Cavani ya sabe lo que debe hacer

De poco le sirvió plantarle cara al Atlético. No fue suficiente. Y eso, que desde muy pronto empezó el Valencia a quitarse de encima los complejos contra un rival con unos intereses muy alejados de la realidad blanquinegra. Es lo que tiene Gattuso, que ha sabido llenar de adrenalina a su gente para que en este tipo de retos, Mestalla y su gente se fusionen para la batalla. De ahí que el duelo comenzara a agitarse, tanto por parte de unos como de otros. Lo bueno, el respeto mutuo y eso desde el punto de vista valencianista ya es un mérito a tener en cuenta de cara al futuro; lo menos bueno, que el juego tuvo más de intensidad que de inspiración; lo malo y al margen del resultado, las pérdidas de balón en la salida por parte blanquinegra que, sin ser constantes, sí permiten vislumbrar un problema a corregir. El gol de Griezmann, por ejemplo, descubrió esta deficiencia. Esforzarse en construir está bien, mucho mejor que pensar sólo en destruir, la cuestión es si siempre conviene tocarla independientemente de la situación del rival y sin tener en cuenta que a veces los defensas, unos más virtuosos que otros, no siempre tienen la claridad necesaria. De hecho, en el primer tiempo, tanto Comert como Correia quedaron en evidencia. El primero prácticamente a los 40 segundos del inicio y el segundo en tiempo de prolongación cuando dejó el balón muerto para que Joao Felix la enviara para Morata y éste no acertara solo ante Mamardashvili. Fue esta última la acción más clara de esa primera parte y casi del encuentro, porque el resto fue un querer y no saber por parte de ambos.

Al Valencia le sobraron argumentos en esa primera fase para creer en sí mismo. Tuvo más posesión, mucha más intención y desde luego bastante más presencia. Eso ya es un logro a tener en cuenta. Faltó, eso sí, que Marcos André pudiera aprovechar esa titularidad -hubo que recurrir a Maxi en el tramo final- para reivindicarse.

Gracias a esa mayor intencionalidad y cuando nadie lo esperaba, fue cuando llegó el chutazo de Yunus. Mestalla se vino abajo. En tres toques, el centrocampista se fabricó un gol de esos que da gusto verlos una y otra vez. Hasta el árbitro pareció disfrutar con el zapatazo. El único pero es que lo que Cuadra no vio sobre el césped, sí lo observaron en el VAR. El caño anterior de Joao Felix a Diakhaby, que terminó con el rojiblanco por los suelos, fue considerado como falta. El aviso por el pinganillo hizo que el colegiado tuviera que revisar la imagen en el monitor. Y rectificó. Fue la noche de las correcciones, porque apenas un cuarto de hora después sucedió a la inversa. Esta vez, la roja a Correia cuando Morata se lanzaba en carrera -no en dirección a portería- volvió a dejar en evidencia a Cuadra Fernández. Nuva correción del VAR. Menos mal, porque una segunda parte contra el Atlético, por muy poco Atlético que sea ahora, se hacía bastante complicado con uno menos.

Y fue entrada ya la segunda parte cuando las cosas empezaron a torcerse. Quizás de la manera más inesperada. En una jugada un poco tontuna, un balón en el que se duerme Guillamón, acaba con golpeo de Griezmann que tras dar en Soler desvía la trayectoria para que Mamardashvili sólo pueda ver como termina entrando. Una lástima.