Que empiecen a venderse camisetas (a 120 euros la pieza, por cierto) porque el 7 en la espalda se ha vuelto a poner de moda en Valencia. Ese dorsal, asociado siempre al extremo diestro y que aupó a la eternidad blanquinegra a David Villa y ... al Piojo entre los más recientes (era también el de Guedes), es desde este lunes el santo y seña del valencianismo. Lleve el 7 o el 9 si se va Maxi o cualquiera de los 25, da igual porque hacía muchos años que una afición como la de Mestalla no se entregaba de esta manera tan absolutamente generosa a un futbolista que, es cierto, acumula títulos y pichichis como rosquillas pero que tiene una edad que supera con creces los límites que en su día se marcó Meriton para justificar despidos pasados. Edinson Cavani, a sus 35 años y con el compromiso de quedarse hasta los 37 , priorizó los dos años de contrato que le ofreció Peter Lim y hasta se bajó su salario (supera los dos millones netos) antes que jugar competición europea con otros clubes para, de esta forma, venir y convertirse en el ídolo del Valencia. Ni Gayà ni Soler... el cambio popular ha sido radical, aunque el paso del tiempo colocará a cada uno en su sitio seguramente.
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En un club que presumía en los últimos tiempos de potenciar la cantera y hasta de pronosticar que en diez años iba a ganar la Liga (eso dijo Anil Murthy), Cavani tiene la responsabilidad de alimentar la fe de la sufrida grada, no sólo para el presente sino también para el futuro. La edad parece que esta vez no es un impedimento, más bien todo lo contrario porque, por ejemplo, Benzema está a días de celebrar su 35 cumpleaños -los mismos que Iago Aspas- y Lewandowski, por su parte, tiene 34. Falcao, que el año pasado hizo 6 goles, supera a todos con 36. A ellos no les pesa el DNI.
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Angloma llegó al Valencia con 32, los mismos que Carboni, y nadie duda de cuál fue su aportación. Otros más recientes aterrizaron pasados los treinta pero a diferencia de los anteriores, pincharon por decirlo de alguna manera: Roncaglia (casi 32), Gameiro (31), Orellana (30)...
El uruguayo, para quien el Valencia prepara una presentación a lo grande (algunos jugadores ni han sido presentados y otros sí, pero en la ciudad deportiva), es el futbolista que debe conducir al equipo de nuevo a Europa, aunque pueda flotar en el ambiente qué pasará con su rendimiento después de ese Mundial que está a la vuelta de la esquina.
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El Valencia, es indudable, ha fichado a un futbolista de talla mundial, con un tirón descomunal en el mercado sudamericano y a un tipo que aparentemente desprende modos sencillos y ecuánimes. Quizás por eso la conversación telefónica que tuvo con Gattuso resultó decisiva. La pasión del italiano contagió a un Cavani que podría escribir un libro de los entrenadores que ha tenido en los más de quince años de trayectoria profesional (Palermo, Nápoles, PSG y United).
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Curiosamente, Cavani y Gattuso se han enfrentado sobre el césped cuando el ahora entrenador blanquinegro defendía los colores del Milan (el uruguayo en el Palermo y luego en Nápoles).
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Cavani es gol. Sin duda. Los ha hecho toda su vida y de él se espera eso, aunque precisamente el curso pasado fue el más oscuro en su curriculum. Las lesiones le obligaron a un rendimiento muy discreto en el United, con sólo dos tantos en todo el ejercicio. De cualquier forma, superar por ejemplo a Maxi Gómez no va a ser de cualquier manera tarea difícil porque el rendimiento de su compatriota no llega al aprobado en las tres temporadas anteriores. El único problema con el que se puede encontrar Cavani es el propio Valencia. El sistema de Gattuso (4-3-3) le debe beneficiar pero sintomático es que en las dos primeras jornadas (sin tener en cuenta la cita de anoche), el Valencia sólo haya chutado a portería en dos ocasiones: ninguna, por cierto, contra el Athletic la semana pasada. Así es imposible.
El primer convencido de que todo va a ir bien es sin duda alguna él mismo. Sólo había que ver con qué convicción afrontó su primer encuentro con periodistas y aficionados a primera hora de la tarde en Manises. Pocos minutos después de que por la misma terminal de vuelos privados desfilara el Atlético de Madrid -que durante años lo tuvo en el punto de mira-, aparecía Cavani y todo su séquito familiar. Camiseta blanca, vaqueros claros, deportivas de marca y una gorra de marca pero que traducida significa 'jefe'. El nuevo Matador.
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Cavani tiene tirón y sobre todo en los aficionados más jóvenes. Su recibimiento en Manises corrobora ese dato. Muchos de ellos, seguramente, no se acuerdan de que por Mestalla llegaron otros futbolistas de cierto lustre y edad avanzada que, en cambio, supusieron un fracaso: Madjer y Romario, por ejemplo, fueron recibidos a lo grande con 30 años cada uno. El primero -recordado siempre por el taconazo que le dio la Copa de Europa al Oporto ante el Bayern- sólo anotó 4 goles y el segundo 5.
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