PACO LLORET
Sábado, 1 de diciembre 2018, 00:54
El Valencia y el Real Madrid lucharon a brazo a partido por llevarse el título de Liga y por clasificarse para la final de Copa. El equilibrio de fuerzas deparó cuatro partidos repletos de intensidad. Hubo sendos empates y una victoria para cada uno de los contendientes. Pocos goles y resultados ajustados. También hubo polémica arbitral, un ingrediente habitual en estos duelos llevados al límite. Sucedió en la temporada 71-72, un ejercicio que marcó un punto de inflexión para la entidad valencianista. A partir de esta campaña entró en un ciclo de escasa relevancia competitiva, de la que saldría, un lustro después, gracias a las cabalgadas de Mario Alberto Kempes.
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En un fútbol sin extranjeros, salvo los oriundos de procedencia sudamericana, los futbolistas españoles marcaban las diferencias. El Valencia disponía de una plantilla muy potente con numerosos internacionales que bajo la sabia batuta de Alfredo di Stéfano había conquistado la Liga y alcanzado la final de Copa en la temporada anterior. Aquel doblete frustrado dejaba muy claro cuál era el potencial del club de Mestalla. Había que remontarse al ejercicio 61-62 para encontrar la última vez que un equipo había conquistado los dos títulos: el Real Madrid de Puskas y Di Stéfano. El Valencia era el rival a batir en la primera campaña con 18 equipos en la máxima categoría. No solo defendía el título sino que se estrenaba en la Copa de Europa. La plantilla se reforzó con los centrocampistas Lico y Adorno, el delantero Quino -el fichaje estrella- y el portero Meléndez.
El duelo estaba servido. La primera vuelta del campeonato fue un mano a mano permanente entre el Valencia y el Real Madrid. Ambos se destacaron muy pronto como los máximos aspirantes al título. Cuando midieron sus fuerzas en el Santiago Bernabéu en la novena jornada del campeonato, les separaba un punto en la tabla. El liderato lo ocupaban los locales. Se trataba del duelo estelar porque eran los únicos equipos que se mantenían invictos. El partido, que había alzado un enorme interés en toda España, fue televisado. La previsible igualdad se tradujo en un empate que satisfizo a ambos contendientes. No resultaba fácil en aquellos tiempos puntuar en el feudo madridista. Los goles fueron obra de los arietes: Santillana abrió el marcador y Quino estableció el 1-1 definitivo. Ambos lucían el nueve a la espalda. Los tantos llegaron antes del descanso. En la reanudación no hubo goles aunque sí acciones polémicas. Las críticas llovieron sobre el colegiado Pascual Tejerina. De hecho, Vicente Peris, el gerente valencianista, editorializó al respecto en el programa oficial distribuido entre los asiduos a Mestalla con motivo del encuentro ante el Deportivo, disputado tres semanas después en términos muy severos. La razón es que Pascual Tejerina, árbitro vallisoletano, había pitado dos semanas después el encuentro ante el Granada en Los Cármenes, donde el Valencia conoció su primera derrota.
«Tememos de verdad, que el sorteo pueda dar lugar a que el señor Pascual Tejerina sea el encargado de dirigir otro partido del Valencia. Hay fundamento para que se suscite entre nuestros jugadores y entre nuestros seguidores una psicosis...... Nuestra experiencia viene a señalarnos que no es, ni mucho menos, el árbitro idóneo para ningún encuentro en el que intervenga nuestro Valencia» se podía leer en aquel texto distribuido en Mestalla la tarde del 5 de diciembre de 1971. Cuando en la segunda vuelta el Valencia recibió al Real Madrid había una diferencia en la clasificación de tres puntos. Una victoria en Mestalla dejaba a los locales a un punto del líder y con el gol particular ganado. El arbitraje del extremeño Sánchez Ibáñez ha pasado a los anales por su lamentable actitud y por los graves incidentes de orden público que tuvieron lugar la tarde de aquel triste 19 de marzo. Una 'cremà' pasada por agua y un escándalo mayúsculo que determinó la suspensión del encuentro antes de finalizar con triunfo visitante por 1-2. Aquel resultado determinó el desenlace del campeonato. El Real Madrid se llevó el título con dos puntos de ventaja sobre el Valencia. Sánchez Ibáñez nunca más volvió a pitar un partido oficial a los de Mestalla.
Tres meses después, ambos equipos se volvieron a ver las caras en las semifinales de la Copa. A diferencia de lo acontecido en la Liga, el primer partido se celebró en Mestalla, en un ambiente de revancha y con una presión constante desde una grada que todavía conservaba el recuerdo de lo sucedido. La indignación por aquel arbitraje condicionó el encuentro. El Valencia se impuso por la mínima gracias a un gol espectacular de Valdez. Advertido por el precedente y por la atmósfera que se respiraba, el colegiado catalán Forés, procuró controlar el juego y evitar cualquier altercado. El Real Madrid también pareció afectado por el escenario y apenas creó peligro. Todo quedaba pendiente para el encuentro de vuelta en el Santiago Bernabéu. Allí, el Valencia, al igual que en la Liga, volvió a empatar, esta vez sin goles, en un duelo de enorme emoción y con una gran actuación de la zaga valencianista. El conjunto de Di Stéfano, pese a la importante baja del lesionado Claramunt, obtuvo su clasificación para la gran final.
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