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C. V.
Domingo, 27 de febrero 2022, 01:15
La de ayer no fue la primera vez que el Valencia juega esta temporada con tres centrales ni tampoco lo fue con Paulista formando parte del trío de defensas, pero sí que con el hispano-brasileño fue la segunda ocasión y en vista de que las dos veces que así ha ocurrido el Valencia ha ganado, no es descartable tampoco ver esta fórmula más a menudo. Incluso este miércoles en Copa contra el Athletic, aún jugando en casa.
De hecho, la primera vez que esta campaña Bordalás apostó por un dibujo con tres centrales fue precisamente en casa y contra el Villarreal. La táctica dio resultado y el 2-0 fue la confirmación de que le pilló por sorpresa a Emery, entrenador amarillo. Ahora, con la presión que estaba habiendo hacia Bordalás por los goles que continuamente le estaban cayendo al equipo, el 0-1 da una tregua importante en ese sentido. La crispación que exhibió el entrenador en la rueda de prensa previa al partido de Mallorca fue un claro síntoma de que en el vestuario, incluyendo el cuerpo técnico, había más tensión de lo habitual.
Correia, otro que se va
Hay cosas que a Bordalás parece molestarle más de la cuenta. Su continua exposición para hablar de todas las cuestiones que afectan al Valencia también contribuye a aumentar la presión que hay sobre él. Desde fichajes a cuestiones incluso médicas.
Con la situación médica, por cierto, se lleva extendiendo en el tiempo cada vez más el malestar que dentro del grupo hay sobre la relación con el equipo médico. No son pocos los jugadores que han optado por mantener sus tratamientos de recuperación fuera de Valencia, asesorados por especialistas que les generan más confianza. El último en sumarse a esta lista ha sido Thierry Correia, que padece un esguince de rodilla.
La gran duda es Gayà, que ayer no estuvo en Mallorca y que se desconoce formalmente si podrá llegar para la cita frente al Athletic. Este sábado, el que tuvo que jugar por la izquierda fue Foulquier, con Yunus de carrilero diestro.
La variación, obligada, no perjudicó del todo a Mamardashvili, que conservó su portería a cero. El georgiano exhibió tras el pitido final una camiseta –la llevaba bajo la oficial–, como protesta por la guerra en Ucrania.
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