Borrar
David Fuster: «La afición me hizo capitán de Olympiacos»

David Fuster: «La afición me hizo capitán de Olympiacos»

El exfutbolita, que gestiona el talento de la Academia del Valencia, reflexiona sobre el futuro de las canteras: «El objetivo es el jugador, no los equipos ni las competiciones»

CAYETANO ROS

Viernes, 17 de julio 2020, 00:04

- ¿Qué es el talento en el fútbol?

- Cada uno tiene el suyo: a la hora de driblar, de orientarse en el campo... Lo que quiero hacer en el Valencia es gestionarlo. Llegar a la élite depende en gran parte de lo que uno haga, más allá de las cualidades.

- ¿Cómo lo gestiona?

- Hay cuatro dimensiones: el poder (lo que ya tiene el jugador en lo físico, técnico y táctico); el saber hacer (cómo entiendes el juego a nivel intelectual); el conocer (lo que haces cuando te vas a casa); y el querer (evitar, por ejemplo, culpar a los demás si no juegas y desentenderte). Está enfocado en toda la escuela, pero más centrado en la etapa final: juvenil A y Mestalla. Este año se ha introducido en el Valencia un sistema curricular: desde que entran en la Academia con 5 años hasta el Mestalla.

- ¿De qué se trata?

- Hay unos contenidos mínimos que el jugador debe dominar. Mi departamento sirve de refuerzo. Los sacamos del equipo para trabajar de manera individual. En querubines, por ejemplo, los llevamos a nuevos deportes para potenciar el desarrollo motriz. Que no estén solo centrados en el fútbol. La especialización temprana no es positiva. La etapa infantil, sobre todo de primer año, es difícil porque pasan de fútbol 8 a 11 y es difícil de asimilar. Es la edad ideal para la técnica. A un prebenjamín no le puedes hablar de desmarque de ruptura. El objetivo final es centrarse en el jugador, no en los equipos. Al final, una cantera es sacar el mayor número posible de jugadores. La competición debe verse como un medio para aprender, no como un fin en sí misma. Deben luchar por ganar, pero no es el objetivo, sino mejorarlos individualmente. Los entrenadores deben trabajar por objetivos individuales. El futuro está en el fútbol formativo.

- ¿El jugador con más talento con el que ha jugado?

- Riquelme, en el Villarreal, era brutal, imposible quitarle el balón, hacía magia. También coincidí con Ibagaza en el Olympiacos, él por detrás de mí, y nos compenetrábamos muy bien. Uno de esos jugadores que, por su manera de actuar, facilitan el juego a los demás.

- Riquelme era lento. ¿Tendría cabida hoy?

- Tendría más dificultad, pero jugadores como él, Messi o Iniesta, siempre llegan. Son diferentes. A Riquelme todos lo buscaban, aunque fuera lento y no participara defensivamente. El fútbol no es igual que el de antes, pero tampoco ni mejor ni peor.

- ¿El mejor jugador valenciano?

- Por la proyección, Ferran. De otras épocas, Bruno es especial y marcó una época en el Villarreal. También hay que acordarse de jugadores emblemáticos como Albelda.

- El Valencia no para de producir jugadores: Carlos Soler, Gayà, Ferran Torres, Hugo Guillamón, Alcácer... ¿es generación espontánea?

- Esta zona es de producción de buenos jugadores. Donde hay mejor clima, los niños hemos jugado mucho más en la calle. En las Islas Canarias han salido muchísimos. Eso se está perdiendo, el fútbol de la calle. Es negativo. Yo estaba todo el día en la calle y le decía a mi madre: 'Tírame el bocadillo que voy a cenar aquí'. Tenemos que volver a que el niño tenga las mayores horas de práctica posibles: fomentar diversión y deporte en la ciudad deportiva. Que no pasen tantas horas en casa. Les gusta mucho la 'play'. Es un enemigo contra el que hay que luchar.

- ¿Qué infancia tuvo?

- Muy alegre, vivía en una calle que se llamaba Walt Disney, llena de niños, creamos allí una piña de niños jugando a todas horas. Mi padre era albañil y mi madre, ama de casa.

- ¿Y cómo se combate la tremenda presión a los niños de las escuelas de élite? Porque hay una criba constante.

