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MOISÉS RODRÍGUEZ
Lunes, 12 de abril 2021, 00:26
Diakhaby querría haber sido Paulista en Cádiz. Desesperar al valencianismo por un error en la salida del balón, tragar saliva mientras el árbitro te perdona la expulsión y marcar un golazo liberador. Agarrarte el escudo, besarlo y hacer vibrar hasta el límite las cuerdas vocales con un grito desgarrador. Cosas de fútbol que nada tienen que ver con la lacra del racismo. Pero no. Al defensa le tocó protagonizar el lado más amargo del (no) deporte, el de una lacra que hay que erradicar ya.
Pero mientras tanto, el Valencia y el propio Diakhaby abogaron por la normalidad. El central acaparó todas las miradas pero se cobijó en el fútbol. Sin público resulta más sencillo. Con gente en las gradas, ayer seguro que se habría exhibido más de una pancarta en su apoyo. Mestalla habría aplaudido a rabiar en sus primeros contactos con el balón. Pero no, el galo calentó con el mismo silencio que en el Carranza, a pesar del cual la alta tecnología empleada por la Liga no ha sido capaz de identificar al autor de un insulto deleznable.
Más sosegado que hace siete días y más centrado en el fútbol, lo cierto es que Diakhaby completó un buen partido ante la Real Sociedad. Quizás se le pueda achacar un mal pase en el origen de la jugada del 0-1, pero recuperó la posición y evitó un primer remate. No pudo contrarrestar el del segundo tanto, pero tampoco se le puede contabilizar como error. En cambio, en una de sus mejores características, rondó el tanto en dos ocasiones en el área contraria.
Quizás lo sucedido en Cádiz pueda servirle en su aprendizaje como futbolista. Ni así es mínimamente justificable un gesto xenófobo. Los jugadores deben ser noticia por sus aciertos y sus errores. Que sus entrenadores les abronquen tras un mal partido o les feliciten si han estado bien.
El único gesto que pueda interpretarse como una alusión a lo del Carranza fue el de Javi Gracia. A la vista de todos, aún en el césped, el entrenador quiso acercarse a Diakhaby al final del partido para felicitarle. Una forma de recordarle: 'Eres uno de los nuestros'. Paulista, héroe y villano de la tarde, acaparaba entonces todas las miradas.
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