Una genialidad de Kang In evita otro desastre

Que el golazo de Kang In no nos impida ver la ruina. Porque este Valencia es una calamidad defensiva. Con 51 tantos en contra lo mejor es marcharse a casa. Por dignidad. El Valladolid se fue derrotado porque quiso. Si aprieta un poco se lleva la victoria con claridad. Hay fugas en cada espacio de la retaguardia. No es sólo problema de los zagueros, que también, sino de la estructura de un conjunto deslabazado, sin personalidad, sin alma. La campaña pasada la acabó con 35 tantos en contra. Pero Marcelino no ponía a los canteranos y demás sandeces que utilizó la propiedad para enviarlo a Asturias. Y pese a la devastación que ha sufrido el grupo en estos meses, se acuesta a un solo punto de la Europa League. Una genialidad del surcoreano, con un disparo seco desde la frontal del área a un minuto del final, insufló vida a un equipo moribundo.

Faltan tres partidos para acabar la campaña. Será la mejor noticia que reciban. Tras huir de la Liga de Campeones, aún pelea por una competición menor. Aunque sea con partidos tan ruines, hay que conseguir el objetivo. Después será momento de acometer la regeneración del conjunto. La pregunta es quién tomará las decisiones porque no existe estructura deportiva en el Valencia. Lim habla con Mendes y Mendes con Lim. Pare usted de contar. El agente intentará colar a un entrenador y a varios jugadores de su agencia. Y a esperar el milagro. Porque aplicar la coherencia está sobrevalorado. Mientras llegan las sorpresas directamente desde Singapur, en el partido frente al Valladolid hubo algún espejismo. Fue empezar el partido y parecía verle a Voro cara de Marcelino. Con más entrenamientos en el saco, el Valencia lució al inicio como si fuera otro Valencia, el de antes, el añorado. Presión ante la salida de balón del rival, Parejo ejerciendo de guía, Kondogbia omnipresente. Naturalidad. Lejos ya del artificio que ejecutó Celades. Eso de tirar la defensa hacia atrás y buscar el toque por el toque se había evaporado. Se veía empuje para arribar a la portería contraria lo antes posible y con argumentos. Subida de los laterales por la banda y centros para que los delanteros buscaran el remate. Más viejo que el hilo negro.

En los instantes iniciales fue Kondogbia el protagonista. Hasta tres jugadas con sello del francés. Un cabezazo y dos disparos desde fuera del área. Pero el Valladolid no tiene miedo a nada. Con la permanencia casi garantizada se juega feliz. Waldo se aprovechó de las constantes correrías de Florenzi por la zona derecha para colarse en el área de Jaume, que desbarató la ocasión con una gran parada. Luego fue Víctor García el que tuvo el gol en su cabeza, pero el balón salió rozando el palo. De un susto se pasó a la algazara. El Valencia presionó en una saque de banda del Valladolid, Kondogbia robó la pelota, Guedes la prolongó con calidad hacia Gameiro y el francés centró para que Maxi remachara. Los fundamentos del fútbol. Ya era hora de sacar una sonrisa al pueblo. A Parejo, depresivo sin su compinche Rodrigo, se le veía motivado. Hizo hasta algún pase en largo que hubiera sacado un murmullo de admiración a la afición. Guedes también dispuso de algún chispazo de potencia, Hasta que el partido se paró y tras el descanso aparecía la versión descuidada del Valencia. Otra vez.

Víctor García, un valenciano de Xeraco que debutaba ayer con el Valladolid, recibía el balón dentro del área tras un rechace y tuvo tiempo para girarse, recrearse, atusarse el pelo y poner morritos antes de chutar para batir a Jaume Doménech. Diakhaby debía estar aguantándole el espejo porque no fue capaz ni de apretarle. Pero Hugo Guillamón lleva ya varios partidos sin jugar. No siempre Voro está acertado.

El Valencia se deshizo. Se difuminó. Pareció en fase terminal. Sólo abrió los ojos en un caño magistral de Parejo a Ben Arfa. Por una acción así merece la pena pagar una entrada. Luego se marchó al vestuario para que saliera Coquelin con el objetivo de fortalecer el centro del campo. Ni el bravo galo lo consiguió. El Valladolid se vino arriba y comenzó a disponer de ocasiones, cada vez más claras. En el minuto 65 dispuso de una doble opción y en el 87 Sandro tuvo la puntilla, pero apareció San Jaume Doménech. Todo apuntaba a una igualada, a otra decepción, pero el balón llegó a Kang In en la banda derecha. El surcoreano, con la pelota pegada a su dulce bota izquierda, se fue centrando en la frontal del área para lanzar un chut fortísimo que batió a Masip. Justicia divina para un joven que lo ha pasado mal, pero enmascaró otro caos del Valencia. Ahora sólo queda pelear para estar como sea en la próxima Europa League.