- Si a un niño lo has traído porque has considerado que tenía unas condiciones para el Valencia y al año piensas que no sirve, el problema es tuyo, no del niño. Quizá no le estamos dando lo que él necesita. Como mínimo, hay que darle un margen de dos años para que tenga una adaptación. Estoy en contra de las cribas anuales. Le haces daño al niño y a la Academia. Es un fracaso. Una academia profesional no se lo puede permitir. Tienes que tener el compromiso de mejorarlo. El objetivo no es que rinda en los partidos, sino que mejore y tenga una capacidad de aprendizaje alta.

- Esa visión romántica contrasta con la crueldad del fútbol base.

- Es muy cruel. Yo tenía recelos para entrar. Pero mi compromiso es ese. No me gusta estar en una academia cruel. Por lo que he hablado con Marco Otero (responsable de la Academia junto a Luis Martínez), ellos no quieren llegar a eso. Es una obligación nuestra evitarlo. Estás sacando a niños de sus entornos, de sus amigos, debes tener responsabilidad y no utilizarlos. Si decides que no continúe, debes argumentarlo muy bien. No te puedes deshacer de jugadores nada más llegar. Lo fundamental es pensar en ellos. No tiene sentido cambiarlos como a cromos.

- ¿Y cómo llegó usted tan tarde a la Primera División (27 años)?

- Estuve en el Oliva hasta los 22. Pasé por todas las categorías de fútbol base hasta el primer equipo. Conseguimos el ascenso a Tercera, nos enfrentamos al Villarreal B y, de rebote, me vino la posibilidad de irme al Villarreal.

- ¿Por qué de rebote?

- Porque estaban siguiéndome, pero tenían cubierta esa posición con otros jugadores como Cazorla. Se quedó el interés en el aire. Me fui del Oliva a Pego, en Tercera, hice la pretemporada y recibí la llamada del Villarreal, porque Cazorla se quedaba en el primer equipo. La suerte influye, que se alineen las estrellas. En esa primera temporada en el filial, ya fui convocado en el primer equipo con Manuel Pellegrini en el banquillo. ¡Imagínate el cambio de estar jugando en el Oliva a estar sentado en el Calderón! '¿Qué estoy haciendo aquí?'. No llegué a debutar. Pasé cuatro años en el filial, subimos a Segunda B y me fui comprado por el Elche con opción de recompra. En el Elche, con 13 goles, fui máximo goleador. David Vidal era el entrenador.

- ¿David Vidal era como parecía?

- Tal cual lo ves, aunque cara adentro del vestuario no es tan gracioso. Tengo un buen recuerdo suyo. Después lo tiraron y entró Claudio Barragán, que me ayudó mucho.

- El Villarreal ejecuta la opción de recompra sobre usted.

- Sí, ya en el primer equipo con Ernesto Valverde, que está hasta mediados de enero porque lo sustituye Juan Carlos Garrido. Debuto el 13 de septiembre de 2009 contra el Mallorca. Fecha importante. Dos años después, otro 13 de septiembre, debuto con Champions con el Olympiacos. La siguiente pretemporada la comienzo, curiosamente en Oliva, y me llama Valverde, que acababa de fichar por el Olympiacos y busca un jugador de mis características.

- ¿Cómo da el paso de irse?

- Fue una decisión muy meditada: me acababa de casar, mi mujer, Àngela, era profesora de inglés en un instituto de Dénia, y no sabía si podía cogerse la excedencia. Siempre le estaré agradecido porque ella me dio el impulso necesario: en Grecia pasé seis temporadas. Me permitió ganar títulos y jugar Champions. Llegué tarde, pero al final llegué a tiempo.

- Para que luego digan que si a los 20 años no estás en Primera, ya no sirves.

- Nunca sabes cuándo te puede llegar a la oportunidad. Cada cual tiene su proceso. A mí, cuando era alevín, me llegó la oportunidad de fichar por el Valencia, hablaron con mi padre, y yo decidí no irme porque era feliz en el Oliva. Quién me dice que por el otro camino habría llegado de otra manera, o que no habría llegado pasando por una academia profesional. Los caminos que llevan a buen puerto no sabes por dónde te vienen.

- ¿Qué futbolista fue?

