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Cuando un equipo como el Valladolid es capaz de marcarte tanto en su campo como en Mestalla, desde luego es para hacértelo mirar. Son los ... pucelanos, con Marcos André, Amallah y compañía, el equipo más inocente de Primera con diferencia y no sólo en lo que se refiere a defensa, sino también en ataque. Pues bien, si el colista –que lleva únicamente 18 tantos en las 27 jornadas disputadas– y que tiene ya en su piel impreso el sello de Segunda ha sido capaz de hacerte dos goles y encima te ha igualado el golaveraje particular, es porque hay un aspecto que debes mejorar sí o sí. A Marcelino, por poner un ejemplo, ver la estadística que luce el Valencia en lo que a goles encajados se refiere le produciría irremediablemente un fuerte ardor de estómago. A Corberán, que bastante tiene con sacar al equipo del barro, le toca nadar a contracorriente en ese aspecto.
El técnico de Cheste se está viendo seriamente lastrado por esos 45 goles que suma en contra el Valencia en su cuenta corriente. Por algo ha estado el equipo en zona de descenso prácticamente desde que arrancó la competición. Son muchos aspectos a mejorar de cara a próximos proyectos, eso es evidente, pero la luz roja de alarma se encendió para el Valencia casi desde el mismo momento en el que el Celta le metió tres en Balaídos en la segunda jornada.
Les costó a los valencianistas acabar su primer partido con la portería a cero. Tuvieron que esperar hasta la jornada seis para disfrutar de esa calma, precisamente ante el rival al que van a tener que enfrentarse este próximo sábado. El Girona salió de Mestalla en septiembre con un 2-0 en contra y Mamardashvili, antes tan firme y hoy con tantas dudas, estrenaba así su cuenta de encuentros sin rasguño alguno. Lo curioso es que esa aspiración de no recibir goles también se consiguió justo una semana después, cuando jugaron en Pamplona (0-0), y dos jornadas después también en Leganés (0-0), en aquel partido en el que la afición explotó contra jugadores y entrenador por la apuesta tan conservadora que eligió Baraja.
El escenario ideal hubiera sido ganarle al Valladolid este sábado con 2-0, pero el error de Mamardashvili hizo que los blanquivioletas también tuvieran protagonismo en el marcador. En realidad, la portería a cero es algo que sólo ha sido capaz de mantener el Valencia en la presente temporada en cinco ocasiones. Contra los mencionados Girona, Osasuna y Leganés, y ante la Real Sociedad en Mestalla (1-0) y Leganés (2-0) el mes pasado.
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¿Cuándo recibe más goles el Valencia? Pues de esos 46, 26 de ellos los ha encajado en la primera mitad. Es con el colista (también suma en ese ranking 26) el equipo que más tantos ha recibido en el primer tiempo. ¿Por qué? Analizar esta cuestión no es fácil, ya que se supone que en la primera mitad las fuerzas de los equipos están mucho más igualadas. ¿Falta de concentración? Pues seguramente. ¿Inexperiencia? Seguro, sólo hay que ver la edad de los centrales titulares (Tárrega recién cumplidos 23 y Mosquera con 20).
Desde luego es la de cerrar la defensa uno de los objetivos que tiene Corberán en la larga lista de desafíos que asumió cuando aceptó fichar por el Valencia. La cuestión va más allá de ser un aspecto puntual. Si uno repasa en la historia valencianista cuántos goles llevaba en la jornada 27 en todas las temporadas que ha jugado en Primera, esta 2024-25 se sitúa como la quinta peor racha. Estos 45 son los mismos que a estas alturas de liga llevaba en la 1963-64, con el matiz de que entonces el equipo sumaba 45 goles a favor y era octavo clasificado.
Las han habido peores, sí, pero no muchas. En lo más alto de todo está la campaña 1985-86, la del descenso a Segunda, con la friolera de 53 tantos en contra a estas alturas del curso. Después, está la estadística de la 1982-83 con 48 goles encajados. Luego viene una ya algo más reciente, la 2016-17 en la que por el banquillo blanquinegro desfilaron Ayestarán, Voro (en dos ocasiones) y Prandelli, ya que en ese curso iban ya 47 recibidos. En el cuarto escalón de este particular recuento, dos campañas consecutivas con 46 tantos cada una: la de 195-51 y la 1951-52. Y luego en esa quinta posición estaría la actual. La tendencia actual se puede decir que empezó ya a palparse en la 2021-22, porque tras 27 jornadas de competición ya había recibido el equipo 43 tantos (los mismos que en la 62-63). En el otro lado de la balanza, los 18 –qué envidia– que había recibido en la 1970-71.
De ese paquete de 45, a Mamardashvili le corresponden en su cuenta particular 39. Curiosamente, en toda la temporada pasada al georgiano le hicieron 41. Está pues a tan solo dos, y con once jornadas todavía por delante, de igualar el registro del curso pasado. A Dimitrievski le corresponden seis.
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