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Diez de la mañana. Hotel Valencia Palace. Hace una temperatura envidiable aunque la semana ha sido calurosa. Por la puerta y en medio de gran ... expectación mediática y popular van desfilando –risa nerviosa algunos y aire circunspecto otros– los veintidós patronos que van a marcar un hecho histórico en el fútbol español. Desde luego, es una jornada que pasará a la historia de la ciudad. El Valencia Club de Fútbol va a dejar de ser de los valencianos. Seguirá siendo Sociedad Anónima Deportiva pero ya nada será igual desde entonces. Ese sábado tan especial desde el punto de vista del corazón blanquinegro se decidió a quién se le entrega un club con 95 años de vida. El 17 de mayo de 2014 es un día señalado para la hemeroteca y diez años después, ya con la ventaja que da la perspectiva de ver cómo han ido transcurriendo los acontecimientos, es momento de desempolvar algunos recuerdos y sacar también conclusiones.
Lo curioso es que no todos quieren hablar. Es más, la mayoría prefiere guardar silencio y hacer como si aquello les hubiera tocado de lejos aunque ellos, en cualquier caso, sólo hicieron de meros intérpretes. En eso coinciden todos. La responsabilidad de aquella partitura fue de los especialistas de PwC, la prestigiosa auditora que por 700.000 euros –lo que se le pagó por su trabajo– estableció un ranking de favoritas de las ofertas presentadas para quedarse en propiedad las 1.482.246 acciones, que estaban en ese momento en poder de la Fundación (70,4 %).
Francisco Blasco
Exsecretario del Patronato
En menos de cuatro horas se ventiló el asunto. «La voz del pueblo es la voz de Dios», llegó a decir uno de los patronos cuando, triunfante, salió de la sala. LAS PROVINCIAS ha tratado de contactar con muchos de aquellos patronos que, a mano alzada, decidieron elegir y por unanimidad la propuesta de Meriton Holdings Limited, que rondaba los 300 millones de euros y que venía a relanzar el club a la élite continental. Algunos hablan con más o menos prudencia de lo que pasó y de cuáles fueron sus vivencias, otros prefieren sincerarse pero refugiados en el anonimato, los hay –caso por ejemplo Aurelio Martínez– que optan por suscribir las reflexiones de Francisco Blasco (el que fuera secretario de la Fundación y posteriormente su abogado en el juicio contra él y Salvo), y los hay simplemente que ni responden –el mismo Amadeo Salvo— a la consulta.
La mayoría se mueve entre el recelo y la prudencia, aunque en su interior puedan albergar un sentimiento de cierta vergüenza al ver en qué ha quedado ahora el valencianismo: afición desencantada por cómo se le trata desde la propiedad; con un equipo luchando por no descender; con un dueño que no pisa Mestalla desde hace más de cinco años y que se escabulló por arte de magia de aquel compromiso inicial (se llegó incluso a calificar en un comunicado de «innegociable») de adquirir el solar del viejo Mestalla si no había comprador, y con un estadio –por llamarlo de alguna manera– que el club ha dejado que se pudra al sol mientras los políticos se tiran los tratos unos a otros.
Mateo Castellá
Representante de la Generalitat
Este peculiar décimo aniversario coincide –como casi siempre ocurre en el devenir del Valencia– con tiempos convulsos desde el punto de vista social, por ejemplo con el reciente anuncio del principal grupo opositor (Libertad VCF) de vaciar por segunda vez Mestalla mientras el equipo está dentro jugándose los puntos. Eso no lo hubiera podido imaginar ninguno de los patronos, alguno de los cuales entran aún en extrema ebullición cuando recuerdan lo que pasó en aquellas agitadas fechas.
Una cosa fue esta primera votación, cuando se decidía qué oferta era la 'mejor' (el powerpoint que les enseñaron tenía los colores del semáforo para dar las calificaciones oportunos a cada huno de los hitos), y otra la segunda en la que se ratificaba el contrato de compraventa, ese que siempre ha sido objeto de agria controversia, tanto por la letra que finalmente recogió como por el secretismo con el que fue envuelto. De «inútiles» y de «poca vergüenza» han llegado a calificar algunos de los expatronos a quienes fueron sus compañeros de viaje y sobre todo a aquellos que intervinieron en la negociación con Layhoon.
José Luis Zaragosí
Vicepresidente de la Fundación
Eran tiempos raros, en los que a los patronos –a algunos– no se les daba casi bola y a los que preguntaban y mostraban interés parece que a veces incluso molestaban, hasta el punto de tener que ir a la notaría personalmente a ver las ofertas pero siempre que estuviera presente un vigilante que impedía sacar y fotografiar documentos.
«Quien quiso tuvo toda la información», apunta rápido Francisco Blasco, uno de los pocos que no ha tenido ningún reparo en hablar. «Había muchísima tensión alrededor de todo lo que se hacía. También se apreció una gran presión social por vender a Lim, recuerda que fue recibido como un héroe. No había otra posibilidad que vender. ¿Qué se hubiera podido hacer? ¿Dejar que Bankia ejecutara la prenda y empujarnos al concurso de acreedores? Lo que me sentí fue engañado por Bankia, eso me dolió bastante. Siento que nos habíamos esforzado muchísimo por presentarle al banco un plan de viabilidad y al final nos dijo que no. Nunca recibí amenazas ni presiones. La mejor oferta fue la de Meriton. Los primeros cinco años de Lim no fueron malos deportivamente hablando».
Esa puerta entreabierta que ha permitido a Lim dejar sin terminar el estadio de Cortes Valencianas es lo que ha sido objeto de duras críticas. El famoso contrato que se firmó semanas después. Blasco tiene su particular visión: «¿Cómo le puedes pedir a alguien que se obligue a acabar el estadio cuando nosotros no lo habíamos podido hacer? Vicente Andreu promovió una iniciativa para sacar dinero y recogió cuatro pesetas, lo mismo le ha pasado ahora a Martín Queralt. No había otra salida».
Meriton se encaramó a la primera posición del ranking superando finalmente a Dalian Wanda (vinculada al magnate chino Wang Jailin), a Promontoria Holding (del fondo de inversión estadounidense Cerberus) y la empresa rusa Zolotaya Zvezda, que peleó hasta el último segundo. Por el camino, entre otras, quedó THEUP54, mandataria representante de la denominada «oferta árabe», que sobre el papel era una de las que más dinero tenía pensado invertir (400 más otros 130 para el estadio). «Algunos se sintieron presionados», indica José Luis Zaragosí.
«No entiendo por qué no se hizo caso al informe de Mariano Durán, aquel que pedía entre otras cosas que había que pedir garantías. Lim no garantizó nada. Luego se modificó el contrato respecto a las condiciones que se habían expuesto en aquella primera votación. A mí desde luego no me engañaron. Lo que se votó después no fue lo que se aprobó aquel 17 de mayo. Como representante de la Generalitat no podíamos respaldar ninguna propuesta que no nos sacara del aval. ¡Claro que me dolió vender el Valencia!», afirma Mateo Castellá. Después de aquella votación, tres patronos se descabalgaron: Juan Mercé, Eva Turanzo y María Isabel Farinós. Algo no iba bien.
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