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Cuando Las Palmas marcó el tercero... Mestalla explotó. Como un resorte, cientos de aficionados se levantaron de sus asientos para abandonar el estadio. Muchos de ... ellos, de la zona de la Curva Nord. En pocos minutos, los primeros seguidores indignados llegaron a la puerta del palco recayente a la Avenida de Suecia. Eran las diez y cuarenta de la noche y el partido seguía en marcha. Al grito de «¡No vais a salir!», fueron llegando, a la carrera, cientos de valencianistas más. La policía nacional, con tres decenas de agentes, formaron un cordón frente a la puerta para evitar cualquier intento de entrar en Mestalla por la zona de la puerta cero. En el momento álgido de la protesta, con insultos que subieron de tono contra Peter Lim, Layhoon Chan y Javier Solís (los dos últimos estuvieron en el palco durante el partido). Tanto en la protesta antes del partido, como en la bronca del final, se desplegó una pancarta que rezaba «si arrastráis nuestro escudo no tendréis donde esconderos». La protesta se trasladó a la esquina de la calle Artes Gráficas, por donde salen los jugadores con sus vehículos tras los partidos. Se vivieron momentos de tensión entre aficionados, la policía y miembros de seguridad.
La máxima tensión, que acabó explotando en Mestalla, había dado avisos durante todo el partido, con protestas constantes contra Peter Lim más allá del minuto 19. Cuando los canarios remontaron, con su segundo gol, cientos de aficionados de la zona de tribuna, que de largo suele ser la menos activista, se encararon desde sus asientos al palco para mostrar su cabreo. Muchos con la pancarta amarilla de Lim Go Home y otros con gestos claros de cabreo. También con algunos insultos que eran muy fácil de leer en los labios. La tensión creció en todos los sectores del estadio cuando varios policías asomaron por el vomitorio más cercano al palco para vigilar la escena. Lo mismo ocurrió cuando, en el minuto 72, Gil Manzano se acercó con varios objetos arrojados desde la zona de la Curva Nord para que se activara por megafonía el protocolo de pedir que no se lanzara nada al césped. Afortunadamente, así fue y no hubo que parar el partido.
Con toda esa tensión que explotó al filo de la madrugada, lo ocurrido unas horas antes parecía ya cosa del pasado. A la siete de la tarde, ajeno obviamente a todo lo que iba a ocurrir dentro de Mestalla, un joven aficionado, de no más de catorce años, avanza por la Avenida Gil Dolz camino de Mestalla. En su mano derecha, perfectamente enrollada, lleva una bufanda del Valencia. En la izquierda, uno de los carteles amarillos de protesta contra Peter Lim. Unos minutos después se uniría a varios miles de valencianistas que se concentraron en la Avenida de Suecia para protestar, una vez más, contra la gestión del actual máximo accionista al frente del Valencia. La enésima contra Meriton –ya cuesta encontrar en la hemeroteca el número exacto– y su dominio del club de Mestalla, del que tiene más del 90% del poder. Si algo queda claro tras un gran número de protestas, es que los cánticos no afectan cuando vives a decenas de miles de kilómetros de distancia. Es por ello que en esta ocasión, la gran esperanza de la gran mayoría de concentrados es que se concrete, más pronto que tarde, una venta del club.
Los concentrados volvieron a corear los clásicos cánticos contra Lim, al que siguen pidiendo que se marche tanto en castellano como en inglés, y contra los gestores de la entidad como la presidenta Layhoon Chan, el director corporativo Javier Solís y el director deportivo Miguel Ángel Corona. El único momento tenso de la protesta, que duró poco más de media hora, fue cuando algunos aficionados que optaron por entrar en Mestalla grabaron la protesta desde los balcones del estadio recayentes a la Avenida de Suecia. Se presenció, como ocurrió con la última gran protesta en el último partido de la pasada temporada frente al Girona, algún intercambio de gestos entre aficionados que estaban en la calle con otros que estaban dentro de Mestalla. Todos del mismo equipo. De nuevo, para reflexionar.
Tras la protesta, que también sirvió para mostrar toda la solidaridad con Daniel Cuesta, el valencianista retenido en Singapur por fotografiarse con una pancarta de Lim Go Home y poner unas pegatinas en la entrada del domicilio del singapurense, José Pérez, presidente de Libertad VCF, valoró la misma como máximo responsable de la entidad convocante de la acción: «Lo ocurrido en Singapur con Daniel es un fiel reflejo de lo que ha estado haciendo Peter Lim en el Valencia durante diez años. Ha intentado importar a la sociedad española las formas de actuar que se han visto en Singapur. Si el Valencia estuviera en mitad de tabla, como la pasada temporada, no se estaría hablando de venta. Hablar ahora de 400 es kafkiano y es porque estamos penúltimos».
El dirigente se mostró muy crítico contra la actitud de defensa de Javier Tebas con Peter Lim «porque es el artífice de que desapareciera en su momento el Racing de Santander y cuando entró en la Liga el presidente ganaba 300.000 euros y él creo que gana 5 millones». Pérez le lanzó un mensaje tanto al presidente de la Liga como a los políticos valencianos, tras la firma de un nuevo convenio para el nuevo Mestalla: «Tebas No es tonto y evidentemente no quiere presión en la calle y que el valencianismo le diga a Lim que éste no es su chiringuito. Le gustaría mucho más que nos fuéramos a casa, que no levantáramos la voz y sólo vernos cuando tengamos que pagar. En su momento reunimos a todas las fuerzas políticas en la última precampaña electoral y todos han mentido, tanto en público como en privado».
El símbolo de la resistencia
El sentimiento de rechazo a Meriton no sólo lo tienen los valencianistas nacidos en la Comunitat. El mejor ejemplo es Ruperto Valle, que estaba en primera línea de la protesta: «Soy ecuatoriano y desde 1982 soy del Valencia. Viajé a Argentina a ver a Mario Alberto Kempes en un partido que se jugó en Rosario y desde entonces soy valencianista. Llegué a España en el 97 y soy socio y accionista. Ahora siento un vacío tremendo con Peter Lim. Cuando me preguntan desde Ecuador no logran entender que una persona que ha invertido en un club de fútbol lo tenga abandonado».
El gran símbolo de la resistencia sigue siendo Pepe Serrate, a sus 94 años «y camino de los 95» como saluda, con su sonrisa de toda la vida y su boina calada, antes de hacer una reflexión y lanzar el mensaje que le transmitiría al máximo accionista si tuviera la oportunidad de hablar con él: «A Lim le diría es que mejorara al Valencia y que si no lo va a hacer que se marche. Aquí ya no hay negocio que hacer, nos vamos a Segunda. Que venda sus acciones a otra persona que tenga ilusión. Él ya no la tiene y en el fútbol si no tienes pasión no haces nada». Su Valencia, el de Pepe o Ruperto, ahora lamentablemente es colista de Primera.
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