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Hugo Duro, celebrando el tercer gol junto a Gayà

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Hugo Duro, celebrando el tercer gol junto a Gayà reuters

Valencia CF: abonados a la épica y al sufrimiento

El Valencia vuelve a salvar por tercera vez un punto en el tiempo añadido con dos goles de Hugo Duro que desatan la locura en la grada

Domingo, 7 de noviembre 2021, 14:19

¡Qué bonito es el fútbol cuando se vuelve loco!. La ya mítica narración de la remontada del Valencia contra el Getafe en los cuartos de final de la Copa de 2019, que terminó en las vitrinas de Mestalla, entró ayer en otra dimensión. Hugo Duro la volvió a tocar en Mestalla. Por partida doble y para, de nuevo, provocar el éxtasis en las gradas. Es el destino del madrileño. El jugador, que siempre ha llevado bien el meme, fue el primero en señalarse ayer el nombre cuando marcó el gol de un empate que a mucha gente le pilló en la calle saliendo ya del estadio. Cuando ingresó al césped en el minuto 83, en un triple cambio junto a Vallejo y Koba, el 1-3 era un resultado que hacía justicia a lo visto sobre el césped. Pero el fútbol se volvió loco. Una contra, con pase milimétrico de Gayà, permitió a Duro marcar el 2-3 en el minuto 92. Mestalla apeló a la heroica... y Hugo Duro la volvió a tocar, esta vez de cabeza, en una falta al límite de la bocina. En el 96. Tal fue el estado de catarsis que hasta por megafonía retronó el cántico fetiche. Volvió a corearse por decenas de miles de personas. En esta ocasión, el que la tocó vestía camiseta blanca y no azul.

Si algo no se le puede negar al Valencia de Bordalás es que nunca se rinde. Su estadística como local es tremenda con los descuentos. Ayer volvió a rascar el tercer punto épico con disfraz de milagro. Los goles de Duro en el 92 y el 96 se sumaron a los de Guedes y Gayà en el 93 y 98 contra el Mallorca y al de Marcos André en el 95 frente al Athletic de Marcelino. Cinco goles en el descuento que han valido tres puntos. Teniendo en cuenta que el Valencia ha sumado sólo 17 en las primeras 13 jornadas, conviene no perder el norte con la épica, valen mucho más que tres. Con la doble lectura del peligro que tiene confiar siempre en los milagros. No siempre llegan.

El Atlético, pese a que la sensación por la locura final fue la de que se dejó dos puntos, sigue estando maldito para los de Mestalla, puesto que los valencianistas llevan más de siete años sin ganar un partido a los colchoneros. Una anomalía entre dos equipos que históricamente han sido rivales directos. Es más, de los últimos catorce enfrentamientos Simeone, ha sido el técnico colchonero en todo ese segmento, ha ganado ocho. Ocho de catorce. Una maldición que ayer siguió en Mestalla, pese a todo lo que tocó Duro, evidenciando que a día de hoy el proyecto de Meriton está muy alejado del Wanda.

El deporte tiene sus leyes particulares, esas que también permiten que sea una locura y no algo matemático. Igualar efectivos de inicio en la medular le sirvió al Valencia, al menos, para evitar los primeros arreones madrileños con un Guillamón pletórico cortando conducciones. El problema llegó arriba. El Atlético comprendió, pasados los veinte minutos de tanteo, que el ataque valencianista con el dibujo inicial era de fogueo. Guedes comenzó en punta y, desesperado al no rozar un balón, intentó descolgarse pero sin éxito. Más extraño fue ver a Carlos Soler en tierra de nadie. Con la falta de calidad, objetiva, que tiene la actual plantilla en ocasiones es muy complicado comprender la decisión de prescindir de todo su talento pegado a una banda. Es cierto que para convertirse en un Baraja el canterano no ha tenido la continuidad necesaria pero también lo es que en ese escenario tenía a Parejo o Coquelin de competencia. Wass y Racic no cumplen ni el perfil de ocho ni el de diez. Hay debate.

Con esa versión ramplona del rival, que le dejó la posesión, el Atlético aprovechó el primer desajuste para ponerse por delante. Diakhaby, que hasta ese instante estaba completando un partido sin lagunas, dudó las décimas de segundo suficientes ante Luis Suárez -quedándose a mitad de camino entre buscar el balón o proteger el espacio- y el uruguayo le superó con demasiada facilidad con un cambio de ritmo para marcar de tiro cruzado, con algo de fortuna puesto que el balón se paseó cerca de la línea tras chocar en el poste izquierdo, con Gayà impotente para sacar el que ya era gol visitante.

Ese guión se mantuvo en el arranque del segundo tiempo, pese al empate que llegó con un gol en propia puerta de Savic al desviar con el pecho un centro tenso de Guedes. Ocho minutos tardó Griezmann, tras un fallo de Guillamón, en devolverle al partido el relato que estaba teniendo con un misil que se coló en la escuadra derecha de Cillessen. El Valencia acusó el golpe y el Atlético lo aprovechó para marcar el tercero poco después. Vrsaljko se estrenó con la camiseta colchonera entre una madeja de rebotes a los que el VAR dio validez. A Simeone nadie le había remontado dos goles de ventaja. Lo que se vio en el césped en los siguientes 15 minutos no invitaba a apostar por ello... pero el fútbol se volvió loco para rescatar otro punto apelando a la épica.

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