Es que no aciertan ni una. Sale Layhoon con el vídeo promocional fijando un inconcebible objetivo, como es no descender a Segunda, y el equipo le colorea la cara. Fue el partido de sus vidas. De los futbolistas y de muchos aficionados que jamás habían visto un Valencia de este nivel. A Javi Guerra la faltó el bombín. Qué futbolista. Cien millones de cláusula que empieza a antojarse escasa. Meriton se frota las manos. Veremos lo que dura en Mestalla. Tiene planta, le sobra calidad, juega como quiere y marca goles de calidad suprema. Imperial. Pero ante el Atlético nadie desentonó. Todos se pusieron el frac. Elegancia. Con goles de lujo (Hugo Duro parecía Haaland) pero el mayor mérito fue que en el minuto 84 el equipo continuaba acosando a los futbolistas de Simeone cuando intentaban dar salida al balón. Lo dijo Hugo Duro al acabar el partido: «Más allá del resultado, Baraja estará contento por el trabajo del equipo». Ese es el camino. El único que les puede valer para huir del destino que todos atisbaban al inicio de la campaña, refrendado al acabar el mercado de fichajes y que reiteraba la presidenta. Porque no todos los días serán domingo. La plantilla es escasa en número y cuando lleguen las bajas veremos si se aguanta el tirón. Ayer varios jugadores acabaron exhaustos. Pero lo que va delante, va delante. Mestalla por fin gozó de fútbol de caviar.
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Y lo hizo sin tener el balón. Un 37 por ciento de posesión. Hasta le sobró. No le hizo falta. Presionaba al rival, robaba y se lanzaba al ataque con fiereza. Nada de pases verticales, nada de dormir el balón, nada de dudar. La primera parte fue para enmarcar. De esas que se deberían poner en las escuelas de entrenadores. Así se plantea un partido, señores. Ayudó, sin duda, conseguir un gol en el minuto 4. Sergi Canós se marchaba con solvencia de Azpilicueta, el balón toca en Savic y Hugo Duro, de gran remate, bate a Oblak. Locura en Metalla. El equipo se expandió. Con las jugadores de banda bien abiertos y con Javi Guerra y Pepelu guiando el juego. El excentrocampista del Levante se hartó de recuperar balones y llegó a casi un 90 por ciento de acierto en la distribución de juego. Parece un veterano. Es, seguro, el fichaje más acertado del Valencia. Eso sí, que costara lo mismo que Cenk (cinco millones) es para una tesis doctoral. Las cosas de Meriton. Y de Corona. Las ocasiones eran únicas del Valencia. En un centro al área a punto estuvo de marcar Mosquera. Otro que parece que lleve toda la vida. El joven de la cantera es listo. Muy listo. No hace nada que no sepa hacer. Defiende bien, se coloca con soltura y da el balón sin complicarse. Si a todo esto le unes una planta descomunal, te aprestas a disfrutar de un central que puede tener años en el Valencia. Canós siguió ganando protagonismo con un chut que sacaba Oblak mientras Hugo Duro ocupaba el foco. Llorente lo intentó en el primer acercamiento del Atlético. En toda la primera parte no chutó a portería. Un equipo que llegaba a Mestalla con una eficacia defensiva brutal y en la vanguardia se presentaba con diez goles en tres partidos. Conforme pasaban los minutos parecía de tres divisiones inferiores. Por demérito suyo y, por supuesto, por mérito del Valencia, que supo ocultar las virtudes rojiblancas y explotar las suyas. Como fue el baile de Fran Pérez a la defensa del Atlético con un pase maravilloso a Hugo Duro para que anotara el segundo de la tarde tras quitarse de encima a Savic.
Eran momentos de emoción. Por lo que ha sufrido la grada y también la plantilla. Acababa la mejor primera parte de los últimos tiempos con unos contragolpes de manual y una intensidad que no se recordaba. Hugo Duro había conseguido dos goles en tres remates mientras el resto de compañeros brillaban cada uno en lo suyo. Menos mal que no estaba Foulquier para desentonar. Simeone quiso darle un vuelco a la situación con dos cambios en el descanso. De nada le valió. Este Valencia parecía indestructible. Tanto que al final del choque sólo se contabilizaron dos ocasiones claras. Y eso que iban por detrás y con necesidad de igualar. Un remate de cabeza de Morata y otro de Correa. Los colchoneros sólo pudieron correr detrás del balón y viendo la espalda a los valencianistas. Y si todo estaba resultando precioso, aún pudo mejorar. Lo hizo. Porque faltaba la clase de Javi Guerra. Recorta a Hermoso en la frontal del área y pone el balón donde le da la real gana. Colocadito para que no llegue Oblak. Recuerden que tiene veinte años. No se olviden que debutó en Primera División este mismo año (el 16 de abril) en un Valencia-Sevilla. Se plantó ante miles de espectadores cuando el equipo más sufría, cuando el descenso amenazaba. No le afectó. Se dedicó a jugar como mejor sabe. Y sabe mucho. Fue de los pocos que, además, acabó entero, porque muchos de sus compañeros estaban casi muertos. Se tuvo que ir Canós, también Gayà, luego Thierry sufría tirones y a Hugo Duro le costaba caminar. Buenas señales. Hubo trabajo, hubo presión, hubo intensidad. Los cambios provocaron que durante unos minutos la defensa la conformaran cuatro centrales (Mosquera y Cenk de laterales, con Tárrega y Diakhaby en el medio) y que regresara Guillamón. Todo fue bonito. Pese a Meriton. Así lo entendió Mestalla. Ahora hay que refrendarlo.
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