De nuevo, y ya son demasiadas veces en los últimos años, la grada de Mestalla asiste a una situación muy peligrosa para el Valencia, agravada por la nula planificación deportiva y el expolio indecente al que ha sido sometida la entidad. Desde el desembarco de ... Meriton en 2014, se han sucedido con demasiada frecuencia los episodios de riesgo pero, probablemente, nunca como hasta ahora se ha generado una descomposición de semejante calibre. Otro duro invierno congela el alma del valencianismo.
La primera vez que se encendieron las luces de alarma fue en el segundo ejercicio de Peter Lim. La campaña 2015-16 arrancó con el Valencia clasificado para la Liga de Campeones después de una complicada eliminatoria previa ante el Mónaco. Nadie podía sospechar que el equipo adiestrado por Nuno iba a diluirse a medida que avanzaba el calendario. Eliminado de la principal competición continental, se pudo reenganchar a la Europa League mientras que en la Liga iba de mal en peor. El descontento de la grada le costó el cargo al entrenador portugués, seguido de un llamativo golpe de efecto con nombre y apellidos: Gary Neville. El impacto mediático por la contratación del inglés fue inversamente proporcional al rendimiento deportivo. El fracaso era más que evidente y el Valencia empezó a bajar en la clasificación hasta situarse en una zona peligrosa.
Con los nervios a flor de piel, se disputó un duelo crucial con el Espanyol en Mestalla el sábado 13 de febrero resuelto de forma favorable y por la mínima con remontada incluida. Los goles de Negredo y Cheryshev en apenas 6 minutos proporcionaron un triunfo providencial. Sin embargo, la amenaza no desapareció por completo y al señor de Singapur no le quedó más remedio que relevar al entrenador. Ayestaran tomó las riendas cuando el panorama volvió a ponerse feo. El equipo se acercó demasiado a la cola de la tabla. El cambio surtió efecto inmediato. El Valencia se vino arriba y encadenó tres triunfos. El primero de ellos fue en un duelo agónico ante el Sevilla con gol de Negredo en el último minuto, a continuación vino una victoria en el Camp Nou, donde un par de meses antes el Valencia había recibido siete goles en las semifinales de la Copa, y para rematar llegó una goleada ante el Eíbar. Las últimas jornadas fueron de trámite, los valencianistas, garantizada la permanencia, sólo fueron capaces de sumar un punto en cuatro partidos y terminaron el torneo en la decimosegunda posición, a 6 puntos del descenso.
Los fantasmas reaparecieron un año después. El pésimo arranque de campeonato con cuatro derrotas seguidas le costó el cargo al entrenador vasco. La presencia de Voro sirvió de revulsivo con dos triunfos y una derrota en tres jornadas antes de la llegada de Cesare Prandelli. El italiano no tardó en asumir el engaño en el que había caído y rompió la baraja. Las promesas de reforzar la plantilla se las había llevado el viento y decidió abandonar el barco escarmentado por las mentiras de Meriton. El equipo tocó fondo en la jornada 14, cuando el Málaga arrancó un empate de Mestalla gracias a un gol en el último minuto. Ese resultado dejaba al Valencia con 12 puntos, igualado con el Sporting de Gijón que ocupaba plaza de descenso. La situación se mantuvo en la siguiente jornada hasta que, con Voro en el banquillo, empezó a entonarse con resultados positivos, entre los que destaca el triunfo ante el Real Madrid en casa por 2-1.
A continuación, se registró otra victoria providencial como local ante el Athletic de Bilbao, dirigido por Valverde, con goles de Nani y Zaza. El Valencia concluyó el campeonato, al igual que en la campaña anterior, duodécimo, con la particularidad de que en este ejercicio el descenso estuvo casi siempre decidido para tres equipos que se descolgaron muy pronto y no tuvieron capacidad de reacción: Osasuna, Granada y Sporting de Gijón, aunque los asturianos experimentaron una mejoría insuficiente en el tramo final del campeonato. Con la llegada de Marcelino el Valencia regresó al reino de los elegidos y vivió un par de campañas marcadas por el éxito. Peter Lim decidió que no le interesaba el modelo y optó por la demolición del único proyecto sensato y ambicioso que se ha vivido en Mestalla en la última década. Salvo la clasificación para la final de la Copa de 2022, el Valencia ha estado sumido en los últimos años una etapa de mediocridad, ausente de Europa, y condenado a la angustia de luchar por la permanencia.