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Cömert celebra el gol. EFE/ Marta Pérez
Espanyol 2-2 Valencia: crónica del partido | Un punto con fortuna

Elegía de lo inexplicable

El Valencia evita la derrota en la prolongación por un gol surrealista de Comert | El portero del Espanyol facilita el empate en un partido en el que el conjunto de Gattuso vuelve a abusar de los errores

Domingo, 2 de octubre 2022, 13:52

Es asombroso cómo el Valencia cada vez se parece menos a Gattuso. Al Gattuso futbolista. Ese que mordía, que presionaba, que tarascaba. Sergi Darder lo explicó a las mil maravillas al acabar el partido. «No voy a decir que sea fácil marcarle gol al Valencia; pero al jugar tanto al toque, si pierden el balón dejan muchos espacios», manifestó el elegante centrocampista. Pasen, vean y chuten. Joselu controló el balón y remató como quiso y donde quiso. Darder se hizo con la pelota en el centro del campo, se aproximo al área y disparó con tranquilidad. Dos goles que pudieron valer otra decepción. Sólo el 'churro' de Comert evitó un pleno de derrotas fuera de casa. Pero es que la negatividad allende las fronteras blanquinegras es alargada. Desde el 19 de marzo no hay alegría que valga. Ocurrió en Elche con un gol de Guedes. Los exfutbolistas convertidos en analistas hablan de un buen partido, sobre todo en la primera parte. Del minuto 10 al 35 se cumplió a la perfección el librillo del técnico italiano. Toque, otra vez toque y más toques a la espera de encontrar el hueco. Y en estampida hacia la portería contraria. En ese tramo Samuel Lino parecía Vicente Rodríguez en su mejor momento. Se fue siempre que le dio la gana. Una vez para plantarse ante el portero y no acertar y otra para dársela a Cavani a ver si se estrena. El remate se fue alto. Por cierto, el uruguayo comentaba en su debut que no esperaba ser titular. Consideraba que lo más correcto era ir cogiendo minutos de manera progresiva. Su entrenador no le hizo caso. Pues se equivocó aquel día y volvió a hacerlo este domingo. Sólo con el nombre no se triunfa. Es preferible ir acomodándose poco a poco que querer darle todo el protagonismo y acabar oculto. El delantero sólo gozó de una opción y pare usted de contar. Tampoco participó en el juego. Influencia cero. Tanto que acabó sustituido. Todo el delirio que atrajo su llegada se ha diluido. Y no es por culpa suya. Pero quizá no está (todavía) para la exigencia de la competición española. Ya no hay equipos que dejan jugar. Aquí cualquiera aprieta, cualquiera presiona con saña, cualquiera exprime sus posibilidades. Para salir airoso es necesaria una virtud física que el uruguayo todavía no ha conseguido. Cuando lo haga seguro que marcará goles, pero hasta entonces es un valor apagado.

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Fue una primera parte de ida y vuelta. Con espacios para que los centrocampistas filtraran pases a los atacantes. Un partido agradable de ver, un juego vistoso que pone de los nervios a los entrenadores porque las opciones del rival se agrandan. Bueno, a no todos los técnicos. A Gattuso le pone. Saca el balón Mamardashvili y prefiere un pase arriesgado a los centrales que evitar el peligro. Cada patadón, una multa. Así transcurrió buena parte del choque, aunque la segunda mitad difirió respecto al inicio. El Valencia ya no dominó con soltura. El Espanyol se entonó y fue adueñándose del centro del campo. Darder en plan jefazo. Pero una acción puntual lo cambió todo. En un córner un cabezazo imperial de Gabriel Paulista ponía por delante al Valencia. Escenario perfecto. Ahora a aguantar y a evitar la rabieta del rival. Pues nada de eso. Poco después llegaba el balón a Joselu, ya dentro del área, y tenía todo el tiempo del mundo para ajustarse la ropa, mirar si llevaba la bota atada, pensar qué acción tomar y ejecutarla. Un toque sutil para que no llegara el gigante Mamardashvili. Y Thierry, el que estaba más cerca de él, ahí seguía, impertérrito, contemplando la obra de arte.

Pero el hombre es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra. En una jugada posterior Sergi Darder levitaba sobre el césped en el centro del campo, se acerca al área y como nadie le aprieta, lanza un chut a media altura que se cuela en la portería valencianista. Y en esta acción, además, ocurría algo impensable como era el error de Mamardashvili, que creía que el balón iba a ir hacia el otro palo. El Espanyol remontaba el marcador ante un Valencia herido. Gattuso inició el carrusel de cambios buscando fortuna. Cavani fuera, también Almeida y Paulista. Los tres recambios tuvieron protagonismo, aunque cada uno por acciones diversas. Al uruguayo le reemplazó Marcos André, que en lugar de buscar el gol se dedicó a molestar a Vini Souza, golpeándole en la cara, y se llevó una roja. Cuando más lo necesitaba el equipo se borraba el brasileño. Son ya tres expulsiones las que lleva el Valencia en sólo siete jornadas.

Por el portugués salía Nico González, que estuvo a un paso de conseguir el empate en un chut desde fuera del área que sacó Álvaro Fernández en la línea de gol. Y en lugar del central brasileño aparecía Comert. El suizo fue el héroe inesperado. Cuando ya moría el partido, en la prolongación, un balón caído del cielo llegaba a su pie, el central se lo quitaba de encima como el que se aparta una mosca pero el balón hacía una parábola para ajustarse en la cruceta. El portero espanyolista, que ya dio señales de inquietud en la acción anterior, creyó que el balón se marchaba fuera y lo dejó pasar. Luego pedía perdón a su afición. Comert no se lo podía creer. Jamás podrá repetir una acción similar. Pero valió un empate merecido. No hubiera sido justo marcharse de Cornellà con una derrota pero le cuesta demasiado adueñarse de los partidos en campo ajeno. Necesita mejorar.

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