Un Valencia en los huesos

Calladito estás más guapo. Frases de la calle que golpean a Miguel Ángel Corona. «El propietario, en la medida de lo posible, también se esfuerza para que la plantilla pueda competir», dijo el director de fútbol del Valencia. Prefiere alegrar los oídos a Peter Lim que a la afición. Y que a Baraja, al que le ha dejado una plantilla con los recursos justitos. El técnico blanquinegro, más comedido de lo que muchos pensaban, sólo se refirió a que contaba con una «plantilla corta». Sin fondo de armario, conforme pasan los partidos la plantilla se está quedando en los huesos. Amallah no estará frente al Betis por su expulsión y veremos si llega Gayà. Correia también se tuvo que retirar al descanso, ya que no pudo aguantar más tras una semana renqueante. Durante la mayor parte de la segunda mitad el equipo blanquinegro tuvo que jugar con cuatro centrales en la defensa, con Mosquera y Cenk en los laterales. Porque no hay más, porque cuando se juntan varios caídos la plantilla pasa a ser raquítica en número. Porque en orgullo, en cambio, se agiganta. Mestalla despidió al equipo con una enorme ovación pese a la derrota. Los futbolistas se esforzaron pese a que el equipo tuvo que ir retrocediendo metros ante el empuje de un rival más entero y que conforme pasaban los minutos todavía mejoraba con futbolistas frescos de enorme categoría. Porque la planificación deportiva de la Real Sociedad es de admirar. No ha dejado de introducir canteranos en la plantilla (como el Valencia) pero la ha ido adornando con incorporaciones de jugadores contrastados como Tierney, Brais o Kubo. Así todo es más fácil, así se facilita la vida al entrenador. Imanol Alguacil se permitió hacer rotaciones. Baraja, en cambio, sólo puede optar por pequeños ajustes porque no tiene nada más de lo que presenta cada semana.

Todo se derrumbó en un cuarto de hora maldito, el que fue del minuto 32 con el gol de Carlos Fernández al 45 con la expulsión de Amallah. Hasta ese momento el Valencia había sido el Valencia que intenta dibujar Baraja. Una presión alta, por momentos asfixiante, y una salida en velocidad por las bandas para generar opciones a los atacantes. Y si además tienes en el campo a Javi Guerra, las opciones de éxito se amplían en proporciones siderales. Ya no sólo es que todo lo haga bien, es que empieza a tener un descaro que no se le aprecia con esa cara de niño. No había empezado casi el partido y probaba una gol para la historia con un chut desde su campo para sorprender al portero. Se quedó corto, pero puso el miedo en el cuerpo a Remiro. Poco después buscaba una de las acciones que más le gustan. Con el balón controlado en la frontal del área, chutaba con el interior y el balón rozaba el palo. Amallah debutaba como titular y se asociaba bien con el canterano de los cien millones. El marroquí lucía movilidad y controles orientados. También se animaba a ir al ataque con un cabezazo que sacó Remiro en una estirada felina. Y cuando mejor estaba el Valencia llegó otro fallo en la retaguardia. La defensa arruinó la noche (capítulo 2). Tierney saca rápido una falta, el balón llega a Carlos Fernández en el área que con un reverso bloquea la cintura de Diakhaby y bate sin problemas a Mamardashvili. Fue un bofetón con la mano abierta en la mejilla derecha que se completó con otro cachetazo en la izquierda cuando Amallah cometió dos incorrecciones en sólo tres minutos. Dos amarillas y a la calle. Un debut para olvidar.

Thierry anunciaba molestias y minutos después se retiraba Gayà. Más difícil todavía. Baraja apostaba por cuatro centrales porque no tenía nada más, la verdad. El Valencia juntó líneas y aguantó con valentía. Yaremchuk apareció mediada la segunda mitad y tuvo una opción con un cabezazo. Pero el mejor momento llegó con un fallo de Remiro, el balón llegó a Javi Guerra, pero el hombre maravilla en este caso erró con la portería vacía. Ya al final hubo un posible penalti por unas manos de Odriozola. Al Valencia no le bastó la épica.