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El Valencia, este Valencia, es un equipo que te deja una sensación indescifrable. Ni te horroriza, ni te gusta, ni te motiva, ni nada que te conmueva. Es plano. Es predecible. Es uno más. Un empate ante la Real Sociedad en su estadio lo firmaba cualquiera antes del choque. Allí pocos han picado. Pero al acabar te da una sensación de vacío, que con poco más se hubiera roto la racha de un mes sin una victoria en la Liga (cinco partidos). Porque el Valencia jugó frente a un rival disminuido por la expulsión de Elustondo en el minuto 17. Lo normal sería una avalancha de juego y ocasiones para aprovecharse.
Nada de eso. Dominio territorial sí hubo, pero nada más. El propio Gattuso decía aún en caliente que lamentaba la ausencia de construcción de juego. El Valencia juega lento, demasiado parsimonioso, no ataca en profundidad y no hay manera de profundizar al primer toque. El balón se soba demasiado y permite al rival cerrarse. Imanol Alguacil varió el diseño tras la expulsión y se resguardó sin dejar huecos. Sin pases largos que rompan las líneas realistas, sin velocidad para desbordar y sin pases rápidos no es posible romper el muro.
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El fútbol a veces es más sencillo de lo que parece. Faltan futbolistas que sepan aprovechar los momentos, que piensen, que tomen las decisiones acertadas. Y ante la Real la mayoría de jugadores desaparecieron. Gente como Thierry, Yunus o Kluivert pasaron y punto. Sólo Samuel Lino supo interpretar lo que sucedía en cada momento. Hay que firmar el brasileño. Es el único diferencial, que hace cosas que los demás no saben ni pueden hacer. Es eléctrico, chuta a puerta siempre que puede, tiene carácter, posee velocidad. Junto al extremo, los centrales también sobresalieron.
Si esto lo cuentas hace unos meses, nadie te cree. Las críticas a Comert eran continuas, pero el suizo las ha rebatido todas con seriedad, con una salida de balón clara y con mando en plaza. Y este domingo Cenk reafirmó lo visto en su debut. No se complica y no da un pase mal. Lo tendrán difícil Paulista, que ayer volvió a lesionarse, y Diakhaby. También emergió, una vez más, Mamardashvili, pero esto ya no es novedad. No se había llegado al primer minuto y el georgiano tenía que sacar un disparo de Illarramendi con muy mala leche. Pasaban los minutos y parecía el partido que todos esperaban, con dominio alterno. Pero llegó el resbalón, el de Thierry en la banda, que permitió a Illarramendi llevarse el balón, centraba al interior del área y un nuevo infortunio mataba al Valencia. Hugo Guillamón quería despejar y lo que conseguía era marcar en propia puerta.
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El mazazo se atemperó con la expulsión de Elustondo por una patada criminal al tobillo de Samuel Lino. El árbitro le sacó tarjeta amarilla pero desde el VAR le advirtieron para que viera la acción en la televisión. No tuvo duda. Roja directa. El defensa blanquiazul ha sufrido tres expulsiones en su carrera, dos de ellas ante el Valencia. Viéndose con uno más, el equipo de Gattuso se envalentonó. En un córner sacado por Lino casi llega el empate con un remate a su puerta de Mikel Merino. En otro momento de presión, Lino y Guillamón se pasaban el balón en la frontal del área y el brasileño no se lo pensaba para chutar con la fortuna de que Remiro no podía llegar. Era el segundo tanto del extremo en la competición.
El viento soplaba a favor. Nada podía ocurrir que no fuera un dominio absoluto del Valencia con ocasiones continuas. Del deseo a la realidad iba un mundo. De las tres opciones de gol de la primera parte, dos fueron para la Real Sociedad y sólo una para los blanquinegros. Primero la tuvieron Brais y Zubeldia en la misma jugada, luego llegó el cabezazo de Marcos André a centro de Thierry que sacaba un enorme Remiro y por último Comert evitó el segundo tanto local en la misma línea de gol tras un remate de cabeza de Cenk.
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El descanso sirvió para activar las cabezas de los entrenadores. Alguacil hizo cambios para resguardarse en defensa y buscar la pujanza de Sorloth en ataque. Gattuso, por su parte, insistía en que el equipo jugara más directo, con toque con mayor sentido y que chutaran, que así se marcan goles y el mejor ejemplo era el de Samuel Lino. Le salió mejor al técnico vasco. A los cinco minutos de volver al campo el gigantón Sorloth enviaba el balón al larguero. Marcos André quiso imitarlo instantes después con un disparo rasó que golpeó el poste tras un saque rápido de falta por parte de Guillamón. Gattuso daba entrada a Hugo Duro y a Foulquier. El francés regresaba al centro del campo. Es que no hay más. A partir de ahí, sólo una acción en la que el Valencia pudo marcar. Un centro de Hugo Duro y Castillejo llegaba un poco tarde y remataba mal. Quedaba todavía un cuarto de hora y la prolongación. Aunque el dominio del juego era valencianista, ni un acercamiento a la portería. No supieron cómo hacerlo. Si buscar la velocidad por bandas, probar con pases a los huecos, si centrar al área a ver si algún rechace propiciaba una ocasión. Fueron unos minutos insolventes, como el Valencia en el global del partido.
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