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IVÁN ARLANDIS

Canguelo en la noche del VAR

El público pita al final y el equipo se queda a tres puntos del descenso tras evidenciar una fragilidad defensiva

Lunes, 23 de enero 2023

Así no. Al Valencia le sobran ganas y le falta cabeza. Desborda ilusión pero comete tanta cantidad de desbarajustes y en tantas zonas del campo que, como decía Gattuso antes de esta cita, echar un vistazo a la clasificación da cierto canguelo. Y no porque a estas alturas de la temporada estar a tres del descenso provoque tanta pena como miedo -da para las dos cosas-, lo verdaderamente preocupante es lo que se intuye que puede seguir pasando. Por eso el público, los valientes que se atrevieron a desafiar al frío de un lunes, despidieron al equipo con pitos. Así no. Da rabia que no seas capaz de ganarle al Almería, ni haciéndole dos goles y sabiendo además que no ha ganado todavía fuera de casa.

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Le podemos echar la culpa al VAR y a las dichosas interpretaciones de las manos, de las patadas dentro del área y de las caídas que consiguen al final sacar de quicio a todos, pero queda la sensación de que el Valencia camina a base de arreones y trompicones sin tener muy claro realmente cuál es su verdadera fuente de inspiración.

Cuando parecía que con el cambio de dibujo el equipo había encontrado la fórmula para escapar de la mediocridad, ahora parece en cambio que todo puede haberse debido a una estrategia de maquillaje. Porque los errores se siguen cometiendo. Y cada vez con más asiduidad y a un nivel cada vez más infantil.

Y que conste que el primero que avisó de lo que podía ser este año el Valencia fue el propio entrenador, con aquellos 40 puntos que vislumbró en el horizonte y que tanta crispación causó. Pues bien, ya lleva la mitad de puntos y todavía falta dos partidos para llegar al ecuador del ejercicio.

Ojo, que no conviene tomarse las cosas a guasa. Es más que probable que el jueves por la tarde nadie se acuerde de esta cruda realidad y que la Copa se convierta en la tabla de salvación, en la ilusión a la que agarrarse. Grave error, seguramente. Este Valencia no está para dar ni una sola concesión. Que Gattuso quite a buena parte de su armazón en el tramo final del partido levanta la sospecha de que el italiano estaba pensando ya en no agotar ni física ni mentalmente a su gente de cara a la cita contra el Athletic. No está el Valencia para darse ni una sola alegría porque él solo es capaz de perderse y meterse en un laberinto mientras se desarrolla un partido.

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De nada le sirvió salir tan a lo bestia cuando todo ese empuje se quedó en un quiero y no puedo. La tuvo muy clara Kluivert, sí, tras un error del portero que se quitó el balón de encima con la presión de Lino, pero no es la primera vez que es el propio Valencia el que se encarga de facilitarle las cosas al rival. Esta vez, por unas manos discutidas e interpretables seguramente de Paulista -cortó el balón con la bota pero en el rebote le dio en la mano que tenía despegada por el propio impulso-. El penalti lo falló Ramazani pero fue un claro indicativo sobre las posibilidades reales que tenían los andaluces que, con el paso del tiempo, fueron poco a poco desmontando la frágil estructura valencianista.

Sólo hay que repasar la segunda parte para ver que cuando Gattuso quiso ganar casi a la desesperada, Rubí se dio cuenta de verdad que podía llevarse los tres puntos. Fue este segundo acto tan movido como anárquico. Y ni en el intercambio de golpes es mejor el Valencia que el Almería. Eso es lo significativo. Que puedes ganar, pero también perder. En esas se mueve el Valencia actual. Marcó de cabeza el activo Kluivert con un servicio inteligente de Almeida, pero igualó seis minutos después Chumi de cabeza. ¡En un córner! Y no fue el primero que el Almería ejecutó poniendo en apuros a los valencianistas. Leo Baptistao lo percibió instantes después. Entre medias, de nuevo el VAR con un penalti que pitó Gil Manzano por caída de Cavani y que, tras revisarlo en el monitor, le hizo echar marcha atrás.

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Anotaría Lino de cabeza -fuera de juego- y fue Gayà el que sí lo consiguió tras empujar desde cerca -como si de un '9' se tratara-. El tanto del capitán, con manos a las orejas, parecía el definitivo. Pero no. Regalo de Cenk y Portillo ajusta para encabritar más a la tropa. En los últimos segundos, Samu Castillejo remató fuera cuando su cabeza estaba pensando más en la muñeca que en el balón. Toca reflexionar.

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