Lim: el desestabilizador desestabilizado

Peter Lim ha despedido a 48 trabajadores de la administración del club, los penúltimos el matrimonio formado por Jesús Paniagua y Roberta Lazarri (40 años de dedicación entre ambos). Ha fulminado a ocho entrenadores en ocho años (Pizzi, Nuno, Neville, Prandelli, Ayestaran, Marcelino, Celades y Javi Gracia) pagando indemnizaciones por valor de 20 millones de euros. Ha liquidado «a la persona más inteligente del fútbol europeo», Mateu Alemany, que triunfa ahora en el Barça, según lo ha definido esta semana el presidente del Marsella, Pablo Longoria. Ha dilapidado un proyecto ganador al prescindir de Marcelino a los pocos meses de ganar la Copa del 2019 y, regalar, meses después, a siete de sus mejores futbolistas (el Villarreal disfruta de Parejo para codearse con el Bayern de Múnich). Ha mantenido casi cinco años en la poltrona a un analfabeto en términos de gestión deportiva, Anil Murthy, quien mandó callar a Mestalla con un gesto en un partido ante el Alavés. Ha ninguneado al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, con quien Murthy se reunió en marzo del pasado año sin ningún plan para reactivar el nuevo Mestalla (e incluso le afeó la gestión de la pandemia). Ha toreado a las instituciones a cuenta de retomar las obras del futuro estadio hasta que, obligado por el préstamo de la Liga, les está metiendo presión para mantener los privilegios urbanísticos de la ATE y acabar, ahora sí, el campo. Ha menospreciado tantas veces a la hinchada, lo que sus esbirros llaman «abonado raso», que su obra cumbre ha consistido en venderles tan solo 12.745 entradas frente a las 17.720 que ha repartido el Betis, es decir, 5.000 menos, para la final de Copa del 23 en La Cartuja en Sevilla. Ahora, sin embargo, hay «informaciones falsas (…) promovidas por grupos de interés y algunos de sus colaboradores en la prensa que intentan desestabilizar al Valencia CF por intereses personales», dice el último comunicado de la entidad en relación a una noticia de El Confidencial según la cual Lim pretendería acabar el nuevo Mestalla para mejorar las opciones de vender la sociedad valencianista.

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Amedrentados y a mano alzada. Cuando el entonces presidente Amadeo Salvo abrió, en 2014, la subasta para comprar el Valencia CF se presentaron siete ofertas, entre ellas una de Wanda, la mayor fortuna de China, pero los dirigentes, el propio Salvo y su vicepresidente, Aurelio Martínez, solo contemplaron una: la de Peter Lim. Su fervor por el millonario singapurés (ojalá se sepa algún día el porqué) estuvo acompañado de un clima intimidatorio hacia todos quienes pudieran cuestionarse esta oferta. Hubo ejecutivos de Bancaja, principal acreedor, que hubieron de llevar escolta ante las amenazas y los insultos recibidos. Los 22 miembros del patronato del VCF, amedrentados, según reconoció el actual presidente de la Asociación de Futbolistas del VCF, Ferran Giner, votaron a mano alzada a favor de la propuesta singapuresa. Y el desestabilizador se queja ahora de estar siendo desestabilizado.