, a Carlos Corberán le sirve el ejemplo precedente que padeció en sus propias carnes Baraja para que no se le desmonte el chiringuito que ha montado. Hace justo un año, con Baraja se experimentó en el Valencia una situación muy similar a la que empieza a crecer ahora en el valencianismo.
El equipo llegó a ponerse octavo clasificación, a un punto tan sólo del Betis, precisamente en la misma jornada en la que estamos ahora (jornada 31). Se había ganado 0-1 a Osasuna (15-4-2024) y desde ese momento todo se volvió a negro. El Valencia tenía 5 puntos de ventaja sobre el Villarreal (noveno clasificado). Todo estaba a favor. Y llegó la debacle: se perdió contra el Betis (1-2), cayó ante el Barça (4-2), el Alavés ganó en Mestalla (0-1), se empató ante el Rayo (0-0), se volvió a perder en San Sebastián (1-0), el Girona pasó como un ciclón por Mestalla (1-3) y sólo se pudo empatar en Vigo (2-2). Dos empates y cinco derrotas en las últimas siete jornadas (dos puntos de 21 en juego).
La racha hizo que el Valencia acabara noveno a ocho puntos del séptimo (Betis), y que el Villarreal que estaba por detrás a cinco puntos terminara finalmente por delante con cuatro puntos de ventaja. Es el mal que sabe Corberán que no debe repetir el Valencia.
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