José Peris Frigola tendría ahora una mezcla de satisfacción y rabia. El que fuera vicepresidente del Valencia, recientemente fallecido, estaría muy atento a la remodelación que plantea el Manchester United en Old Trafford para recordar aquella propuesta suya para Mestalla que aniquiló el populismo Paco ... Roig. Disfrutaría al saber que en ningún momento se plantea huir a otro enclave y sufriría mientras ve el esqueleto varado en Cortes Valencianas. En la Premier abundan los recintos históricos. El teatro de los sueños de Manchester es más que centenario pero se cae a trozos. El nuevo accionista del equipo británico, Jim Ratcliffe, se ha marcado como uno de los objetivos prioritarios la modernización del coliseo. Ya ha dispuesto incluso una partida presupuestaria. Porque ver goteras, techos que se caen, hormigón por el suelo y ratas que campan a sus anchas no deja en muy buen lugar un recinto donde se han disputado partidos para la historia.
Publicidad
«El hogar del Manchester United, de 113 años de antigüedad, está llegando al final de su vida natural, por lo que el club podría reconstruirlo o construir un nuevo estadio de 2.000 millones de libras», recogía el Telegraph. Ratcliffe impulsará una iniciativa que se empezó a gestar hace ya algún tiempo. El despacho de arquitectura Populous propuso a la familia Glazer, accionista mayoritaria de la entidad inglesa, dos propuestas de reforma para Old Trafford. La primera de ellas fomentaría la renovación. Mantendría los cimientos del estadio y mejoraría algunas condiciones estructurales y reformaría zonas degradadas. Incluiría la ampliación de la tribuna sur y modernizar el resto de las gradas.
Y luego está la segunda opción, la que proponen los arquitectos y la que más agradaría a Peris Frigola, justo la que expuso para Mestalla. Un estadio completamente nuevo pero en el mismo sitio. Es, sin duda, la opción más cara (se estima que costaría 2.000 millones de libras esterlinas) pero la zona es suficientemente amplia para la moderna edificación. Habría que demoler el anticuado Old Trafford y construir un nuevo estadio «realmente innovador y emocionante», indicaba Telegraph.
Noticia relacionada
Ratcliffe quiere activar esta iniciativa, que lleva parada 18 meses desde que se lanzó una encuesta que pedía opinión a los aficionados. Si finalmente la opción de la demolición es la elegida pasará a la historia uno de los escenarios icónicos del fútbol mundial, como le ocurrió al Tottenham con White Hart Lane, que también se convirtió en escombros para levantar allí un estadio ultramoderno.
Publicidad
Mientras, en Valencia sigue el estadio parado. Y siguen algunas voces reclamando que la mejor opción que tenía el club blanquinegro era la reforma del antiguo Mestalla. Seguir en un recinto mágico y en una de la ciudad accesible para todos. El mencionado Peris Frigola intentó sin éxito, allá por 1996, que el Valencia continuara en la avenida de Suecia pero con unas instalaciones nuevas, con una reconstrucción del recinto. Tenía un proyecto redactado por Díaz Cisneros y Miguel Bori por un valor de 36 millones, pero el consejo, tras negociar con el Ayuntamiento y los grandes accionistas, insistió con la reforma, que era lo que proponía Paco Roig, que finalmente acabó con un resultado menguado. De 70.000 espectadores previstos se quedó en los actuales 52.000 y la pretensión de Roig de acabarlo cuanto antes derivó en un retraso considerable. El proyecto, ideado por el entonces consejero Enrique Roig y Francisco Nebot, era una estrafalaria propuesta que en las esquinas dibujaba unas torres de acceso para hoteles u oficinas par vender o alquilar, «nuestro Empire State Building», según Roig, que incluía un pasaje repleto de palcos privados que envolvía las gradas.
El boceto fue la felicitación de Navidad que el club envió a sus accionistas. Los técnicos del Ayuntamiento pusieron el freno al proyecto y rechazaron muchas de las construcciones ideadas. Roig lo consideró una afrenta y presionó a la alcaldesa, Rita Barberá, para que concediera las licencias, llegando incluso a advertirle de que enviaría al Ayuntamiento a los 10.000 aficionados que esperaban convertirse en nuevos abonados del club con la reforma. De la grandilocuencia inicial se quedó en dos torres, ninguna oficina ni ningún palco y unas nuevas gradas que no se podían apoyar en la obra vieja. Pero hubo más. La ampliación fue considerada ilegal en 2002. En su momento, los vecinos renunciaron a ejecutar una sentencia del Tribunal Superior de Justicia, ratificada por el Supremo, para derribar la grada recayente a la calle Juan Reglá.
Publicidad
«Haced lo que queráis, pero el Valencia algún día lo lamentará», le espetó Peris Frígola a los aficionados, alentados por Paco Roig, que le recriminaban el proyecto de reconstrucción de Mestalla. La idea era derruir y levantar cada uno de los cuatro lados del estadio, alineándolo en paralelo a la avenida de Aragón , con una capacidad de 67.000 espectadores y sin que el equipo hubiese tenido que dejar de jugar allí en ningún momento. Con lo cual, en cuatro años, a grada por temporada, el Valencia hubiera disfrutado de un recinto completamente nuevo y en el mismo emplazamiento de toda su historia, sin tener que marcharse al barrio de Benicalap.
Peris Frígola incluso puso en cuestión el estado de Mestalla, lo que le valieron críticas de Manuel Llorente y Pedro Cortés. Tanto que en el propio estadio, durante algún partido, los aficionados también se lo reprocharon y en medio de uno de ellos decidió marcharse, jurándose que nunca más volvería. Sólo lo hizo para el homenaje a Arturo Tuzón.
Publicidad
Tras la maniobra fallida de Roig llegó el turno de Juan Soler, que de la mano de los dirigentes del PP de entonces se embarcó en la disparatada aventura de construir un nuevo estadio en la avenida de las Cortes Valencianas con capacidad para 75.000 espectadores. El mejor del mundo, anunciaban. En 2009 se pararon los trabajos y así continúan, a la espera de un desbloqueo que tal vez se produzca por la celebración del Mundial de 2030. El Valencia sigue en un Mestalla centenario que se cae a pedazos y necesita una renovación urgente mientras el nuevo Mestalla suma ya más de catorce años de paralización. Y gracias a todo ello, el club blanquinegro malvive en una mediocridad deportiva muy alejada de los puestos que por historia y afición le corresponden.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.