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La quinta del biberón refresca el verano blanquinegro y alivia la desazón de Gracia. Al Valencia le están pasando muchas cosas este verano; que se lo pregunten al técnico que a estas alturas no tiene muy claro todavía hasta dónde podrá llegar de verdad con la plantilla que le vayan a dejar. Por eso a veces reconforta ver las ganas de la gente joven de gustar y de aportar en la medida de sus posibilidades. Es tanta la incertidumbre que rodea al Valencia que un partido sin excesiva lucidez cara al gol le sirvió al menos al entrenador para terminar de manera más que aseada este fin de semana tan atípico con dos partidos en 23 horas, justo cuando la musculatura de la gente todavía no está fuerte. Contra un Levante en apariencia con mucho más camino recorrido, los imberbes de Paterna dieron una nota que sobre el papel parecía bastante difícil. Empatar con el Levante echando un vistazo a las alineaciones de uno y de otro se puede considerar un buen síntoma, en parte porque ni los valencianistas dieron la sensación de pagar la novatada ni los azulgrana de saber cómo exprimir su mayor calidad y experiencia.
Eso sí, se olvidaron unos y otros de lo más importante: el gol. Y eso, en un amistoso cuando los equipos todavía no están engrasados del todo, es poco menos que abonarse poco menos que el aburrimiento. Podían haberse pasado toda la noche jugando que probablemente los porteros se podían haber marchado a cenar tranquilamente sin que nadie les echara en falta. Lo bueno, que las defensas de ambos equipos mantuvieron buen tono; lo menos bueno, que los delanteros se aburrieron de lo lindo.
Por poner un ejemplo, la más clara la tuvo Morales, después de un genial servicio de Bardhi en el primer tiempo, pero ni aún así. La colada del capitán la desbarató Cillessen por la falta de acierto en el golpeo cuando se había plantado solo por el hueco que dejaron Centelles y Guillamón. Fue, con diferencia, la opción más clara de todo el encuentro cuando el reloj había superado la media hora de juego. De ahí al final, un tostón por la falta de inspiración de los protagonistas, no sólo a la hora de pisar el área sino también en la creación. Eso sí, este tipo de partidos le sirve a los entrenadores para perfilar opiniones de sus futbolistas.
A Gracia y especialmente al club, por ejemplo, le vino bien ver las ganas de Correia de agradar y de hacerse de notar. Es tanto lo que se ha escrito y con tantos matices negativos de este joven portugués, que al menos resulta agradable ver una aportación interesante por su parte. Lástima que acabara lesionado en el gemelo y que quizás eso le pueda suponer un serio contratiempo, incluso de futuro. Roger, para darle algo de equilibrio a los percances, fue el otro apunte negativo de la tarde, porque pisó a Centelles y se le dobló en tobillo izquierdo hasta el punto de tener que abandonar el terreno de juego antes del final del descanso.
Fue un tiempo, el del inicio, en el que el Valencia salió mucho más despierto y agresivo que lo hiciera en la víspera ante el Villarreal. Le costó, de hecho, a los pesos pesados del Levante tomarle la medida al encuentro. Cuando lo hicieron, parecía que la cosa se iba a decantar del lado granota pero no. El Valencia se mostró firme atrás, con Molina y Guillamón coordinándose bastante bien y haciendo un despliegue interesante de confianza en la salida del balón. Fue tanta la juventud del equipo que el solo hecho de que Kang In fuera el que llevase el brazalete de capitán invitaba a pensar el riesgo de desconexión que corría el grupo. Pero no, Centelles hizo una más que aceptable contribución física por su banda y la lástima fue no ver más poder de convicción en Yunus, tan activo en las anteriores citas pero ahora mucho más controlado por Toño. Los valencianistas, conscientes de que sólo podían resistir si actuaban como grupo, plantaron cara siempre al Levante siendo fieles a ese principio. El mensaje de Gracia es más que evidente: si el Valencia quiere este año ser algo, debe pronunciarse siempre con las líneas bien cosidas. Mejor presionar arriba que tras tu propia trinchera. El concepto lleva aparejado un despliegue físico que hoy por hoy es imposible tener.
Pero dio sus frutos cuando, pese a dejarse acompañar en ocasiones por el mejor manejo de Bardhi, Campaña, Melero y Radoja, ni Roger ni Morales -salvo la apuntada anteriormente- pudieron mostrarse en el área. Ni en los primeros 45 minutos ni cuando llegó el carrusel de cambios levantinista. López distribuyó minutos entre su gente mientras que Gracia esperó al tramo final para evitar el descalabro de unos chavales que se marcharon más que contentos.
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