La dignidad del Valencia

Pedro M. Campos Dubón

Valencia

Sábado, 29 de octubre 2022 | Actualizado 30/10/2022 01:19h.

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Valdano siempre tiene la frase acertada para cada momento. Fue hace 25 años cuando acuñó el mítico eslogan tras una sonrojante eliminación en Copa del Rey frente a Las Palmas, entonces en Segunda División. Para el argentino fue una «derrota útil». Sólo lo creyó él. Enojó al respetable, harto de excusas. Pero hay ocasiones en que tiene más razón que un santo. Porque la derrota contra el Barça debe estimular al Valencia. Se cayó de pie. Con dignidad. Con honra. Con un fútbol que absorbe a Mestalla. Nadie marchaba por la Gran Vía con quejas. Sólo con el cabreo por el resultado pero feliz por la proyección de sus futbolistas. Con un equipo descosido por las lesiones se empleó a fondo, por momentos con un juego excelente y por otros con furia. Y, además, varió la tendencia que machacaba al Valencia en los partidos anteriores. Creció en la segunda parte. Fue un gigante. Hizo mucho más y lo hizo mejor que el Barça. Pero el dinero da la felicidad. Quien diga lo contrario, miente. Le encantaría tener los bolsillos llenos. Y el vil metal permite al conjunto azulgrana disponer de un delantero centro modélico. Siempre está donde debe estar. Es perfecto en lo que hace. Tenga veinticinco años, treinta o esté ya jubilado. Es diferencial en el remate de las jugadas. En la primera fase tuvo un cabezazo que envió al poste y en la segunda dispuso de esa ocasión para rematar con oficio el centro de Raphinha. Fue el tanto que decantó el choque. Lewandowski da puntos. Como debería hacer Cavani en el Valencia, pero el uruguayo tuvo que marcharse lesionado en el minuto 17.

Fue un partido de entrenadores. Xavi acertó con los cambios. El fondo de armario es propio de la familia Kardashian. Allí estaban sentados Gavi, Ferran Torres o Raphinha. Titularísimos. Cuando salieron jugadores frescos se notó. Pero en este caso el mayor mérito fue de Gattuso, que partía disminuido en número de efectivos. Sorprendió de inicio con Foulquier de carrilero, con Thierry encrustado en el centro de la defensa y con Kluivert por detrás de los dos delanteros. Lino se sumaba a Cavani en la vanguardia. Con las molestias del ex del PSG y el acceso de Marcos André, Kluivert volvió a la banda. Y luego ya en la segunda parte, con nuevas lesiones y con el cansancio acumulado, Gattuso llegó a formar una línea media con Hugo Guillamón, Lato y Jesús Vázquez. Dos laterales izquierdos y un central de toda la vida en la sala de máquinas del Valencia. Ni se notó porque el que más empujó fue el equipo blanquinegro hasta el acierto del Barça.

Todo se había preparado durante la semana. Los técnicos conocían todos los secretos del rival. La presión tras pérdida de balón la realizaban ambos con fiereza. Es cierto que poco a poco el dominio territorial era del Barcelona. Pedri la tocaba como quería y buscaba esos pases al hueco propios de Laudrup, casi sin mirar. A mitad de primera parte el dominio era completo de los azulgrana (66 por ciento de posesión) y al Valencia le costaba acercarse a la portería de Ter Stegen. Esto hacía que el Barça se despojara del nerviosismo. No veía peligro y se dedicaba a crear. Y llegaron las ocasiones. Pocas, pero alguna clara, como el cabezazo al palo de Lewandowski. Pero de igual forma el árbitro tuvo que penarle. Marcos Alonso realizaba una falta llamativa a Marcos André que se quedó con una amarilla, cuando la roja no era descartable. Ya a punto de irse al vestuario Paulista tuvo un cabezazo que se marchó fuera. Ocurrió en el primer córner del Valencia.

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Colpisa

De repente llegó el momento donde el equipo de Gattuso suele derrumbarse. El técnico lo ha destacado en cada rueda de prensa. No vale sólo hacer buenos 45 minutos. El fútbol es mucho más. Lo ha achacado a la veteranía, a la mentalidad, a cualquier cosa. Pero mientras hay partidos donde los futbolistas no escuchan a su técnico, en esta ocasión le siguieron sin rechistar. Aparecieron en Mestalla con rabia contenida y con ganas de alegrar al pueblo. A los cinco minutos de la reanudación llegó el gol del Valencia. Hasta que el árbitro lo anuló. Con justicia. Porque Marcos André sacó la mano a pasear antes de que Samuel Lino acertara en el remate. El delantero se quejó de un empujón de Koundé pero hay veces que las explicaciones es mejor ahorrárselas. La excelencia futbolística amainó, pero salió el orgullo. Libra por libra, el Valencia expresó más que el Barcelona, que sólo pegaba arreones por su excelsa calidad. Lo intentó Ansu Fati antes de marcharse al banquillo y luego fue Raphinha tras saltar al terreno de juego. En la parte valencianista Lino disparaba flojo. Todo antes del carrusel de cambios por múltiples lesiones. Los partidos se están haciendo muy largos para muchos futbolistas. Demasiada gente que acaba sobre el césped sin una micra de fuerza. Gattuso sacó todo lo que tenía y formó un equipo irreconocible, con muchos fuera de su posición habitual. Pero daba igual. Había llegado el momento de la dignidad, del amor por unos colores, de que la gente se sintiera orgullosa. El equipo compitió con nobleza, aunque sin excesiva claridad. En el Barça ocurrió lo contrario. Para combatir la ferocidad rival se animan con la calidad. Y llegó la mejor ocasión de la noche, con un remate en solitario de Ferran y un rechace para Raphinha. Hasta que llegó Lewandowski. Injusto.