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Bryan Gil, en un momento del partido ante la Real Sociedad

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El 21, número de magos

Bryan Gil excita a Mestalla en el día del regreso de Silva doce años después de su marcha, pero al Valencia le vuelve a faltar acierto

Domingo, 6 de febrero 2022, 11:56

Aimar, Silva y Bryan Gil. Menudos. Prodigiosos. Magos. Y con el 21 a la espalda. Delicias en Mestalla de ayer y de hoy. Cuando falta el gol, buena es la hechicería. El nuevo portento del Valencia ya sedujo en su debut frente al Cádiz. En el partido de la paella (el horario más antivalencianista posible) conquistó al pueblo. Todos se lo quieren llevar a casa. Con esa cara de niño y qué mala leche. Parece que voy por aquí, pero me largo por allá. Igual voy a aguantar el balón, pero me marco un pase entre tres futbolistas rivales para que Maxi se luzca. Cualquier cosa con una zurda prodigiosa. Como la de David Silva, su gran referente en el equipo blanquinegro, que regresaba ante una afición que le idolatra doce años después de su venta al Manchester City por 33 millones de euros. Pocos me parecen para la infinita calidad del futbolista y las chaladuras que se han hecho en los últimos tiempos (hay que recordar que el Barça pagó 120 millones por Coutinho). El canario resplandeció durante diez temporadas en la avenida de Suecia. Disputó 168 partidos y anotó 32 goles. Le faltó una mayor amplitud de títulos, ya que sólo se llevó la Copa del Rey frente al Getafe en el Vicente Calderón. El valencianismo se embriagó de pedigrí futbolístico con Silva, Villa, Mata y Joaquín en una de las vanguardias más potentes de la historia. Qué tiempos. Meriton todavía no había llegado para embarrar una entidad sin rumbo deportivo, aunque de vez en cuando la fortuna les permite acercar a Mestalla a otro prestidigitador.

Bryan Gil se mereció el gol que le diera la victoria al Valencia. La tuvo en un cara a cara con Remiro, pero el instinto asesino le huyó. Al andaluz le va más la intuición, eso sí, cuando se pega a la cal. Por el centro se pierde. Le pasó en la primera parte. Ahí pululó por detrás de Maxi. Pero con los cambios regresó a su zona natural y comenzó a agrandarse. Allí, además, coincidió con Gayà y la vida puede ser maravillosa a su lado. Desde ese enclave su visión se amplía y puede marcarse un pase entre cuatro contrarios para dejar solo a Maxi o filtrarse entre la defensa donostiarra para quedarse ante el portero, además de generar jugadas para sus compañeros. Con el balón siempre pasa algo. Bryan Gil es fútbol.

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Pero entre disfrute y disfrute el Valencia necesita ganar para sumarse a la lucha por puestos europeos. Los empates no le valen. Lleva dos puntos de quince posibles. No ha ganado en los últimos cinco encuentros. El influjo de la Copa del Rey lo absorbe todo, pero no hay que desperdiciar las opciones continentales por la competición de la regularidad. Por si a Marcelino le da por estrangular a su antigua gente. Para ganar, eso sí, hay que tirar a puerta y el Valencia no lo hizo ni una sola vez en toda la primera mitad. Ni una vez. Fue un dominio abrumador de la Real Sociedad. En la televisión aparecía el rótulo de 30% de posesión para los hombres de Bordalás y un 70% para los vascos. No sólo tenían el balón, es que también se lanzaban hacia la portería de Mamardashvili. El georgiano regresaba a la titularidad y lo hizo con una sobriedad incuestionable. Desbarató cualquier opción rival. El Valencia, en cambio, con una defensa poblada (Bordalás situó tres centrales) era incapaz de frenar las internadas de la Real Sociedad. Sólo hubo un momento en esta primera fase que pudo ocurrir algo y fue con el agarrón de Le Normand a Maxi Gómez que el árbitro no quiso señalar. Porque era penalti. Pero los árbitros dicen una cosa y la contraria con la misma jugada.

Bordalás ejerció de entrenador en el descanso y decidió variar el dibujo. Se cargó al joven Mosquera, que tenía tarjeta amarilla, y dio paso a Carlos Soler. Situó defensa de cuatro, el mismo número en el centro del campo (Bryan ya en la banda) y con Yunus por detrás de Maxi Gómez. Y las ocasiones empezaron a llegar. Primero un chut de Gayà, luego la gran opción de Maxi Gómez y más tarde otra del uruguayo en un cabezazo. En medio de todo se lesionó Comert (el excentral del Basilea volvió a tener una actuación fastidiosa, ya que varios fallos en pases permitió ocasiones a los donostiarras) y Bordalás aprovechó para volver a mover sus piezas. Con cada cambio aparecían más jugadores de ataque (salió Guedes y más tarde Hugo Duro y Marcos André) e iban apareciendo las ocasiones de llevarse el triunfo. La Real se tiró atrás y aguantó con estoicidad.

El técnico realista aprovechó para dar acceso al tapete a David Silva a ver si embrujaba en alguna acción (estuvo muy presente para la grada y ausente en el campo). Bryan Gil dispuso ya al final de otra gran opción pero Remiro evitó que triunfara y por último fue Guedes el que lo intentó. No hubo manera. La gente se marchó a comer sin apreciar tanto alguno y con el mal sabor de boca del tremendo choque entre Guillamón y Mikel Merino que acabó con ambos sangrando. Y justamente la sangría de puntos debe frenarla el Valencia cuanto antes. Está bien tener el foco en la Copa del Rey porque el equipo está a dos partidos de una nueva final, pero en la Liga hay que demostrar más. Al menos jugó Bryan Gil. Y Silva.

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