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Diego López, presionando a Gorosabel. EP

La misma penuria de siempre

Los fallos en defensa y la imposibilidad de marcar envían al Valencia al vacío. El mercado de fichajes no ha servido para mitigar las carencias del equipo, que acumula ya dos derrotas seguidas

Sábado, 2 de septiembre 2023, 17:25

Baraja se mostraba resignado en la previa del choque con la plantilla que Meriton ha tenido a bien ofrecerle y lo refrendó tras la derrota ante el Alavés. Pues imagínense cómo están los aficionados. Se temen lo peor. Si la temporada pasada se sufrió hasta la última jornada, esta tiene toda la pinta de seguir por el mismo camino. El técnico hablaba de «plantilla corta». Y limitada. Y desequilibrada. E impropia para un club como el Valencia. Con una defensa casi ridícula y un ataque incapaz. Pero Meriton, por boca de Javier Solís, se remitía a la sostenibilidad. Pues sigan así y nos veremos en Segunda División.

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Deportivo Alavés

Sivera, Gorosabel, Sedlar (Tenaglia, 75'), Marín, Duarte, Guevara, Blanco (Benavídez, 88'), Guridi (Hagi, 88'), Alkain (Sola, 66'), Rioja y Kike García (Omorodion, 75').

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Valencia CF

Mamardashvili, Foulquier, Diakhaby, Cenk (Mosquera, 46'), Gayà, Pepelu, Javi Guerra, Almeida (Canós, 61'), Thierry (Fran Pérez, 46'), Diego López (Amallah, 70') y Hugo Duro (Mario Domínguez, 81').

  • Gol 1-0, Cenk Ozkacar, en propia meta (6').

  • Árbitro González Fuertes (Comité Asturiano). Amonestó a Guridi, Gorosabel, Gayà, Guevara, Diakhaby y Benavídez.

  • Incidencias Partido disputado ante 16.641 espectadores en Mendizorroza.

Que Peter Lim siga decidiendo sí que es insostenible. Es capaz de bendecir el pago de cinco millones de euros por un jugador como Cenk, que ni en sus mejores sueños podría pensar que jugaría en un equipo de la entidad histórica del Valencia por sus menguadas condiciones, pero se muestra roñoso para fichar jugadores en los puestos clave que reclamaba el entrenador. Falta un central de garantías, no hay un mediocentro defensivo robusto, en las bandas faltan recursos y arriba veremos qué ofrece Yaremchuk, que en el Brujas era suplente del exbarcelonista Jutglà. Falta otro atacante (ayer tuvo que saltar al campo un juvenil como Mario Domínguez) y mil cosas más. Como haber dado salida a Foulquier, por ejemplo.

Es que la defensa valencianista es un auténtico drama. Lo salva Gayà y al menos en Mendizorroza se vio que Mosquera tiene condiciones. Pero el canterano, junto a un central de referencia, podría crecer. Con Diakhaby o Cenk acabará arrastrado a la mediocridad. Si a todo esto le sumas que te plantas en el campo creyendo que sin poner intensidad tienes alguna opción, pues pasa lo que pasa. No se había cumplido el primer minuto y Cenk enviaba un pase atrás a Diakhaby, el guineano se quedaba parado y Mamardashvili cometía penalti sobre Rioja, más listo que todos ellos. La fortuna en este caso se alió con el Valencia al desviar el georgiano las dos penas máximas lanzadas por Kike García.

Pero lo que debió ser un acicate se convirtió en otro freno. Y el Alavés lo aprovechó. Jugada por la banda izquierda y centro al área donde Cenk y Diakhaby no saben qué hacer y en lugar de despejar el balón, este finalmente golpea en el turco y se aloja en la portería. Era el minuto 6. Baraja decía al acabar el choque que no sabía qué había pasado, que había faltado intensidad, que en las segundas acciones siempre llegaban tarde sus jugadores. Situaciones inconcebibles. En la guerra al soldado se le presupone la valentía, un futbolista al menos debe presentar energía y vigor en las acciones. Sobre todo al principio, que aún están frescos. Un equipo recién ascendido desnudó al Valencia, que suma ya dos derrotas seguidas.

Está claro que el inicio liguero fue más un ilusión que una realidad. Ante el Alavés, además, se mostró peor fútbol que ante Osasuna. Especialmente en la primera mitad, donde tras la empanada inicial el control del juego siguió siendo local y sólo en algún destello el Valencia pudo acercarse al área de Sivera. Lo intentó Javi Guerra con un chut flojo y Hugo Duro lanzó una balón cerca del palo a centro de Gayà. Y pare de contar.

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Baraja mandó un mensaje al descanso. Sentó aCenk, el de los cinco millones, el del mayor desembolso del Valencia en este mercado de fichajes, para dar enrada a un canterano de 19 años. Mosquera cumplió e incluso salvó al equipo de alguna opción de peligro alavesista. También dejó fuera a Correia y dio paso a Fran Pérez, con mucha más mordiente por la banda. El Valencia consiguió algo que le dio vida. Movía el balón con mayor ritmo que el rival. Daba tres pases seguidos, buscaba el área rival, intentaba algún centro. Vamos, lo normal para intentar ganar el partido.

Al cuarto de hora de la segunda mitad el equipo disfrutó de la mejor ocasión del partido. Fran Pérez centraba al área, donde Diego López, con un control orientado, se plantaba ante Sivera, pero su disparo colocado lo desviaba el guardameta valenciano. Luego lo intentaba Canós con un chut desde fuera del área. Pero el Alavés no tenía excesivas dificultades en sacarse la presión valencianista y plantarse ante Mamardashvili. En una de ellas Kike García la tuvo con un cabezazo mientras Diakhaby, su marcador, se mostraba distraído. Como ocurrió la mayor parte del partido. Si Baraja lo sacó del centro de la defensa en partidos anteriores será por algo. Pero la lesión de Gabriel Paulista le ha devuelto a una posición donde hay momentos que es un peligro público.

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El técnico hizo debutar a Amallah (el marroquí tiene maneras de buen futbolista, busca acciones verticales) y apostó por Mario Domínguez para el ataque en lugar del recién llegado Yaremchuk, que estaba en el banquillo sin ningún entrenamiento con sus compañeros. Un poco antes de esto pudo aplacarse el golpetazo si el árbitro González Fuertes se hubiera atrevido a pitar un penalti clarísimo de Tenaglia a Hugo Duro. Increíble que no lo viera ni que alguien se lo dijera. Golpe en la pierna sin tocar el balón en el área: a los once metros. Pero el colegiado se escondió. Jueguen, jueguen. De ahí hasta el final continuó el recital de Rioja, que llevó loco a Foulquier (tampoco es muy difícil), hasta que el pitido final concluyó que con Meriton nada cambia. Sí, a peor.

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