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Llega el Valencia a la jornada nueve con algunos asuntos importantes que tratar. El primero de ellos podría ser el del sistema. ¿Cuál es el mejor? ¿Cuál es el que más le conviene a estos jugadores? ¿Va a acabar el entrenador por imponer el 4-3-3 a pesar de los pesares? Ocho partidos suma ya Celades al frente del Valencia y todavía no se sabe con certeza cuál es el dibujo de cabecera del equipo en estos momentos. Si se coge el planteamiento inicial de esos partidos disputados, el 4-3-3 queda en clara minoría: en tres ocasiones y en ninguna de ellas el Valencia acabó perdiendo. Ahora bien, esta particular estadística tiene trampa porque el 1-1 de ayer tuvo el 4-4-2 como solución para lograr la igualada.
Con solo tres centrocampistas se ganó al Chelsea (0-1) pero se empató también con el Leganés (1-1). A los futbolistas se les atraganta este esquema. Más aún si se tiene en cuenta que más allá de las características de unos y otros, la llegada del técnico coincidió con un claro factor en su contra: cuando no hay acumulación de partidos hay fuga de jugadores con motivo de los partidos internacionales. Eso siempre condiciona a la hora de preparar y mentalizar a la gente. Por eso se ha establecido en el Valencia una curiosa dualidad sobre cuál de los dos arranques es el idóneo para sus intereses, debate que podría generar un sinfín de opiniones (la gente apuesta descaradamente por mantener el 4-4-2) si no fuera por la constante agitación institucional que se vive y que acapara por desgracia toda la atención.
Ayer, dicho sea de paso, regresó Anil Murthy de Singapur y aunque habló para la televisión que paga (sin Mateu Alemany le va a tocar dar la cara bastantes veces), lo cierto es que aportó bastante poco a la incertidumbre general que vive el valencianismo. Al margen del enredo que tuvo Murthy con la pregunta de la periodista sobre si volvería o no a repetir el gesto de hacer callar a los aficionados, el presidente quiso centrar su discurso en el mérito deportivo de haberle plantado cara al Atlético. Como estrategia de club puede ser válida pero demuestra claramente la tensión que se vive internamente y aunque se soluciona, como todo, con decisiones acertadas, al menos los resultados pueden contribuir en el alivio.
Lo bueno para Murthy es que después de este partido en el Wanda, el equipo juega en Lille el miércoles y el domingo que viene en Pamplona. El tiempo juega a favor de Murthy, si realmente lo que quiere es enfríar los ánimos de Mestalla. Si el Valencia gana la próxima cita de Champions –está obligado a intentarlo– y sale airoso contra Osasuna, más de cara lo tendrá todavía para el miércoles día 30 cuando por el estadio blanquinegro pase el Sevilla.
El tercero de los asuntos que este fin de semana pueden contribuir a la reflexión valencianista es el ímpetu desmedido que evidencia Kang In cada vez que le toca jugar. El surcoreano y Ferran van a tener que gestionar esta temporada el hecho de haber sido utilizados como arma arrojadiza de Peter Lim contra Marcelino y, por añadidura, contra Mateo Alemany. Es evidente que la llegada de Celades ha engrasado su tránsito hacia el once inicial pero a Kang In el de ayer puede ser un partido de esos que no olvidará jamás. Catorce minutos estuvo sobre el terreno de juego. Participó en ataque de una manera interesante pero cometió un error de bulto con esa entrada totalmente evitable. Cuando entró en el vestuario, después de ser expulsado, se vino abajo el chaval. Al entrar después el resto de compañeros lo vieron llorando y como no podía ser de otra manera, el grupo trató de animarlo.
Se espera por parte del club un partido de sanción y de confirmarse no podrá jugar por lo tanto en Pamplona. La redacción del acta fue la siguiente: "Realizar una entrada con el pie en forma de plancha golpeando en el gemelo de un rival utilizando fuerza excesiva en la disputa del balón. No precisó asistencia médica". No es la primera vez que el joven futbolista tiene que ser amonestado por el árbitro por no saber equilibrar las ganas que tiene y el rigor del fútbol de élite. Faena tiene José Carrascosa, sicólogo del primer equipo, para conseguir que a Kang In no le acabe pasando factura en este prometedor inicio de carrera.
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