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«Hoy es un día triste para mí, toca decir adiós a lo que he dedicado toda mi vida», así comenzó el vídeo con el ... que David Jiménez Silva anunció este jueves su retirada del fútbol a los 37 años. El canario dice adiós a una magnífica trayectoria de dos décadas al máximo nivel después de sufrir una grave lesión en el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda durante un entrenamiento con la Real Sociedad, el pasado 19 de julio. «Toca despedirme de compañeros que son como una familia para mí. Os voy a echar mucho de menos, ché, armeros, celtiñas, citizens y txuriurdines. Gracias porque me habéis hecho sentir como en casa», añadió en su último mensaje como futbolista en activo antes de dar las gracias en cinco idiomas, incluido el valenciano, como homenaje a las camisetas que defendió.
Ahora que el fútbol se ha quedado sin su mago del balón –uno de los españoles que mejor lo ha sabido tratar en la historia– es justo recordar que su llegada al Valencia se debió a una de esas oportunidades del destino. Con 12 años, viajó junto a su padre, Fernando Jiménez, para fichar por el Real Madrid. No pasó las pruebas por «bajito». Esa fue la explicación oficial que le dieron para no incorporarse a la cantera blanca. Los ojeadores del Valencia no dejaron pasar la oportunidad y dos años después, el viaje desde Arguineguín fue para firmar en Paterna y para que, además, su padre encontrara trabajo como jefe de seguridad de la Ciudad Deportiva un tiempo después. Tras proclamarse campeón de España cadete y jugar en Segunda B en el Mestalla, se fogueó en el Eibar y el Celta antes de explotar en el Valencia y enamorar a Mestalla. Su debut en la primera plantilla valencianista llegó en la temporada 2006-2007 con la exigencia más alta posible puesto que debía ocupar el hueco dejado por otro mago, Pablo Aimar. Cumplió con creces con el reto. Más allá del título de la Copa del Rey de 2008, el recuerdo de la afición en los 168 partidos oficiales que defendió la camiseta valencianista (lo que le permite estar en el Top 100 de la historia del club) siempre será el de una zurda privilegiada que inventaba pases al mismo ritmo que marcaba goles antológicos, como el que anotó ante el Chelsea en Londres en un partido de la Liga de Campeones.
«Soy un afortunado que ha podido dedicarse a lo que más le gusta, jugar al fútbol, y hacerlo rodeado de los mejores profesionales, compañeros y amigos que se pueda tener, por lo que me voy con tristeza por no poder ayudar a la Real a una temporada ilusionante, pero feliz por lo que he vivido durante todos estos años. Quiero acabar agradeciéndoles a todos los que me han acompañado en este camino, compañeros, miembros del staff, aficionados... y en especial a mi familia, que siempre ha estado ahí, en los buenos y en los malos momentos. Sin ustedes nunca lo hubiera logrado», destacó en su despedida, donde quiso particularizar en cada una de sus etapas: «Desde que empecé a disfrutar del balón en Arguineguín he pasado momentos inolvidables. Empezando por mi llegada a la residencia del Valencia C.F., con 14 años, las bonitas experiencias en Eibar y Vigo o mi consolidación en Primera con el equipo Ché, ganando una Copa del Rey. He tenido la suerte de formar parte de la mejor selección de nuestra historia, logrando dos Eurocopas y un Mundial, algo que ni en mis mejores sueños me habría imaginado».
Cuando abandonó el Valencia, lo hizo dejando las arcas llenas. Aunque el acuerdo se apalabró en 33 millones de euros, el Valencia logró cobrar 30 del traspaso de Silva al Manchester City en el verano de 2010. En ese primer contrato, el canario se aseguró una ficha de 5 millones netos por temporada que doblaba lo que cobraba como valencianista. Su salida se pudo frenar unos meses, como había ocurrido con Villa un año antes, privando en los dos casos al Real Madrid de su fichaje. Con el delantero asturiano, la entidad madridista activó una ofensiva en 2008, donde se negoció hasta en el Gran Premio de Fórmula 1 en el circuito urbano de Valencia, pero finalmente fue vendido al Barça en 2009. Con Silva se repitió la operación. El jugador recibió la confirmación del acuerdo definitivo entre las partes en la concentración de la selección española en Sudáfrica, a la espera del partido de cuartos de final del Mundial contra Paraguay. Fue un regalo previo a ser campeón.
El mundo del fútbol glosó este jueves en su despedida a uno de los españoles con más talento de la historia. «Gracias por tanto, mago. El Valencia y Mestalla siempre serán tu casa. Es un orgullo que seas parte de nuestra historia», publicó la entidad valencianista. Su mejor pareja de baile, Villa, remarcó su figura: «Enhorabuena por tu tremenda carrera, mago. Un placer haber compartido muchos momentos a tu lado. Gracias por haberme hecho disfrutar tanto en el campo. Mucha suerte para lo que viene amigo, el fútbol te echará de menos».
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