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Valencia y Sevilla firmaron tablas (1-1) en un duelo bronco e intenso como acostumbran ser los que enfrenta a ambos equipos y en el que los valencianistas fueron de menos a más mientras que su rival protagonizó una trayectoria inversa.
Tras una igualada primera parte, el Sevilla aprovechó su ocasión en la prolongación de este primer tiempo para marcar un gol que dejó tocados a los valencianistas durante buena parte de la segunda mitad pero logró reaccionar hasta lograr el empate a diez minutos del final.
Valencia CF
Cillessen, Wass, Garay, Paulista, Gayá, Coquelin (Kondogbia, m.40), Parejo, Soler (Manu Vallejo, m.58), Ferran, Kang In (Sobrino, m.69) y Maxi Gómez.
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Sevilla FC
Vaclík, Jesús Navas, Koundé, Diego Carlos, Escudero (Gudelj, m.28), Jordán, Fernando, Banega (F.Vázquez, m.22), Óliver Torres, Ocampos y Chicharito (Munir, m.84).
GOLES 0-1, m.47+: Ocampos. 1-1, m.80: Sobrino.
ÁRBITRO Del Cerro Grande (Comité madrileño). Mostró tarjeta amarilla a los valencianistas Ferran (m.47+), Soler (m.50+), Kondogbia (m.51+), Garay (m.52), Paulista (m.67), Parejo (m.80) y Jaume Costa, que estaba en el banquillo (m.86) y a los sevillistas Ocampos (m.46+) y Diego Carlos (m.74).
INCIDENCIAS partido de la undécima jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio de Mestalla ante 37.881 espectadores.
El Sevilla tuvo una mejor puesta en escena que el Valencia. Poco a poco se fue adueñando del balón, con una abrumadora diferencia en la posesión de la pelota entre uno y otro equipo en los primeros compases del choque.
El dominio del Sevilla apenas estuvo acompañado de situaciones de riesgo para la meta de Cillessen salvo un balón que se paseó por su área sin encontrar rematador poco antes de que el Valencia despertase de su letargo inicial.
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Así, espoleado por los jóvenes Ferran Torres y Kang In, el equipo de Albert Celades empezó a quitarse de encima el dominio de los de Julen Lopetegui e inquietar a Vlacic y superado el cuarto de hora del choque Soler, Paulista, Maxi Gómez y Kang In acumularon ocasiones en el marco visitante.
El partido dio un giro importante con respecto a su inicio, con un equilibrio de fuerzas aunque quizá con los locales llegando con más frecuencia al área rival.
Antes de cumplirse la media hora de juego, el sevillista Escudero tuvo que abandonar el terreno de juego tras un golpe en la cara de su compañero Diego Carlos al intentar despejar un balón aéreo. Fue sustituido por Gudelj.
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En el último tercio de este periodo las fuerzas se nivelaron por completo y el ritmo decayó por completo por los parones que sufrió el choque, primero por la lesión de Escudero, y a cinco minutos del descanso por la sufrida por Coquelin, que fue relevado por Kondogbia.
Pero en la larga prolongación de seis minutos de este primer tiempo por las lesiones en ambos equipos, el Sevilla logró adelantarse en el marcador por mediación de Ocampos, que completamente solo en el centro del área fusiló a Cillessen aprovechando un pase desde la banda de Fernando.
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Al poco de iniciarse la segunda parte el uruguayo Maxi Gómez tuvo el empate en sus botas, pero su disparo cruzado lo sacó con un brillante intervención el meta sevillista Vaclík con un buena mano abajo.
Si embargo, con el paso de los minutos el Sevilla se hizo con el partido ante un Valencia sin ideas, muy tocado anímicamente y que durante muchos minutos se mostró sin capacidad de respuesta ante el control del balón del rival.
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El duelo se endureció y el Sevilla, con ventaja en el marcador, trataba de ralentizar al máximo el partido y que no tuviera continuidad, pero en el último cuarto de hora el Valencia se rehizo y creció hasta lograr el empate en un gran cabezazo de Rubén Sobrino tras un centro perfecto de Parejo poco después de que se anulara un gol de Vallejo por fuera e juego.
El partido, en su recta final, subió aún más de revoluciones con los dos equipos en busca de la victoria pero el gol había dado nuevos bríos a los de Mestalla, que jaleados por su público se fueron a por un segundo gol que finalmente no llegó pese a que el partido acabó con el Valencia volcado y acorralando a su rival.
