A las puertas del infierno

Hasta Voro empieza ya a asustarse y dar síntomas de impotencia. Es esa sensación, aumentada por el vacile de la propiedad en lo que a fichajes se refiere, la que empujó a Gattuso a recoger sus cosas y salir pitando de aquí porque entre unos y otros se la liaron bien. Este Valencia está tan enfermo que hasta vale la pena no mirar los números. Da escalofríos. Sumar un punto de los últimos dieciocho en juego es preocupante y lo peor de todo es que quien te los ha ganado son rivales de medio pelo, los mismos con los que vas a tener que jugarte por desgracia la salvación. Hay que mentalizarse ya de que el Valencia lucha por no bajar, es decimoséptimo y marca el límite del infierno. La Segunda parecía una temeridad hasta pronunciarla, pero se lo preguntaron los periodistas el otro día a Miguel Ángel Corona y éste, con una postura tan fría como fingida, ni tan siquiera se quiso ni plantear. Pues ya puede ir haciéndolo porque lo contrario es tan osado como el empecinamiento de no reforzar una plantilla que hoy por hoy no se sostiene sola. A los hechos hay que remitirse.

Esta vez quien te ha birlado los puntos es un equipo que en veinte partidos había sido incapaz de mantener su portería a cero. Hasta este domingo. Y lo peor de todo, encima, es que de no haber sido por Mamardashvili, hubieras vuelto de Girona con tres o cuatro en el saco de la vergüenza. Peor no pueden estar las cosas. Que el portero sea el mejor de tu equipo con diferencia es el peor de los indicativos que hay. Y eso que, si algo quiere Voro inculcar a su gente es que por encima de todo, el Valencia debe pertrecharse de medio del campo para atrás y empezar a crecer desde el principio de no recibir ningún gol. De ahí que decidiera cambiar el sistema. Ni 4-3-3, ni 4-4-2... más bien un 4-5-1 con Samu Lino pegado a la derecha, Lato a la izquierda, y Almeida y Yunus protegiendo a Guillamón, con libertad absoluta para que el norteamericano saliera a su criterio en ayuda a Cavani. Tampoco funciona. La idea es buena, pero la puesta en práctica deja demasiadas dudas. Al Girona, por ejemplo, no le costó excesivo trabajo disponer de oportunidades. Las tuvo en la primera y también en la segunda, lo que deja en evidencia la pizarra de Voro.

De nada sirve quejarse del árbitro. Es verdad que hubo enfado en el lado valencianista cuando se interpretó que en la acción del 1-0, Riquelme extendió el brazo y parece que se pudo haber apoyado en él –al menos es discutible– para amortiguar el balón antes de la asistencia del gol, pero ni el colegiado ni el VAR lo consideraron punible. Eso no quita para apreciar que los valencianistas no estuvieron nada acertados ni en la presión ni en la marca al rival. Así puede transcurrir toda la segunda vuelta, amargándose unos y otros de la falta de respeto arbitral y de la mala fortuna, pero si después de veinte días de fútbol estás ahí abajo es porque realmente te lo mereces. Y si no, pues haber metido un gol antes y todo se habría visto desde otra óptica. La tuvieron por este orden Yunus y Lato. La de Yunus la más clara con diferencia de todo el encuentro. Pase inteligentísimo en profundidad de un Cavani que cada día juega más lejos del área y que remata menos, y carrera de Yunus para plantarse por el centro ante Gazzinaga. Pero si Yunus no ha marcado un gol en todo lo que va de temporada, es por algo. No es su año cara a puerta. Por eso su remate, cuando parecía lo más fácil, fue desviado lo justo por el pie izquierdo del guardameta evitando así que en el 23' el Valencia se pusiera por delante en el marcador. Poco después, y con otra veloz contra bien montada por Almeida, el que la tuvo fue Lato. Pero el de la Pobla se ha formado para defender y no para definir, por eso su envío no se sabía muy bien si era un centro a Lino o un remate cruzado. Al final, ni una cosa ni otra.

Mucho antes de estos dos apuntes, también las tuvo y muy claras el Girona. Primero por un remate de Aleix García que salvó Mamardashvili, y después por otro de Castellanos que acabó con el balón besando el larguero. Los catalanes forman un equipo que tiene el trabajo muy interiorizado. Saben a qué juegan y cómo tienen que plasmarlo con cierta sencillez sobre el césped. Qué envidia. Eso es mérito sobre todo de Míchel Sánchez, su técnico. ¿Tanto cuesta a Meriton acertar con los entrenadores? Ahora, el Valencia ha insistido una y otra vez que Voro va a estar hasta final de temporada. Ya veremos.

De momento, lo que toda es darse cuenta que con este matiz defensivo que ha inyectado Voro todavía hay demasiadas fugas. El Girona te pudo hacer tres en la primera parte pero también otros tres en la segunda. De ahí que una y otra vez tuviera Mamardashvili que limpiar los estropicios de su defensa. Ni Comert, ni Cenk, ni Diakhaby ni Paulista son hoy en día de verdad centrales de ese rango que siempre ha tenido por historia el Valencia. No se puede consentir que Borja García te remate como te remató para hacer el 1-0, ni permitir que Stuani en dos minutos te haga dos remates a gol que te los tiene que salvar Mamardashvili, ni dejar que Herrera te golpee sin nadie que le moleste desde casi el área pequeña. Voro, a sus 59 años, sabría al menos estar mejor colocado. Y también morder y morirse si es necesario por un escudo que cada vez está más manchado por culpa de unos y de otros.