- Siempre he jugado por detrás del delantero. Fui más bien creativo, me he incorporado a la finalización, en todos los equipos he sumado goles, y siempre he sido un jugador que lo ha dado todo. Ese carácter de no rendirme nunca me permitió avanzar en el Olympiacos. En el Villarreal, con Valverde, al principio no jugaba: solo fuera de casa y contra los rivales más difíciles (el Camp Nou, el Calderón, el Bernabéu). Al principio nos quedábamos fuera de convocatoria Bruno y yo. Pero mi actitud siempre fue positiva, de querer ayudar al equipo. Y eso hizo que Valverde me llamara; si hubiese tenido una mala actitud, Valverde no me habría llamado. Bruno también es un caso de análisis: cuando yo estaba en el filial, él estaba en el C. Siempre ha tenido problemas de pubis, se lo ha currado muchísimo, con un talento especial. Gente como él y como Cazorla son inspiradores.

- ¿Con qué entrenador se queda de su carrera?

- Valverde. Profundizaba en lo que podías darle como jugador. Me corrigió aspectos de mi juego: yo recibía mucho entre líneas, abusaba de querer dar el último pase y perdía muchos balones. Él sabía que yo tenía mucha llegada y me enseñó a descargar a las bandas e incorporarme al ataque. Me permitió ser más efectivo. Estuve dos años con él y me quedé cuatro más en Grecia.

- ¿Cómo llega a ser capitán de Olympiacos?

- Conseguí crear una unión con la afición muy especial. En los primeros partidos, la gente me silbaba porque era un fichaje sin nombre y sin margen. Y el entrenador me ponía continuamente. Comenzaron esos silbidos, pero, como me he caracterizado por no darme nunca por vencido, también gracias a la confianza de Valverde, sabía que tenía que adaptarme a un equipo con 10 nacionalidades. Acabé marcando 13 goles y la gente coreando mi nombre, el no va más, y dedicándome una canción. Siempre he sido muy normal para atender a quienes me paraban por la calle. No cuesta nada. Eso también hizo que la afición me diera mucho poder, la afición me hizo capitán.

- ¿Aprendió griego?

- Para una conversación digna, sí. Luego se embalan y no: domino un poco, pero no a ese nivel.

- ¿Cómo es la cultura griega?

- Viven de una manera muy relajada, el clima es parecido, la comida es espectacular. Cuando les dices de hacer algo, siempre te dicen 'avrio, avrio (mañana)'. Son más pausados. Para mí fue muy fácil adaptarme. Vivía a las afueras de Atenas, zona metropolitana, más a la costa, llena de cafeterías. Me tocó la crisis económica muy fuerte: veías esos dos niveles de vida y no era agradable ver a la gente que lo pasaba mal. Olympiacos es el club del Pireo, el barrio del puerto, trabajador, y siempre se ha volcado en ayudar mucho. Tiene afición por todo el país.

- ¿Qué echa de menos?

- El sentarme en una terraza, frente al mar y tomarme un 'frappé'. Las islas valen la pena. Y la pasión del campo, que contrasta con su carácter pausado, te hace volar: están durante los 90 minutos cantando. Se me erizaba la piel cuando cantaban mi canción o cuando todo el estadio coreaba mi nombre. Eso es lo que más me llevo; más que los títulos, que valoren tu trabajo.

- ¿Es más reconocido allí que en Valencia?

- Sí, mucho más, piso el aeropuerto y siempre hay alguien que me reconoce. Incluso si voy dentro del coche.

- También porque allí lo ganó todo.

- Las seis Ligas y tres Copas de Grecia. Me permitió jugar en Champions y la Liga Europa. Repaso mi carrera y me doy cuenta de dónde he llegado y de qué camino he recorrido. He jugado y he marcado en todas las categorías desde la Preferente. He jugado y marcado en todas las competiciones. Recuerdo mi primer gol en campo del Arsenal. Me siento orgulloso del camino por haber ido poco a poco cumpliendo mis sueños.

- ¿Qué ha estudiado?

- Me licencié en Educación Física en Valencia, de lo que estoy orgulloso. Hice un Máster en dirección de fútbol en la Universidad Europea de Madrid que nos permitió visitar la cantera del Ajax y del Feyenoord. En Holanda y Alemania se invierte mucho más en las academias. El Valencia está apostando mucho ahora por la academia a largo plazo.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias David Fuster: «La afición me hizo capitán de Olympiacos»