Con Gayà y Carlos Soler al fin del mundo

Ser del Valencia es un sufrimiento. Eso de vencer con solvencia se deja para otros. Pero había que sumar tres puntos.

Cuando los eruditos del fútbol internacional insisten en loar a Angeliño, Reguilón o Theo (aunque este ha manifestado que quiere jugar con Francia) como los laterales izquierdos más en forma te tienes que reír. No hay un especialista en ese puesto como José Luis Gayà. Don José Luis Gayà. Capitán del Valencia. Con el brazalete que honraron Claramunt, Puchades, Fernando o Albelda.

La pieza que cuesta encajar en el entramado de Javi Gracia es Kang In. Oficia de segundo delantero y descarga toda su furia en la presión. Pero si en algo sobresale el surcoreano es en su calidad. El equipo agradecería que bajara unos metros para ayudar en la creación. Carlos Soler lo reconocería. Es, quizás, el ejercicio que más le cuesta al Valencia y con dos virtuosos todo sería más fácil. Ese juego entre líneas que bordaba Rodrigo Moreno debe asumirlo Kang In para surtir de balones a Maxi o aprovechar la profundidad en las bandas.

El descanso aturdió al Valencia. Hacía frío. Se heló. El Valladolid, más acostumbrado al ambiente gélido, se calentó rápido con dos acciones muy peligrosas. Pero era el día del Valencia. Este partido había que cocerlo a fuego lento. Así, poco a poco, retomó el buen tono. Empezó a tocar el balón con sentido y hasta Maxi Gómez, hasta ese momento difuminado, quiso su dosis de protagonismo. En el minuto 64 tuvo un disparo que repelió el poste. Era el momento. No había que esperar mucho.