El 29 de julio de 2015, el Valencia Club de Fútbol suscribió una línea de crédito con Meriton Holdings, su principal accionista, por ... un valor máximo de 80 millones de euros. De esa cantidad, el club de Mestalla dispuso de 38 millones de euros entre el 29 de julio y el 30 de septiembre del mismo año. Una cantidad que junto a los 62 millones de un crédito anterior en 2014 –de estos, 22 fueron también dispuestos ese verano- fueron capitalizados en la ampliación que llevó a cabo el club en diciembre de 2015. En un sólo verano, entre ambas líneas, el Valencia echó mano de 60 millones de euros.
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En ese mismo verano, el Valencia Club de Fútbol compró jugadores por valor de 108 millones de euros y entre esos futbolistas estaban Rodrigo Moreno y André Gomes, dos piezas que pertenecían a la cartera de Peter Lim antes de que la FIFA prohibiera los fondos de inversión. El Valencia pagó por Rodrigo y Gomes 45 millones de euros al Benfica, que derivó el dinero a Meriton Capital, el fondo que tenía la propiedad de estos jugadores. El club, que compró por más de cien millones de euros, vendió a futbolistas para ingresar algo más de 50 millones de euros.
Lim nunca prestó dinero al Valencia, porque esa figura, la del préstamo no es más que dar un dinero a la entidad para que lo gestione para hacer frente a sus pagos e inversiones. El máximo accionista lo único que hizo fue poner en disposición líneas de crédito donde el dinero sigue estando bajo su mando y va aportando en función de las necesidades, en este caso, del Valencia Club de Fútbol.
De esta manera, de la línea de crédito del verano de 2015, después de que la entidad de Mestalla pidiera 38 millones, quedaron a disposición otros 42 millones que nunca se solicitaron y cuyo ofrecimiento por parte de Meriton se canceló la temporada 2019/20 aunque la línea vencía diez años después, en 2029.
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Las diferencias entre las líneas de crédito de 2014 y 2015 eran evidentes. La primera vencía en tres años –la de 100 millones– mientras que la segunda se extendía hasta 2029, aunque Meriton la canceló mucho antes. Además, esta segunda no tenía ninguna garantía mientras que la primera se arrogaba la totalidad de los ingresos y activos del Valencia, salvo los que tenía Bankia firmados.
La cancelación de la línea de crédito de 80 millones –de los que faltaban por pedir 42– en la temporada 2019/20 llevó al club a tomar una serie de decisiones que podría haber abordado con la línea de crédito del máximo accionista.
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El Valencia CF pidió un préstamo de 16,5 millones de euros a vencimiento a 15 meses y donde puso como garantía a los propios jugadores. También firmó un préstamo con Rights&Media de 51 millones a cinco años y llegó en esta operación a poner como garantías hasta las ayudas al descenso que recibiría en el caso de que el equipo bajara a Segunda División.
De la misma manera siguió incumpliendo la Actuación Territorial Estratégica sobre las parcelas del viejo Mestalla y el proyecto del nuevo estadio a pesar de que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana consideró en sendas sentencias que este planteamiento no tenía ningún tipo de justificación.
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Además, se inició un evidente proceso de desinversión en la plantilla, lo que ha conllevado en las últimas temporadas a que el club flirtee con un descenso de categoría y en esta misma campaña sea uno de los candidatos a bajar –es la primera vez en seis meses tras la victoria ante el Real Valladolid que el club no está clasificado en puestos de descenso–. A partir de 2020 el Valencia ha vendido futbolistas por más de 108 millones de euros y ha comprado por 50 millones.
Uno de los argumentos para calificar de 'fantasma' la línea de crédito de 2015 es que sólo se aprobó para aparentar cierta solvencia económica por parte del Valencia Club de Fútbol. De esos 80 millones sólo se utilizaron 38 millones con el fin de pagar al Benfica los jugadores que estaban en la cartera de Meriton. Fue una operación en la que en realidad el dinero de Meriton sirvió para que el Valencia pagara a los jugadores, los millones llegaran al club portugués y esta entidad los devolvió a la empresa de Peter Lim, como reconoció el propio Benfica en sus cuentas anuales y ante la Comisión de Valores portuguesa.
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De los 42 millones restantes nada se supo porque nunca estuvieron a disposición del Valencia, ya que la línea de crédito se canceló diez temporadas antes de lo previsto y esa aportación nunca contó con garantías porque se sabía que no se iba a utilizar.
El análisis de la operación y el movimiento realizado desde el club se entiende como una maniobra para que Meriton recuperara su dinero a través del Valencia, que ejerció como instrumento fundamental después de que la FIFA prohibiera los fondos de inversión de futbolistas.
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La normativa deportiva y la legislación concursal establece que al ser Meriton el máximo accionista y Lim administrador del club, el crédito tendría carácter de subordinado, por lo que el el máximo accionista en este caso debería ser el último en cobrar.
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