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Un día puede ser un accidente, si ocurre más veces ya es tendencia. El Valencia no juega a nada. Es incapaz de crear fútbol que genere ocasiones de gol. Si te topas con un equipo similar puede entenderse (le pasó en Girona), pero si el ... rival es de cuatro categorías menos es preocupante. Mucho. Hablarán del mal estado del césped (era un patatal, especialmente en la banda cercana a los banquillos) y del entusiasmo de unos chavales que ven enfrente a futbolistas de élite. Nada justifica que sólo dispongas de dos chuts a puerta, uno en cada tiempo. No hay disculpa que si es imposible trenzar jugadas por el centro no se busquen las bandas para surtir de balones aéreos a Yaremchuk, que mide casi dos metros.
Arosa SC
0
-
1
Valencia CF
Gol 0-1, Roman Yaremchuk (8')
Adolece de variantes. ¿Es fallo de los jugadores? ¿Del entrenador? Pues seguramente de todos. Pero el Valencia está obligado a más, debe al menos ofrecer la imagen que históricamente ha proyectado este equipo, mutilado por la sinrazón del magnate de Singapur, que ha dejado a su suerte al conjunto blanquinegro. No quiere que el club le cueste dinero y si es a costa de empequeñecer la plantilla, pues así será. Los jóvenes han ido solventando situaciones que no le corresponden. Para ello está Paulista, Hugo Duro o Yaremchuk, ese descubrimiento de Corona. Al menos el ucraniano marcó. Fue su primer gol como valencianista. Doce partidos de Liga (llegó con la competición en marcha) y dos encuentros de Copa han tenido que pasar para que se estrene. El atacante, cedido por el Brujas sin opción de compra (tampoco hacía falta), fue titular por primera vez. Se fajó con los defensas gallegos, intentó el juego de espaldas y remató con la zurda cuando apareció un balón perdido en el área. Era el minuto 8. Todo apuntaba a paseo en barca y por poco el Valencia se ahoga. Por muy poco. Los minutos finales fueron un asedio del Arosa, que recibió ayuda ajena. Cenk, oculto buena parte del partido, sin acciones de riesgo, se manifestó cuando afloraron los nervios. Un fallo en el despeje del turco (el de los cinco millones, los mismos que Pepelu) facilitó a Sylla encarar a Jaume Doménech, que repelió el balón y el rechace no lo supo aprovechar Mella. Y ya en el minuto 92, cuando lo normal es crear un rondo con pases fáciles para dejar pasar el tiempo, otro desacierto del zaguero facilitó una última acción del Arosa para llevar el partido a la prórroga. Realmente hubiera sido lo más justo por lo visto en el césped. El empuje, las ganas y las ocasiones fueron gallegas. La preocupación la protagonizó el Valencia.
Baraja tenía claro que había que rotar, debía dar descanso a los futbolistas que más cuentan. Porque son siempre los mismos. Ante la escasez de recambios de garantías, el vallisoletano tiene que tirar del mismo once. En Arosa no partió de inicio ninguno de los que lo hicieron en Girona. Era un equipo reconocible, con jugadores notables como Diakhaby, Guillamón, Amallah o Sergi Canós. Todos obligados a reivindicarse, a enviarle un mensaje al técnico. Ninguno lo hizo. El central y el mediocentro aún cumplieron, los otros dos jugadores acumularon errores. El marroquí sí tuvo, el menos, una falta que atajó el portero del Arosa. El castellonense empieza ya a preocupar. Insisten en que le falta ponerse a tono, pero son ya demasiadas semanas, con parón de selecciones incluido, para alcanzar la forma que obliga jugar en el Valencia. Del resto, la buena noticia de ver un partido completo a Jesús Vázquez y comprobar si Iranzo y Gozálbez serán del primer equipo por derecho propio.
El encuentro se puso muy pronto de cara con el tanto de Yaremchuk. El Valencia mostraba una buena actitud en el inicio. La pelota se asentaba en el área gallega y al menos se intentaban acabar las jugadas. Pero el choque fue diluyéndose con pelotazos sin sentido, favorecidos por un césped en pésimo estado. Ya al final del primer tiempo la tuvo el gallego Borja Míguez, pero su chut se fue alto. El atacante del Arosa mostró todas las virtudes que adornan a Hugo Duro. Peleó, se fajó con quien fuera, incordió y hasta tuvo ocasiones.
Del tostón de la primera fase se pasó a acciones fulgurantes al inicio de la segunda. El Arosa salió a por todas y sorprendió a un Valencia vegetativo. Por ahí apareció de nuevo Míguez, primero con un cabezazo y luego aprovechando el rebota tras el despeje de Jaume. Luego era Sylla. Mientras, el conjunto blanquinegro estaba repleto de imprecisiones, sin nadie que tomara el mando. Amallah perdía todos los balones que le llegaban a los pies. Era desesperante. El Valencia desaprovechaba todos los duelos. Todos los ganaba el Arosa. Baraja quiso variar la querencia con los cambios. Debutó Fadal (en el inicio lo hizo Camus) y apareció el gaseoso Fran Pérez, a ver si en alguna arrancada llegaba la tranquilidad. Luego apareció Alberto Marí tras cuatro meses de baja y Thierry, que se marcó una jugada de eslalom que acabó con una rabona. Artista. Pero los que protagonizaron todas las acciones finales fueron los jugadores del Arosa. El Valencia acabó encajonado en su área. Cenk ayudó a ello con varios fallos. En una de ellos casi marcaron Sylla y Mella. En el córner posterior Jaume salió sin sentido y el balón pululó por el área pequeña sin que nadie acertara. Al Valencia le tocó cara, aunque sólo fue por suerte.
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