JUAN CARLOS VALLDECABRES
Martes, 30 de octubre 2018
El CD Ebro recibe al Valencia CF en la ida de dieciseisavos de Copa del Rey, en La Romareda a las 19:30 horas.
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Once de Marcelino García Toral: Jaume Doménech, Rubén Vezo, Diakhaby, Murillo, Lato, Ferran, Carlos Soler, Wass, Kangin Lee, Gameiro y Santi Mina.
Once del técnico del Ebro, Manolo González: Salva, Jon Ander, Luca Ferrone, Michele Diana, Ubay, Sandro, Víctor García, Jan, Raúl González, Sergio y Tiago.
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Marcelino no es de los que suelen olvidar y ayer Batshuayi recibió un toque de atención público por parte de su entrenador. Si le va a pasar o no factura, teniendo en cuenta las necesidades que tiene el Valencia, es algo que se desconoce, pero que le pregunten a Simone Zaza por qué no está hoy en día en la plantilla blanquinegra, pese a que la temporada pasada fue notable en cuanto a rendimiento deportivo (13 goles). El carácter del italiano, que tanto se echa en falta en este curso, fue precisamente el que le llevó a colisionar en un momento muy concreto con Marcelino. Batshuayi, cedido por el Chelsea y con sólo dos goles en su cuenta personal, ha cometido ahora un error. Fue en San Mamés cuando el belga se ganó una tarjeta amarilla un tanto absurda, precisamente en un momento en el que cualquier matiz por pequeño que pueda ser corre el riesgo de perjudicar al grupo. Según el colegiado, la amonestación fue por «formular observaciones sobre una jugada». La realidad fue que se encaró con el auxiliar de banda de manera tan insistente como descarada. En el descanso se quedó en la ducha.
Este lunes, en la comparecencia de Marcelino para hablar del encuentro copero de esta noche, el técnico asturiano se sinceró cuando se le preguntó por los motivos que le llevaron al cambio de Batshuayi ante el Athletic. Podía haber dicho que fue por dar más frescura al ataque. Pero sutilmente se aprecia entre líneas una advertencia al internacional belga. «Es una suma de todo. Lo que más nos llevó es que vimos que con la amarilla había perdido la concentración y eso podía llevarle a una situación que no deseábamos: no estar centrado al haberse salido del partido podíamos habernos quedado con diez. Queríamos darle una modificación pero lo que más incidió fue la tarjeta y que su nivel de concentración lo había perdido».
Batshuayi va hoy a La Romareda a vérselas con el colista del grupo III de Segunda B. Una oportunidad magnífica para quitarle una ligera capa de polvo a las estadísticas, cuestión en la que el entrenador se esfuerza una y otra vez en evitar que salpique a los intereses del colectivo. «La solución -al problema del gol- no está en un detalle, en poner a uno u otro jugador. Es la suma de varias cosas. Tener fluidez, frescura, desborde, ganar duelos y acertar. Hemos tenido ocasiones, numerosas en algunos partidos, claras en casi todos, palos (cinco en cuatro empates) eso son datos. Es obvio que nuestro juego de ataque debe mejorar. No meter goles nos quita atrevimiento y nos precipita. La solución es insistir porque son buenos futbolistas. Hay que transmitirles confianza y seguridad de que les va a llegar. Eso me corresponde a mí».
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El técnico descarta de raíz cambiar el sistema. El problema es que la versión que da el asturiano se centra en la línea defensiva -pasar a tres centrales- y no en una variante ofensiva: 4-2-3-1 o 4-3-3. «Nosotros podemos hacer ligeros cambios pero no vamos a cambiar lo de atrás. En un porcentaje muy alto se pasa a jugar con tres cuando tu balance defensivo no es lo que pretendes. Pero como el nuestro es bueno, ¿para qué vamos a añadir un defensa? Hay que potenciar el ataque para generar más ocasiones y meter goles. Seguiremos insistiendo hasta derribar el muro».
Aleja Marcelino ahora en sus comparecencias la palabra ansiedad, algo que durante varias semanas ha venido repitiendo. El mensaje de ahora es el de la falta de frescura en ataque y el que no queda otro remedio que seguir en la misma línea hasta que la lógica acabe por imponerse. «Si dijera que no podemos mejorar en esa faceta del juego estaría mintiendo y mirando para otro lado. La creatividad llega a través de la suma de muchas cosas: atrevimiento, desborde individual, asociación colectiva y acierto. Al equipo le falta confianza, es obvio», dice, para concretar que lo que más le preocupa es «nuestra falta de concretar ocasiones, que nos hace no sumar puntos».
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No se perdió y aunque parezca una broma tampoco se empató, pero el ridículo que durante 52 minutos estuvo haciendo el Valencia es para hacérselo mirar. Tuvo que aparecer Santi Mina para evitar la gran vergüenza de la noche. ¿Cómo es posible que un colista de Segunda B, jugando con diez futbolistas desde el minuto 28, sea capaz de sacarte los colores? Desde la roja que vio Tiago antes de la media hora de juego hasta que Santi Mina limpió la mancha en el escudo valencianista con su segundo gol, la tragedia se hizo patente en La Romareda. Pensar que hubiera sido un segundo Guadix es, teniendo en cuenta el partido de vuelta en Mestalla, ir más allá de la lógica pero para un equipo de Champions, que tiene la Copa como principal entretenimiento por su centenario, no se pueden dar este tipo de situaciones tan dantescas.
