El día uno sin Diakhaby

También debió pasársele por la cabeza el infortunio de su excompañero a Omar Alderete. En su afán por evitar el gol de Hugo Duro, el paraguayo clavó la pierna y protagonizó un giro de rodilla que, visto el precedente, hizo que más de uno contuviera la respiración. Final feliz: el futbolista siguió jugando –aunque acabó siendo sustituido en la segunda parte renqueante– y el tanto dio la victoria al Valencia. Como lunar, la amarilla de Guillamón, que cumple ciclo y se perderá el derbi contra el Villarreal.

Positivo día uno sin Diakhaby, por lo demás. Al menos para Rubén Baraja y su equipo. Habría que escribirlo con mayúsculas, lo de equipo. El entrenador ha sido capaz de crear un bloque en el que todos aportan. «Yo estoy trabajando bien y así se le dan la vuelta a las cosas», proclamó Hugo Duro tras otro tanto decisivo. El delantero protagonizó la temporada pasada un curso calamitoso en el que le pasó de todo y ahora mismo ya no le parece nadie un disparate que este verano pueda ir a la Eurocopa.

Quizás allí coincida con un compañero de plantilla que se jugaba su futuro inmediato ante el Getafe. Baraja alineó a Cenk y el turco decidió tomarse la titularidad como una oportunidad y no como un via crucis. Cuestionado por sus malas actuaciones, el central ha visto desde el banquillo como sus opciones de ir a la Eurocopa se diluían. El traspaso de Paulista y la lesión de Diakhaby le reabre la puerta de su selección. Claro está, para ello no debe ganarle en el Valencia la partida un chaval como es Yarek.

El chico tiene toda la carrera por delante, en el club y con la selección española. Cenk no. El turco se tomó el partido en serio. Sin estridencias pero con concentración máxima. Contrarrestó en la segunda parte un par de remates peligrosos del Getafe y a punto estuvo de liarla con un despeje en falso justo después del descanso, aunque se rehizo.

Cenk se adaptó a la perfección a Mosquera, quien no deja de crecer. Como Cubarsí en el Barça parece que lleve muchos partidos en la élite. Al fin la selección vislumbra una pareja de centrales de jerarquía. En el Valencia Mosquera ha madurado a pasos agigantados como el resto de una generación, obligada tras el cierre de grifo –dinero para fichar– por parte de Meriton. Aporta liderazgo y una seguridad que, ante el Getafe, apuntalaron a Cenk.

El turco, ya afianzado, tuvo el aplomo de realizar un despeje suicida que impidió el remate de Yellu. Moneda al aire: era eso o que el exfutbolista del Valencia empatase tras el despeje de Mamardashvili. Al Cenk de otras veces le habría salido cruz en forma de gol en propia meta.

El fútbol tiene su dosis de fortuna. Como la que ha tenido Mamardashvili en su carrera, donde también ha demostrado su calidad. «Lo hice debutar yo», reivindicó Bordalás. Cierto, pero lo sentó tras un mal partido en Sevilla. El georgiano tuvo aplomo y esperó a una nueva lesión de Cillessen. Entonces ya convirtió en suya la portería del Valencia, al que ha salvado en innumerables ocasiones. La de este sábado ante el Getafe es una más.

Mamardashvili fue vital para la mayoría de las 12 porterías a cero que consiguió Bordalás como técnico del Valencia. Baraja ya lleva 13. El vallisoletano empató al alicantino a 48 en la parcela de goles a favor dirigiendo al conjunto blanquinegro. Ambos técnicos tienen mucho en común. Entre otras cosas, el deseo de que pasen los menos días posibles sin Diakhaby sobre el césped.