El regreso del bronco y copero

El Valencia recuperó a tiempo su condición histórica de bronco y copero para desengrasar la versión liguera del proyecto de Celades. Su primera victoria en el nuevo San Mamés, y la primera en la casa del Athletic desde que en 2012 Soldado perforara por tres veces la guarida vasca en la versión clásica del estadio, no recuperó el estilo de Marcelino. Es cierto que el debate actual es goloso pero el juego que desplegó ayer el Valencia en el botxo hunde sus raíces de forma mucho más profunda, como si fuera su particular árbol de Gernika. La plantilla valencianista hace más de dos décadas que está diseñada para realizar un estilo de fútbol determinado. Donde se siente cómodo, donde sale el ADN del club. Un Valencia que sabe defender y montar su ataque en pocas décimas de segundo. Un Valencia que, además, cuando el acierto no le permite rematar los partidos sabe desesperar al rival defendiendo una renta mínima sacando a pasear el manual del fútbol de toda la vida, del choque y la anticipación que hará que el rival, revolucionado en busca del empate, siempre caiga en la trampa. Todas esas etapas sucedieron ayer sobre el espectacular tapete de San Mamés. Un campo que, por cierto, se levantó gracias a un proyecto mixto parecido al que despreció en su momento Juan Soler con su ataque megalómano. En 2019, unos disfrutan de un estadio top en Europa y otros, lamentablemente, de una obra esquelética que es pasto de youtubers.

Con la recuperación del 4-4-2 como sistema volvieron los automatismos. En todas las líneas. Con Ferran Torres y Cheryshev como puñales, Guedes deberá tomar nota porque con las tablas de la ley de la meritocracia y el nivel actual del ruso su vitola de titular corre el peligro de diluirse, el Valencia se sintió muy cómodo. Coquelin, más centrado en el dibujo, también. El gol del triunfo fue le mejor reflejo de ello. Tras una recuperación, Parejo armó un ataque rápido para asistir a Maxi Gómez. La conducción del uruguayo fue perfecta. Esperó al momento justo para prolongar el balón a la carrera de Ferran Torres. Cheryshev comenzó al mismo instante su desmarque por banda izquierda. El canterano sólo tuvo que cederla para que marcara el ruso. El VAR le dio algo de suspense al asunto pero el gol fue legal porque el hombro de un defensor del Athletic habilitaba al pie de Maxi Gómez en el arranque de la jugada. Si los de Mestalla hubieran tenido acierto de cara a portería podrían haber certificado una goleada de escándalo.

Los jugadores que ayer vestían de azul no quisieron perder la concentración ningún segundo y comenzaron a ganar antes de que rodara la pelota. Mientras San Mamés ovacionada a Javi Salgado, el eterno capitán del Bilbao Basket, Maxi Gómez aplaudía a sus compañeros para subir el ánimo de su tropa y de él mismo. El uruguayo saltó a comerse el partido, como si en su mente lo de ayer fuese una prolongación individual de su acierto rematador ante el Getafe. Le bastaron cinco minutos para rozar el gol, empalando de derechas una buena asistencia de Wass. Celades resoplaba en la banda pero tres minutos después, cuando Rodrigo rozó otra ocasión de peligro tras centro de Cheryshev, se calmó sabedor de que el gol iba a llegar. Cuando al reloj aún no había subido el diez Maxi Gómez tuvo otra clara ocasión pero su remate algo escorado se marchó lamiendo el palo derecho de Simón. En el 16 Garay, que se retiró al descanso por molestias en la pierna derecha, soltó un latigazo que no besó la red porque el portero del Athletic realizó la parada del partido. Cuatro ocasiones en menos de veinte minutos. A la quinta, la vencida.

A raíz del gol, el Valencia se hizo con el mando del partido ante un Athletic que no encontraba la manera de hincar el diente. Su primera llegada ocurrió en el 35, pero Cillessen despejó el disparo de Williams por la izquierda. Así se llegó al descanso. Los de Garitano intentaron a aprovechar el cambio en defensa, Garay se entendió a la perfección con Diakhaby en la primera parte, pero lo que casi llegó fue el segundo gol del Valencia en las botas de un Maxi Gómez que completó un gran partido pese a no marcar.

Cillessen celebró el regreso de su titularidad, tras ver los tres goles del Getafe en Mestalla desde el banquillo, con su portería a cero y con una intervención que, a la postre, certificó la victoria en San Mamés. Williams encaró al holandés como una centella pero su primer remate encontró los reflejos de las piernas del portero. El segundo besó el palo de forma violenta. Con el Athletic achuchando y colgando balones era importante no perder la concentración. También estar atento a las nuevas normas. La forma de defender de Wass, con las manos en la espalda para evitar cualquier penalti al azar, fue un buen detalle. La entrada de Aduriz, con media hora por delante, arengó a San Mamés. La lucha del veterano delantero con Diakhaby fue sencillamente maravillosa. De fútbol de otra época. Los dos se fajaron, se agarraron cuando había que hacerlo y lo encajaron sin ningún gesto despectivo hacia el rival. Williams, el mejor de largo del Athletic, tuvo la última ocasión para los suyos pero su disparo volvió a perderse por el césped tras saludar muy cerca a uno de los palos. Celades movió el manzano permitiendo el debut de un Manu Vallejo que tuvo la última ocasión el Valencia, con un disparo duro que blocó con el pecho Yeray, y la entrada de Sobrino. Los últimos minutos fueron un manual de cómo hay que cerrar un partido con 0-1 en territorio comanche. La victoria, la primera del proyecto de Celades en Liga, ahora tiene que refrendarse en Mestalla. Aparcar la bipolaridad.