ALBERTO MARTÍNEZ
Lunes, 27 de mayo 2019, 02:30
valencia. En la retina de los valencianista continuaba una imagen que ya había adquirido la categoría de icónica: la de David Albelda, con bufanda en mano, sacando la cabeza por el avión en el aeropuerto. Una leyenda blanquinegra. Y ayer, 15 años después de ganar la Liga, Dani Parejo hizo un guiño a la historia, demostrando que está preparado para tomar el testigo. El de Coslada ha asumido galones tanto dentro como fuera del campo, sintiéndose cómodo con su papel de líder. De ahí que emulara al de la Pobla Llarga realizando exactamente el mismo gesto que él cuando la aeronave se presentó en Manises. La estampa removió el pasado para devolver la gloria a una afición ansiosa de alegrías. El equipo regresó a la capital del Turia procedente de Sevilla, como en 2004, para dar rienda suelta a la fiesta. Mucho tiempo esperándolo.
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Eran las 17:02 horas cuando el vuelo chárter de la expedición valencianista llegaba a su destino. Un autocar descapotable y customizado para la ocasión aguardaba a los de Marcelino en la misma pista del aeropuerto de Manises. Entonces Parejo rescató el espíritu de Albelda y se asomó por la trampilla del avión agitando una bufanda blanquinegra. De capitán a capitán. Instante mágico y simbólico.
La plantilla volvía a casa. Y lo hacía con el tesoro entre las manos. Los primeros futbolistas en poner pie en tierra fueron Paulista, Neto y Roncaglia. Hay complicidad entre estos tres jugadores. Precisamente, el central y el guardameta brasileños dejaron clara su intención de llevar la voz cantante durante la fiesta vespertina. El defensa, en cuanto accedió al piso superior del autobús, comenzó a saltar embargado por la euforia. «¡Campeones, campeones!», gritó dirigiéndose a los cerca de 40 hinchas que se encontraban a varios metros de distancia, justo detrás de la valla de la pista. Por la mañana, el Valencia había aconsejado a la afición que no acudiera al aeropuerto y que se presentara directamente en Mestalla. Pese a las indicaciones del club, un grupo de seguidores se presentó en Manises y recibió a los jugadores con banderas, tracas y pasión.
Bajo un sol abrasador, los aficionados congregados junto a la pista esperaban con ilusión la aparición de la Copa del Rey. Un título once años después. Ya estaba aquí. Y los capitanes se encargaron de enseñarlo a Valencia entera. Parejo y Rodrigo, cada uno por un lado, sujetaron el trofeo para llevarlo desde el avión hasta el autobús. Por detrás de ellos, Jaume y Kondogbia caminaban abrazados.
Los mismos operarios del aeropuerto se dejaron llevar por la emoción y, además de aclamar a la plantilla, inmortalizaron la llegada triunfal realizando fotografías y vídeos. Uno de los trabajadores no pudo resistirse y se estiró para tocar la copa. Quería palparla. Comprobar que no era un sueño. La sonrisa se dibujó en su rostro.
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Las bromas no faltaron entre un grupo de futbolistas que han demostrado su unión en los momentos más delicados de la temporada. Cuando la plantilla al completo, con Marcelino a la cabeza, se encontraba en el bus, arrancaron los motores de la celebración. Paulista, totalmente desatado, descorchó desde las alturas una botella de champán. Los jugadores, entre saltos y cánticos, saludaron a los hinchas presentes. La tarde iba a ser larga.
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