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Thierry, peleando un balón ante Beltrán. Irene Marsilla
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Partido sin goles y sin ocasiones en el encuentro entre maestro y discípulo. Benítez y Baraja dejan escasas variantes para dar un vuelco a un choque soso y que sólo deja la alegría de sumar un punto

Sábado, 25 de noviembre 2023, 15:10

Reencuentro. Nostalgia. Maestro y discípulo. Miel. Empalagamiento. Pero de forment, ni un gra. Y esto va de sumar puntos, de ganar, de crear ocasiones, de buscar goles, de alegrar a tu pueblo. Nada de esto apareció. Valencia y Celta dejaron dos horas de fútbol insulso, ... soso, insípido. Ninguna de las variables que hacen interesante este deporte se dejaron caer por Mestalla. Hay un dato contundente: hasta el minuto 82 no hubo un tiro a puerta. Fue de Iago Aspas en el área y Mamardashvili rechazó como pudo. Y pare usted de contar. Guaita, otro que regresaba a su casa, no tuvo que parar ni un chut ni un cabezazo ni un rebote ni nada que fuera hacia los tres palos por parte del Valencia. La único alegría que llevarse al cuerpo es que no hubo derrota. Consuelo mínimo, pero consuelo al fin al cabo. Un punto más para conseguir el raquítico objetivo de la permanencia para un club histórico. Ese equipo bronco y copero que ayer sólo dio mimitos. Gabriel Paulista ofreció su particular análisis de lo sucedido. De lo vivido en el coliseo de la avenida de Suecia y de los partidos anteriores. «Falta experiencia», vino a decir. No descubrió la penicilina, la verdad, pero su expresividad gestual venía a decir que «es lo que hay». Y sí, no hay más. Baraja no tiene variantes en el banquillo para dar un vuelco al partido (gracias, Corona. Aunque el director de fútbol siempre lo justifica con la sostenibilidad). Siempre los mismos cambios porque no hay más. Pero a veces las circunstancias sí podrían voltear la idea inicial. Gayà notó una molestia en la rodilla y se quedó en el banquillo en el descanso. Baraja optó por Yarek como lateral izquierdo. Todo siguió igual. Mismo esquema. Mismo estilo de juego. Misma tendencia. Mismo aburrimiento. Una opción podría haber sido dejar tres centrales, que los había con Mosquera, Paulista y el canterano, y abrir a las bandas a dos carrileros. Esto hubiera permitido dar acceso al campo a un centrocampista más para intentar ganar superioridad en la zona de creación. Pero no se hizo. El técnico mantuvo el esquema con cuatro defensas, dos mediocentros, dos extremos, un mediapunta y un delantero. Lo de siempre. Y ocurrió, lo de casi siempre. Nada. El encuentro demostró las dificultades que tiene el Valencia para ganar partidos con solvencia, para sumar de tres en tres, para acercarse y mantenerse en la zona noble de la tabla.

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