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PACO LLORET
Sábado, 24 de febrero 2018
De repente se abrió la puerta de la esperanza, la posibilidad de un milagro inesperado. Cuando todos los indicios apuntaban a que el Valencia había dejado escapar el tren de aquella Liga, se presentó una oportunidad para revalidar el título. No era nada fácil, pero el optimismo invadió a la parroquia de Mestalla a la espera de repetir lo acontecido el año anterior: la célebre jornada final en Sarrià con derrota y alirón para el Valencia gracias al empate entre los otros dos aspirantes. Un desenlace surrealista pero propicio. En el siguiente ejercicio, la temporada 71-72, terminó por crear un escenario muy parecido: tres equipos optaban a ser campeón: el Real Madrid, el Barcelona y el Valencia que, por este orden, se hallaban en la clasificación antes del partido decisivo, la jornada 34 del primer campeonato que reunía a 18 clubs. Los tres candidatos jugaban en casa y las cábalas se desataron a lo largo de la semana.
Los valencianistas se medían a la Real Sociedad con la obligación de vencer y esperar que el Real Madrid perdiera en su feudo ante el Sevilla. El tercer equipo en discordia era el Barcelona que recibía al Málaga en el Camp Nou. Del trío de aspirantes el único que dependía de sí mismo era el Real Madrid. Un empate le valía para cantar el alirón. Su rival, por el contrario, necesitaba ganar para eludir el descenso a segunda. Miles de aficionados sevillistas viajaron ilusionados hasta Chamartín con el deseo de asistir a la salvación de su equipo. En Barcelona, por el contrario, cundía el desánimo. Una semana antes, en la penúltima jornada, el Barça había perdido en El Arcángel ante un equipo que ya había perdido la categoría. Una derrota que les dejó con la miel en los labios puesto que ese mismo día, el Real Madrid, líder de la clasificación, salía goleado del Calderón por 4-1. Así que los catalanes desperdiciaron la coyuntura de colocarse primeros antes de la última jornada.
El Valencia protagonizó un final de torneo espectacular: seis victorias consecutivas. Esa formidable racha le permitió tener de alguna opción matemática de revalidar el título. Cuando parecía descabalgado tras caer en Mestalla frente al Real Madrid con el lamentable arbitraje de Sánchez Ibáñez la tarde del 19 de marzo, protagonizó una gran reacción aliada con la crisis madridista. El partido que se antojaba clave fue suspendido antes del final por graves incidentes de orden público y lanzamiento masivo de almohadillas. El colegiado extremeño abandonó dos horas después de la conclusión las dependencias camuflado en un furgón de la policía nacional. Aquella infausta tarde dejó al Valencia a siete puntos del líder. Sin embargo, una especie de maldición cayó sobre el equipo dirigido por Miguel Muñoz que perdió consecutivamente en todas las salidas posteriores: Camp Nou, Riazor, Los Cármenes y Calderón. De esa manera dilapidó la cómoda ventaja que tenía.
La ciudad de Valencia celebraba el domingo 14 de mayo el día de su patrona y más de un incondicional valencianista pidió en aquella lluviosa jornada que la Virgen de los Desamparados intercediera a favor de su equipo. El Valencia partía en desventaja, además de vencer y esperar el pinchazo madridista, necesitaba que el Barcelona venciera en su encuentro. De esa manera se producía un triple empate a 47 puntos que debía resolverse por los resultados directos entre todos los involucrados. Sorprendentemente, se repetía también un triple empate, puesto que el Valencia había empatado con el Barça en el Camp Nou y con el Madrid en el Bernabéu y había vencido a los catalanes en casa. En total cuatro puntos. La misma cifra sumaban los otros dos equipos en sus duelos. Esta hipotética situación conducía a resolver el campeonato por el coeficiente general de goles. En ese capítulo, el equipo de Di Stéfano presentaba mejor balance hasta la penúltima jornada con una diferencia de +22, uno más que el Real Madrid y seis más que el Barça.
Aquel enrevesado panorama mantuvo el interés de los aficionados toda la semana hasta el día de la resolución. Los encuentros arrancaron con horario unificado a las cinco de la tarde. Mestalla abarrotado despertó del sueño muy pronto. El marcador simultáneo 'Dardo' señalaba que al descanso el Real Madrid vencía ya por 2-0. El resultado definitivo fue de 4-1 que envió a los andaluces a segunda. La sorpresa saltó en el Camp Nou donde el Málaga venció por 1-2. Y en Mestalla la Real Sociedad marcó primero. Todo parecía torcerse hasta que Adorno que entró en el terreno de juego al cuarto de hora para suplir al lesionado Sergio y estableció el empate poco antes del descanso. La grada se olvidó del título y se centró en un partido que entró en una dinámica de juego duro y acciones polémicas. Un gol anulado a Quino provocó las protestas de los asistentes que abarrotaban Mestalla. Las constantes faltas de los donostiarras y la sucesión de interrupciones encresparon los ánimos. En el último minuto llegó el gol de la victoria gracias a un imponente remate de cabeza de Juan Cruz Sol, acción muy protestada por los realistas, dos de cuyos jugadores fueron expulsados. El Valencia terminó subcampeón y fue despedido con un tremenda ovación, premio merecido a su esfuerzo hasta el suspiro final.
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