Los jugadores del Valencia posan en los instantes previos al comienzo de la final de la Copa del Rey de 2019, en el Benito Villamarín de Sevilla. Jesús Signes

Un declive que lleva de vuelta al Villamarín

El Valencia se juega la permanencia en el escenario donde ganó la Copa del Rey hace cuatro años | De celebrar un título a sufrir para salvarse en un mismo estadio, un reflejo del empequeñecimiento que ha sufrido el club desde el verano de 2019

Marc Escribano

Valencia

Jueves, 1 de junio 2023, 01:16

El destino es caprichoso en el fútbol. Es algo sabido por todos. Existe la conocida ley del ex, por la que cuando un jugador se enfrenta a su anterior equipo, casi siempre acaba marcando. Pero también están las coincidencias. Como por ejemplo, la de que ... el Valencia volverá a jugar una final esta temporada en el Benito Villamarín. Sí, la última jornada liguera será una final porque se la juega al todo o nada. Lo que comúnmente se conoce como puerta grande o enfermería. No habrá título en juego, sino algo mucho mayor y más importante: la supervivencia de la entidad como tal.

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Porque el descenso es una amenaza real que llevaría al Valencia a la debacle institucional, pese a que las matemáticas digan que sólo existe un 1% de posibilidades de que el conjunto blanquinegro termine la última jornada en decimoctava posición y por tanto, rumbo a Segunda División. Sólo por recordar, el Valencia tendría que perder ante el Betis y que el Cádiz perdiese ante el Elche, que Celta y Valladolid ganasen a Barcelona y Getafe, y que el Almería venciese al Espanyol. Esto provocaría un triple empate a 41 puntos —que sería cuádruple si los almerienses empatan en vez de sumar de tres— que mandaría al Valencia rumbo a la categoría de plata por primera vez desde 1986.

Difícil, pero posible. Porque en este Valencia de Meriton, todo puede suceder. Y más si se echa la vista atrás al pasado más reciente. En el mismo escenario donde los chicos que dirige Rubén Baraja se jugarán la permanencia, se celebró el último título conseguido por la entidad hace cuatro años. La Copa del Rey del centenario fue levantada al cielo de Sevilla por un Dani Parejo que es uno de los diez protagonistas blanquinegros de aquella final que ya no siguen en el club. Sólo cuatro de ellos juegan todavía con la camiseta del Valencia: Jaume Doménech, José Gayà, Gabriel Paulista y Mouctar Diakhaby. Los tres primeros fueron titulares y el central francés entró de suplente en la segunda mitad.

El resto de nombres estelares que tenía la plantilla dirigida por Marcelino —que por supuesto tampoco sigue— acabaron saliendo del club en los años posteriores, algunos de ellos, de forma ridícula económicamente hablando. El empequeñecimiento que ha llevado a cabo Meriton de un equipo campeón ha llevado a la situación que vive el club actualmente, pasando de un grupo capaz de finalizar en dos temporadas consecutivas en puestos Champions y de levantar la Copa a pelear en las últimas temporadas por no bajar. Un descenso que este año es más real que nunca y que pese a que virtualmente está evitado, todavía puede suceder a efectos matemáticos.

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Este domingo estará enfrente el Betis, que no se juega nada ya que gane, empate o pierda será sexto clasificado y jugará la Europa League. Una situación en la que el valencianismo se moriría por estar. Los cantos de sirena a inicios de temporada hacían presagiar que se iba a pelear por entrar en los puestos europeos, pero la realidad es que con el paso de las jornadas y especialmente tras el parón provocado por el Mundial de Catar, el equipo fue cayendo posiciones de forma dramática hasta llegar a ser incluso penúltimo, sólo por delante del desahuciado Elche.

Pese al intento de Meriton de realizar un lavado de imagen al club tras la marcha de Anil este pasado verano, la realidad sigue siendo la misma. El Valencia pasa las temporadas sin rumbo claro, a verlas venir, y este año suerte tendrá de evitar la quema. Como bien se ha dicho muchas veces en las previas de la Avenida de Suecia, «siempre habrá tres peores» que eviten el descenso de un club histórico. Hasta que no los haya. La próxima temporada, si se consigue la salvación, deberá ser un punto de inflexión para cambiar la tendencia negativa. Porque de no hacerlo, el próximo paso inevitable será el descenso. Se irán Mamardashvili, Yunus, Thierry y quién sabe si alguno más con total seguridad. Se seguirá sin reforzar el equipo con fichajes válidos y se continuará con plantillas descompensadas llenas de jóvenes inexpertos comandados por canteranos promocionados de un filial que fue incapaz de ascender a Primera RFEF. El método bautizado como «Meriton Youth Policy» que iba a llevar al Valencia al éxito a base de jugadores formados en Paterna puede que tenga precisamente el efecto contrario. No al éxito, sino al infierno.

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Recuperarse de un descenso a Segunda puede ser imposible. Díganselo a los aficionados del Zaragoza o el Deportivo de La Coruña, que siguen viendo como sus equipos se pelean en el fango por volver a ser lo que algún día fueron. Para evitar terminar así, habrá que amarrar la permanencia en el Villamarín, en el mismo escenario donde cuatro años antes se desmontó el proyecto que estaba precisamente llevando al Valencia a ser lo que un día fue.

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