Que el Valencia estará en los octavos es unan reflexión sincera y acertada. No debe haber color en el partido de vuelta. Pero tiempo tiene Marcelino para repasar con su gente aspectos tan tangibles como los que ocurrieron en la noche de ayer. Por supuesto que te pueden marcar por muy equipo de barrio que sea el CD Ebro, pero que encima te lo hagan en inferioridad numérica y a balón parado, es para tirarse de los pelos. Puede ser por despiste, pero denota una falta de concentración impropia del Valencia, por muy plagado de suplentes que pudiera estarlo. Si se repasa el once inicial, quizás Carlos Soler es el único que puede decir que tiene más o menos la titularidad garantizada cada jornada. Pero no es excusa ni mucho menos, porque el resto ha tenido en diferentes momentos su participación. Por eso aún se entiende menos lo que pasó.
Porque el Valencia volvió a rematar más que el rival. Hasta ahí podríamos llegar. Es lo mínimo que se le puede exigir. Ejerció su mayor dominio, ya que el Ebro tuvo claro que iba a ser un partido para correr y sufrir como nunca. Más aún cuando el árbitro castigó a Tiago con dos cartulinas antes de la media hora. Hasta ese momento el Valencia y el Ebro habían, más o menos, intercambiado algunos golpes con cierto criterio. Los locales se protegían y buscaban los espacios, casi con más corazón que cabeza. Pero desde esa expulsión, los papeles asignados todavía quedaron más patentes. El Ebro pasó a una defensa de tres, con dos laterales muy pendientes y su línea más ofensiva sin llegar al centro del campo. Le iba a caer la del pulpo. ¡Ja! Ni de lejos. El Valencia está negado, ciego cuando pisa el área, con un Gameiro muy alejado de lo que se espera de un delantero de su currículum. El problema para Marcelino es que Batshuayi parece en ocasiones que va a la guerra por su cuenta. Anoche el segundo entró por el primero y la cosa no mejoró lo más mínimo.
Ni la presencia de Kangin Lee sirvió para despertar del aturdimiento general que vive este equipo. Por supuesto que se remató. Pero unas veces mal y otras cerca de los dominios del exvalencianista Salva. La Romareda, con mucha chiquillería y un público ávido de ver a un equipo de Europa, disfrutó más con el corazón y la fe que ponían los futbolistas modestos que con el fútbol previsible de los valencianistas.
Con ese panorama tan extraño discurrió una primera parte tan sosa como ya se ha encargado de hacer en más de una ocasión el Valencia, que a veces parece que ni está ni se le espera. Ferran y Kangin Lee no hacían daño por sus bandas, Soler no encontraba caminos para hacer daño, Gameiro no sabía dónde situarse y Santi Mina parecía todavía falto de ritmo después de su lesión.
Por eso cuando se inició la segunda parte el guión que se podía esperar deparaba un equipo local más atrincherado todavía cerca de su área y una asfixia constante de los blanquinegros. Nadie podía imaginar lo que iba a ocurrir. En una falta lejana a favor del Ebro, el balón se coló al segundo palo y el remate de cabeza de Jon Ander, cuando quiso darse cuenta Jaume Doménech lo tenía ya dentro de la portería. Para echarse a llorar, vamos. Al Ebro, hasta la fecha, le habían marcado gol en el 60% de los encuentros. En cinco de ellos se había quedado, además, sin ver puerta para arañar un empate y esta vez, contra un Valencia, le había dado dos soberanos tortazos. El mundo al revés. El colista de Segunda B ganando a un equipo que aspira sí o sí a meterse en Champions.
A Marcelino le debió entrar un sudor frío entonces. El público no se creía lo que estaba viendo, porque el Ebro todavía era capaz de provocar córners, de intentar vaselinas a Jaume y hasta de gustarse sin caer en la entrega total. Al Valencia, cada minuto que pasaba le estaba suponiendo poco menos que el degüello. No se podía nadie creer que a Valencia se iba a regresar con un 1-0 en contra. Eso era un palo demasiado difícil de digerir, por mucho que Marcelino diga que es únicamente una cuestión de insistir una y otra vez. Eso fue, aplicado, lo que hizo Santi Mina. Es el único delantero que esta temporada no se había estrenado en la faceta anotadora. Tampoco es que el panorama general esté para presumir porque únicamente Batshuayi ha marcado en dos ocasiones. El gallego arregló el desaguisado. Y lo hizo con un potente tiro cruzado que celebró como si hubiera sido la final de la Liga de Campeones y con un remate certero que demostró su verdadero interés en buscar el balón. Santi Mina se ha convertido en la gran esperanza para Marcelino. El gallego lo tiene todo a favor porque conoce mejor que sus compañeros a Rodrigo y porque esos dos zarpazos le dan la moral suficiente para ganarse la titularidad. Desde luego, con Batshuayi y Gameiro desentonando una semana tras otra, la vuelta de Mina es con diferencia la gran esperanza que tiene el Valencia.
CD Ebro
Salva; Ferrone, Jon Ander, Ubay Luzardo, Diana, Tiago; Sandro (Liñán, min.76), Sergio Cortés (Dani Martínez, min.68), Gerrit, Víctor García; y Raúl González (Mainz, min.60)
1
-
2
Valencia CF
Domenech; Vezo (Coquelin, 63), Diakhabi, Murillo, Lato; Soler, Wass; Ferrán Torres, Gameiro (Batshuayi, min.46), Kagn In (Alex Blanco, min.83); y Santi Mina
GOLES: 1-0, min.61: Jon Ander. 1-1, min.70: Santi Mina. 1-2, min.79: Santi Mina
ÁRBITRO: Estrada Fernández, del Comité Catalán. Expulsó por doble tarjeta amarilla al local Tiago (min.29). Amonestó a los visitante Murillo, Lato y Ferrán Torres
incidencias: partido de ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey disputado en el estadio La Romareda de Zaragoza ante unos 15.000 espectadores
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