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Cuando Rubén Sobrino se propuso desafiar a la lógica, el Valencia ni tan siquiera sabía por dónde tirar para pelearle el partido al Sevilla. El golpe de Lille y el batacazo ante Osasuna han hecho mella en un vestuario aturdido por las circunstancias. En Mestalla quedó patente la inseguridad de Celades y sus futbolistas, una flojera que se trasladó a la grada durante la segunda mitad y estuvo a punto de asestar un golpe de gracia a la pelea por la Champions. Le faltan tantas jornadas a la Liga como síntomas de preocupación envuelven al Valencia a todos los niveles. Por Mestalla se busca más a los culpables que se sueña en soluciones porque el público acude a su asiento con la sensación de haberlo perdido todo en tiempo récord. En otro contexto el punto conseguido contra el Sevilla, uno de los rivales que más y mejor se reforzó en el mercado, se hubiera dado por válido: silbato del árbitro, choque de manos y a otra cosa hasta el fin de semana. El problema para el Valencia es que pierde lo mismo que gana y encaja más de lo que marca. Durante la transición en el banquillo los líderes se han desdibujado y la defensa ya no impresiona. Ayer, cosas del fútbol, cuando el Sevilla había aprovechado un grave error para adelantarse y manejaba cómodo el choque, surgió la cabeza de Sobrino para suavizar el porrazo.
El manchego se merece el crédito de haber salido en una situación crítica con el coraje suficiente como para ganar el salto a toda la defensa del Sevilla. Y no es fácil vestirse de héroe cuando en toda la temporada has disputado siete minutos repartidos en dos encuentros. Entre lesiones y sanciones de varios hombres importantes le tocó el turno a Sobrino, que estaba 'seco' desde el 14 de febrero, cuando marcó ante el Celtic de Glasgow en la Europa League. El centro de Parejo y el remate de Sobrino fue la acción que evitaría la escapada de un Sevilla que se veía volviendo a su ciudad con un margen de nueve puntos sobre su principal rival por la Champions, verdadero objetivo de ambos.
Valencia y Sevilla llevan años retroalimentándose. En el ya establecido orden del fútbol español, mandan tres y son ellos dos quienes disponen de más armas de persecución. Cada temporada surge algún invitado excepcional, pero valencianos e hispalenses se han acostumbrado a partir como favoritos por la cuarta posición. Siempre vigilantes el uno del otro, con años buenos y batacazos considerables. Si el Valencia estira el cuello, el Sevilla recela. Si el Sánchez Pizjuán celebra, Mestalla rumia. El de ayer es un partido convertido en clásico de la Liga porque además de su batalla común por la Champions se van acumulando las cuentas pendientes. El de ayer, además, supuso el reencuentro entre Albert Celades y Julen Lopetegui, el técnico que quiere ser y el técnico que quiere volver a ser después de tropezar con la selección y el Real Madrid.
El Sevilla llegaba al choque con una confianza imposible en el rival. Tres victorias consecutivas habían resucitado a los hispalenses, coqueteando incluso con la zona más alta de la clasificación. En el Valencia, por el contrario, el día a día conlleva tantas convulsiones que los tropiezos se van atragantando. En el campo del Lille sumó un punto y gracias; contra Osasuna claudicó jugoso regalo mediante. Las ausencias de Rodrigo, Gameiro o Cheryshev movieron casi por completo la zona creativa de los blanquinegros. Y Celades se refugió en la juventud. Kang In Lee, Carlos Soler, Ferran Torres y Maxi Gómez formaron el insólito ataque. Protegidos por el inagotable Coquelin (que lo suyo no sea mucho) crearon lo suficiente como para comprometer la estabilidad del Sevilla. Antes de que Kang In disfrutara de la mejor opción del Valencia con una volea de mala ejecución, Maxi ya había advertido a los defensores rivales.
Al conjunto de Lopetegui quizás le sorprendió la puesta en escena de un equipo imprevisible en lo táctico por los virajes de Celades con la pizarra. Acertó el catalán de partida pero el abandono de Escudero y la lesión de Coquelin enfriaron los ánimos del Valencia hasta igualar la balanza. Del Cerro Grande, de gatillo fácil para enseñar tarjetas, dio seis minutos de añadido al primer acto y ahí encontró el tesoro el Sevilla. Otro despiste imperdonable dejó a Ocampos solo en el punto de penalti y el argentino encontraría el hueco entre Garay y la fragilidad de Cillessen para dar un gol a su equipo que, por lo visto, no merecía.
Al Valencia le tocaba superar otro examen, el de la capacidad de reacción contra un rival hecho para vivir en la élite. Y empezaron suspendiendo tanto Celades como los futbolistas. Sólo el remate de Maxi que obligó a Vaclik a lucirse intimidó al Sevilla, aún más dueño de la posesión del balón por la pasividad del Valencia. Celades decidió sustituir a Kang In (uno de los mejores) y Soler para confiar el tramo final a la electricidad de Vallejo y el oportunismo de Sobrino.
No es que los recién llegados lograran darle un vuelco al juego, pero sí mordieron en el área rival. A Vallejo le anularon el tanto por un clarísimo fuera de juego y el manchego, cuando aún faltaban diez minutos para el final, cabeceó perfecto a la esquina, donde Vaclik no podía llegar. Mestalla se enganchó al tirón de su equipo, vivo y con opciones de llevarse el partido cuando parecía imposible. De hecho, en el último suspiro Gudelj impidió el remate de Maxi que hubiese dado la victoria al Valencia. El primer pulso entre los principales aspirantes a la cuarta plaza fue un combate nulo, sobre todo para el equipo local, a quien el punto no saca de la zona media. Demasiado lejos de donde debe estar.
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